La Fiesta de las Cabañas es una celebración que describe muy bien la historia y actualidad de los judíos. Durante siete días con sus noches, el precepto exige hacer vida debajo de unas endebles chozas expuestas a las inclemencias del tiempo, justo cuando el otoño boreal se inicia.
Sucot, como se denomina en hebreo, sigue al año nuevo y el Día del Perdón, un período muy intenso de meditación y contrición. Se supone que después de los Diez Días de Arrepentimiento y de Yom Kipur, todos están limpios de pecado y, más aún, dispuestos a enmendar conductas y completar nobles propósitos. Inmediatamente, se muda la vivienda principal a una choza.
Debe señalarse que la Fiesta de las Cabañas tiene un carácter universalista. Durante esa semana, en el Templo de Jerusalén, los sacrificios y las oraciones iban dirigidos al bien de toda la humanidad, las setenta naciones que la conformaban, a sabiendas de que el bienestar de todos depende precisamente del bienestar individual de cada uno. Un concepto que el Judaísmo tiene muy presente: el bienestar individual suma al interés colectivo.
La Fiesta de las Cabañas recuerda primariamente aquellas chozas en las cuales el pueblo de Israel habitó al salir de Egipto; justo después de la epopeya liberadora de la esclavitud, cuando todos se sentían merecedores de la gracia divina, se puso el pueblo todo bajo la protección exclusiva de Dios. Una manifestación de la dependencia de los seres humanos de la Bondad Divina.
(Foto: Aurora)
Bien sea que estuviésemos recién liberados y hasta eufóricos, o que estemos libres de pecado justo luego de Yom Kipur, la idea de la festividad es hacer hincapié en la necesidad de la intervención divina en la vida diaria de los individuos y del colectivo. El Judaísmo exige el esfuerzo de cada uno para conseguir sus objetivos, exige una conducta ejemplar en cada faceta de la vida. Pero exige también el reconocimiento de una conexión y dependencia de la Divinidad.
La historia de los judíos, y la historia de sus instituciones incluyendo al Estado judío, pasan por la intervención divina. A veces de una manera muy manifiesta, como la salida de Egipto con sus diez plagas y la partición del Mar Rojo; en muchas otras ocasiones, cuando se desafía la lógica y las estadísticas en eventos cuyos resultados favorables son menos que improbables.
Cuando los judíos se sienten seguros, luego del perdón obtenido o de la libertad ganada, inmediatamente se van a unas precarias viviendas y se someten a la protección divina. Un reconocimiento explícito de la autoridad y la intervención de Dios en sus vidas. Por más seguridad y confianza que tenga en uno mismo, el judío reconoce que se debe al Creador.
Cuando los judíos se sienten seguros, luego del perdón obtenido o de la libertad ganada, inmediatamente se van a unas precarias viviendas y se someten a la protección divina. Un reconocimiento explícito de la autoridad y la intervención de Dios en sus vidas
La fragilidad de la cabaña y la fragilidad de los judíos van de la mano. En mucho, la cabaña representa la real imagen y situación del pueblo judío. En tierra propia o en la diáspora, en buenas relaciones con el mundo o perseguido por su condición irrenunciable judía, debe acudir a la gracia divina para sobrevivir. La fragilidad intrínseca de la cabaña, y la seguridad de la protección de Dios, van de la mano tejiendo una realidad y una historia que atentan contra la lógica de los seres humanos.
El período trascurrido desde el 7 de octubre de 2023 ha sido de mucha fragilidad para todos los judíos. El Estado judío ha sido atacado y golpeado, su existencia misma amenazada. Los judíos en todas partes el mundo, víctimas de una ola renovada de antisemitismo como no se veía ni sentía desde los aciagos días de la Segunda Guerra Mundial. Ante tal fragilidad, los esfuerzos de las personas son tremendos, pero la ayuda de la Divinidad imprescindible.
Sucot es una representación gráfica y real de la fragilidad de los judíos y la dependencia del Creador. También de toda nuestra humanidad.
La fortaleza de los judíos radica en reconocer y aceptar su fragilidad. Eso es Sucot.