El público en general ha escuchado hablar sobre la falla de San Andrés, que se extiende alrededor de 1200 kilómetros a través de California y forma el límite entre la placa tectónica del Pacífico y la de América del Norte.
Sin embargo, pocas personas saben que Israel se encuentra en la llamada grieta sirio-africana, igualmente volátil, también conocida como Falla del Mar Muerto, que se extiende por casi 5000 kilómetros desde Siria hasta Mozambique, y pasa por el Mar Muerto debajo de las colinas orientales de Jerusalén. Menos aún conocen la historia de esta falla, o consideran la probabilidad y consecuencias de que «El Grande» golpee a Éretz Israel.
Los terremotos en Éretz Israel han sido bien documentados; algunos aparecen en la Biblia, incluido un famoso sismo durante el reinado del rey Ajab (véase 1 Reyes 19:11), y otro en tiempos de Uzías. Los comentaristas bíblicos judíos, incluidos Ibn Ezra y el Radak, escriben que ese terremoto fue el tema de la profecía de Amós (quien explícitamente la fechó «dos años antes del terremoto, cuando Uzías era rey de Judá»). Dos siglos después, Zacarías profetizó un gran terremoto del cual la gente huiría como lo hicieron en los días de Uzías (Zacarías 14:5). Los geólogos contemporáneos creen que han encontrado evidencia de este movimiento telúrico.
Aunque se ha registrado una gran cantidad de terremotos en Israel desde los tiempos bíblicos, nos centraremos aquí en el último «gran»: el terremoto de Jericó del 11 de julio de 1927, que registró una magnitud de 6.5 en la escala de Richter. El sismo, que ocurrió a las 3:04 pm durante un jamsin —fenómeno de vientos cálidos que soplan desde el este—, duró siete segundos y se convirtió en un hito trascendental en la sismología, ya que fue el primer terremoto registrado en el área por instrumentos científicos.
El epicentro fue localizado en la parte norte del Mar Muerto, cerca de Jericó; sin embargo, los sismólogos contemporáneos han comenzado a desafiar esta determinación de larga data. Los datos iniciales fueron, en el mejor de los casos, imprecisos, pero después de dos días el Boletín de Palestina, reuniendo informes recopilados por funcionarios de la Autoridad Municipal y del Mandato Británico, informó que hubo 485 víctimas mortales y miles de heridos (alrededor de 130 muertos y 450 heridos solo en Jerusalén); la mayoría de estas bajas fueron árabes. Se sintieron otros temblores que alarmaron a la población una semana después, pero no hubo daños adicionales.
Dos áreas particularmente afectadas fueron Jerusalén, amurallada en su afloramiento rocoso entre los valles de Hinnom y Kedron, y Shjem, 50 kilómetros al norte y ubicado en la cresta del eje de la meseta. Muchos sitios religiosos sufrieron grandes pérdidas, incluidas las cúpulas y muros exteriores de la Iglesia del Santo Sepulcro y la Mezquita de Al-Aqsa, la capilla del Coro Griego en Jerusalén, la Mezquita de la Victoria y las partes históricas de la Gran Mezquita de Nablus (Shjem).
Sin embargo, notable y tal vez milagrosamente, el Muro de los Lamentos permaneció intacto, aunque los servicios religiosos se detuvieron allí temporalmente. Los sismólogos proporcionan una justificación científica de por qué el Kótel no sufrió daños, pero ello no cabe en el alcance de este artículo.
Una de las instituciones de Jerusalén que aparentemente sufrió daños fue la Yeshivá Talmud Torá y Beth Tawshil Mea Shearim. El rabino Itzjak Yaakov Wachtfogel (1887-1978), rosh yeshivá y juez principal de los rabinos asquenazíes en Jerusalén, emitió una “apelación de ayuda urgente”:
Queridos hermanos y hermanas:
El terremoto del 11 de julio de 1927, que causó estragos en la Ciudad Santa, no perdonó a esta gran fortaleza del judaísmo. Han aparecido algunas grietas muy peligrosas que amenazan la seguridad de todo el local. Los ingenieros instan a la reparación inmediata, que requerirá un gasto de miles de libras.
Como un dato histórico muy significativo, durante el trascurso de las renovaciones de la mezquita de Al-Aqsa que duraron varios años, el respetado arqueólogo Robert Hamilton de la Autoridad Arqueológica Británica recibió permiso del Waqf (Autoridad Islámica) para fotografiar, bosquejar, excavar y analizar lo que encontró debajo de la mezquita, con la condición de que no mencionara ningún hallazgo que los musulmanes pudieran considerar «inconveniente», lo que incluía mosaicos, pasillos, cisternas y madera que formaban parte de los Batei Mikdash (templos judíos). El análisis de las vigas del techo del Al Aqsa mostró que estaban hechas de madera de cedro y ciprés, datadas con carbono a miles de años antes, a la época del rey Salomón, a quien la Biblia describe utilizando esos mismos materiales para construir el primer Beit Hamikdash. La excavación también desenterró una mikve de la época del Segundo Templo.
Los edificios entonces recién construidos de la Universidad Hebrea en el Monte Scopus sufrieron también graves daños en el terremoto; el puente Allenby cayó al río Jordán; se detectaron deslizamientos de tierra y caída de rocas a lo largo del camino de Jerusalén a Jericó; el flujo del río Jordán se detuvo durante más de 21 horas; y hubo informes de que el Mar Muerto lanzó chorros de agua hacia el cielo.
