C onsidero, para empezar, que la mitzvá de la teshuvá (arrepentimiento) es un invento. Un invento que pretende darnos la sensación de que no nos comportamos bien, para ponernos tristes, preocupados y hasta nerviosos. ¿En verdad somos malos? ¿En qué fallamos?
No me corresponde juzgar a los demás, y de la misma manera pido que no me juzguen y me digan que debo hacer teshuvá. En términos generales, vivo bien conmigo mismo y confío en que Hashem está contento conmigo, porque en verdad hago bien las cosas.
Al pensar sobre diferentes aspectos de mi vida, en cada uno tengo un buen manejo: me eduqué en un colegio judío, terminé una carrera universitaria, tengo un trabajo en el cual pongo todo el empeño para dar lo mejor de mí, aportando así a la humanidad y con la creación.
Es cierto que en ocasiones cometo algunos errores por aquí o por allá, pero es normal, soy humano. En los negocios trato de ser lo más correcto posible, y si llegase a fallar en algo es para defenderme de los demás. ¿Acaso nuestro patriarca Yaacov no engañó a su padre para defenderse de su hermano Esav? La Biblia está llena de mentiras piadosas y nadie lo toma a mal.
En mi vida judía las cosas son un poco más complicadas, sin embargo no me siento culpable. Es cierto que no cumplo Shabat, halájicamente hablando. Mi casa es kasher en todo… exceptuando la comida; tengo los tefilín de mi Bar Mitzvá guardados en el cajón.
Visito la sinagoga en eventos especiales como bodas, Bar Mitzvot, y un ratico en Yom Kipur. Con respecto a mis padres, que vivan hasta los 120 años, cuando les toque partir al otro mundo tal vez diría Kadish por ellos. Si me llegase a enamorar, o alguno de mis hijos, de una persona no judía, no hay problema: existe la “conversión” y listo, problema resuelto.
Formo parte de la gran mayoría judía, pues se parecen a mí. Demostramos a nuestra manera que Am Israel Jai (el pueblo de Israel vive). Soy un buen judío y que nadie me diga lo contrario, no ser religioso no significa que soy “judío de segunda clase”.
Festejo las fiestas a mi manera junto a mi familia. Mis hijos aprenden hebreo, y en casa existen los símbolos judaicos tales como Sidur, gavía (copa), Jai, candelabros, cuadros con fotos de Israel, e inclusive Birkat Habait (bendición del hogar) y Hamsa.
¿Yo tengo que hacer teshuvá? ¡Yo creo que no!
Sé que en este mes de Elul, antes de Rosh Hashaná, debemos arrepentirnos, y en verdad considero que esa obligación no es conmigo, más bien me parece una imposición.
Queridos lectores: ¿Suena convincente? En efecto, sí.
Todos los argumentos parecen corresponder a una lógica, y son fáciles de digerir. Es aquí donde quiero llegar al punto donde todo suena egoísta y con mucha altivez.
Un judío que se rige por estos pensamientos durante todo el año, y especialmente en el mes de Elul, es aquel que no sabe recibir críticas y no conoce el concepto de autocrítica. Es aquel que está convencido de que todo lo que hace está bien; del resto, todo lo demás está resuelto.
Nuestro punto de partida debe comenzar tomando en consideración que somos seres humanos, y son más las equivocaciones que los aciertos. En nuestra vida personal, familiar y social, así como en nuestro Judaísmo, debemos estar claros y conformes en que no todo es perfecto, y que no existe la perfección en absoluto.
La mitzvá de la teshuvá viene con la intención de afilar nuestra conciencia, indicando que no existe nada en lo que no podamos o debamos mejorar. Aquel que piensa que está “perfecto tal como es”, es decir, piensa que su estilo de vida como judío llegó a la perfección, a ese es a quien está dirigida la teshuvá.
Realmente no es cuestionable si un judío es más o menos religioso, ya que cada persona tiene su nivel de religiosidad. Se debe buscar a través del arrepentimiento mejorar su vida como judío. Así, el menos religioso debe elevar su nivel de observancia, tal como aquel que padece el defecto de ser poco amable con sus semejantes debe mejorar su comportamiento. Continuando así en los distintos campos de nuestra vida.
Aquel judío que está tranquilo con su Judaísmo le recomiendo empezar a preocuparse por su tranquilidad, ya que no va por el camino correcto. Esta es la mitzvá de teshuvá, que aparece cada año desde Rosh Hashaná hasta Yom Kipur; con esta mitzvá debemos buscar nuevos retos en nuestra vida judía, hasta alcanzar los objetivos y luego continuar buscando nuevos retos.
Que sea tu voluntad, Hashem, de instruirnos en esta mitzvá con sinceridad y voluntad. Beezrat Hashem que tengamos todos Shaná Tová umevorejet. Un buen año lleno de bendiciones.
¡Ktivá vejatimá tová!