Cientos de estructuras se derrumbaron en Jerusalén, Jericó, Ramle, Tiberíades y Shjem al punto de quedar inutilizables, incluida una sinagoga en Jerusalén y otra en Tiberíades. En Jericó, varios hoteles relativamente nuevos colapsaron, matando a tres mujeres turistas de India.
Según un informe de la Agencia Telegráfica Judía (JTA), «no hubo casa en Jerusalén o Hebrón» que no sufriera algún daño. Los perjuicios totales se estimaron en alrededor de 1,25 millones de dólares (más de $18 millones de hoy).
La mañana después del terremoto, JTA informó: “Esta mañana, la Ciudad Vieja parecía estar bajo asedio militar. Las calles estaban abarrotadas, la gente dudaba si entrar a las casas por temor a que se repitiera el terremoto y a un posible colapso por el debilitamiento de los cimientos”. Las familias en Shjem, tratando de evitar las peligrosas calles de su ciudad, se mudaron a cuevas en los bíblicos montes Eval y Guerizim.
Rápidamente, los esfuerzos se centraron en proporcionar ayuda humanitaria a las víctimas, en lo que se considera la primera campaña de ayuda organizada internacionalmente. La Autoridad del Mandato, sin embargo, parecía más interesada en reconstruir casas; en su Informe al Consejo de la Liga de Naciones sobre la Administración de Palestina y Trasjordania para el año 1927, la administración británica informó que «el gobierno proporcionó ayuda poniendo a disposición 100.000 libras para préstamos a particulares para la reparación de sus casas; y mediante la provisión de viviendas gratuitas o pequeñas subvenciones a personas necesitadas, de un fondo obtenido mediante suscripciones voluntarias en Palestina y el extranjero que totalizaron £22.500 al final del año».
Las instituciones y organizaciones judías fueron mucho más eficaces. El Ejecutivo Sionista en Londres comenzó a trasferir inmediatamente ayuda financiera; la Organización Sionista de Estados Unidos realizó una campaña para recaudar fondos en apoyo de las víctimas del terremoto, independientemente de su fe; y el filántropo judío estadounidense Nathan Strauss hizo una donación especial de $25.000.
El yishuv de Éretz Israel llevó a cabo un esfuerzo significativo no solo para proporcionar ayuda a los árabes, sino también para reconstruir sus hogares. Tel Aviv adoptó a Shjem como «ciudad hermana», y grupos de voluntarios judíos fueron enviados allí por la Organización Macabea Hapoel, la Brigada de Bomberos de Tel Aviv y la Organización de Arquitectos e Ingenieros. Sorprendentemente, el apoyo judío a Shjem fue de tal magnitud que los líderes de la ciudad solicitaron detener las entregas de alimentos, porque habían excedido las necesidades inmediatas y no tenían espacio para almacenar más provisiones.
En contraste, la respuesta árabe a las necesidades de su propio pueblo no fue diferente al apoyo que dan actualmente a sus «hermanos palestinos». Las naciones árabes emitieron innumerables mensajes telegráficos y declaraciones públicas de apoyo, extendiendo sus condolencias y prometiendo asistencia financiera, poco de lo cual se materializó.
Además, al igual que hoy, los judíos no recibieron agradecimientos por su amabilidad, con pocas excepciones. En Shjem, los líderes árabes anunciaron: «Pedimos ayuda por cable a Rockefeller y a Henry Ford, pero hasta ahora no hemos recibido respuesta, mientras que Nathan Strauss envió su donación sin que se lo pidieran». Un periodista árabe declaró, «generosamente», que desistiría de denigrar y vilipendiar a los judíos… durante un día entero.
Muchas de las víctimas y gran parte de la destrucción causada por los terremotos en Éretz Israel pueden atribuirse a estilos de construcción que no permiten la mitigación de daños. Increíblemente, a pesar de la preocupante historia de grandes terremotos, las primeras normas israelíes de prevención sísmica no se establecieron hasta 1975, y se aplicaron solo a proyectos de construcción que comenzaron después de 1980. En 2005, el gobierno inauguró el «Plan Nacional 38», que otorgó exenciones de impuestos a proyectos de construcción que se comprometieran a modernizar edificios antiguos de calidad inferior. Israel aprobó un sistema nacional de alerta temprana en 2012, pero el despliegue solo comenzó en 2017, y el Servicio Geológico de Israel informó el año pasado que solo 55 de las 120 estaciones de alerta habían sido desplegadas, y ninguna estaba operativa.
En 2016, el Ministerio de Protección del Medio Ambiente de Israel ordenó a 108 fábricas de materiales peligrosos fortalecer sus estructuras, pero hasta el año pasado ninguna había cumplido.
Después de no menos de cinco sismos menores alrededor del Mar de Galilea en 2013 y un temblor cerca de Eilat, el gobierno israelí revisó sus planes de contingencia para terremotos y realizó una serie de simulacros a nivel nacional. Más recientemente, varios temblores relativamente menores han afectado a Éretz Israel, incluido uno el 15 de mayo de 2019, durante la final del Festival Eurovisión, que registró 4.5 en la escala de Richter.
Los sismólogos israelíes advierten que un gran terremoto parece inminente. El Comando del Frente Interior de las FDI estima que un terremoto del tipo «Jericó» que golpeara hoy a Israel causaría 7000 muertes, decenas de miles de heridos y dejaría a unas 200.000 personas sin hogar.
No obstante, el Ministerio de Construcción y Vivienda estimó recientemente que 800.000 unidades residenciales, incluidos muchos edificios públicos, no son resistentes a los terremotos, e Israel conserva una capacidad limitada para responder al próximo «El Grande».