Ana Jerozolimski*
Vayamos primero a los hechos y luego al análisis.
La creciente tensión entre Jerusalén y Washington alcanzó este lunes un punto especialmente álgido, al no vetar Estados Unidos el llamado a un alto el fuego en Gaza en el Consejo de Seguridad de la ONU, y al anunciar el primer ministro Netanyahu que, por ende, la delegación que iba a viajar a conversaciones de alto nivel con la administración Biden, no saldrá.
La delegación en cuestión iba a tratar en EEUU el tema del planeado operativo militar en Rafah, destinado a destruir los cuatro batallones de Hamás que allí operan. Así se acordó durante la reciente visita del Secretario de Estado Anthony Blinken, quien dijo que la administración quiere plantear alternativas concebidas para no lanzar un operativo masivo en Rafah, al que Estados Unidos se opone considerando que será una “catástrofe humanitaria” porque allí se refugian 1.400.000 palestinos. Por su parte, Israel considera que el operativo en Rafah es imprescindible.
Así dice el artículo de la resolución referente al alto el fuego:
“El Consejo de Seguridad exige un alto el fuego inmediato por el mes de Ramadán respetado por todas las partes , conducente a un alto el fuego permanente y sostenible, y también exige la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes”.
El Consejo de Seguridad de la ONU
(Foto: c5n.com)
El comunicado oficial emitido por la oficina del primer ministro sostiene que, con su abstención en el Consejo de Seguridad, Estados Unidos cambió su política tradicional desde el comienzo de la guerra, y que ello es un retroceso. Netanyahu fue aún más allá: “La resolución de hoy da a Hamás la esperanza de que la presión internacional fuerce a Israel a aceptar el alto el fuego sin la liberación de nuestros secuestrados, lo cual daña tanto el esfuerzo bélico como el esfuerzo por liberar a los rehenes”.
La oficina del primer ministro recordó que, hace pocos días, EEUU apoyó en el Consejo de Seguridad una resolución que vinculaba el llamado a un alto el fuego con la liberación de los secuestrados; esta fue vetada por China y Rusia, en parte porque se oponían precisamente a un alto el fuego ligado a la liberación de los secuestrados. “Hoy Rusia y China se sumaron a Argelia y otros en su apoyo a la nueva resolución, precisamente porque no establecía ese vínculo entre ambos temas”, agrega el comunicado oficial israelí. “Lamentablemente, Estados Unidos no vetó esta nueva resolución, que llama a un alto al fuego que no depende de la liberación de los secuestrados”.
El Canciller israelí Israel Katz escribió en su cuenta en la red social X que “Israel no detendrá el fuego”. Recalcó que “seguiremos combatiendo hasta que destruyamos a Hamás y todos los secuestrados vuelvan a casa”.
Tal como queda claro del texto de la resolución, si bien esta sí llama a la liberación “inmediata e incondicional” de los secuestrados, no la pone como condición para el alto al fuego que es exigido ya, para el mes de Ramadán en curso, y presentándolo como primer paso hacia un alto el fuego “permanente”.
Uno de los problemas de esta situación deriva de la conocida dinámica en la arena internacional, en la que desde el comienzo de la guerra, aunque esta fue detonada por la masacre de Hamás, el grueso de las presiones son sobre Israel y no sobre la organización terrorista. En ninguna resolución de la ONU se han condenado los crímenes del 7 de octubre, ni el uso de instalaciones civiles en Gaza para fines terroristas, ni el secuestro de 253 personas desde Israel a Gaza, de las que quedan hoy en manos de los terroristas 134, sabiéndose que por lo menos 35 están muertas.
En ninguna resolución de la ONU se han condenado los crímenes del 7 de octubre, ni el uso de instalaciones civiles en Gaza para fines terroristas, ni el secuestro de 253 personas desde Israel
Contrariamente a lo que declararon figuras de la administración Biden después de la votación, la abstención norteamericana, o sea la decisión de no vetar la resolución, sí es un cambio en la política oficial de Estados Unidos desde el comienzo de la guerra. Parece claro que, en gran medida, es un nuevo paso destinado a expresar la molestia con la política llevada a cabo por Netanyahu, quien hasta ahora no ha tratado seriamente los planes para el día después de la guerra, algo que Washington insiste en que es clave.
El problema es que más allá de las legítimas críticas a la forma en que se maneja el gobierno de Netanyahu —que son numerosas y fuertes también dentro de Israel—, la votación en el Consejo de Seguridad es un golpe a Israel, no simplemente al primer ministro. La resolución aprobada fortalece a nuestro criterio a Hamás, al dejar en evidencia la presión sobre Israel, y eso no ayuda en la lucha contra el terrorismo.
Por otro lado, la reacción de Netanyahu no es la apropiada por una discrepancia, por más fuerte que sea, con Estados Unidos, el aliado que más ha apoyado a Israel desde el comienzo de la guerra. Las dificultades, aunque serias, de los últimos tiempos, no pueden hacer olvidar el gran apoyo recibido de Biden y su administración, claves en la guerra misma en forma práctica. No enviar a la delegación es un paso que no alivia la tensión ni soluciona nada; es una reacción soberbia de Netanyahu, cuyo objetivo principal debería ser lograr avanzar en la guerra contra Hamás contando con el mayor apoyo posible. Boicotear ahora los planeados contactos en Washington no nos parece una decisión inteligente. El viaje debía servir para explicar a los anfitriones norteamericanos por qué Rafah es tan importante. Hacerse los enojados, aunque el enojo esté justificado, y ahondar la tensión, no acercará ninguna solución.
La votación en el Consejo de Seguridad es un golpe a Israel, no simplemente al primer ministro. La resolución aprobada fortalece a nuestro criterio a Hamás, al dejar en evidencia la presión sobre Israel, y eso no ayuda en la lucha contra el terrorismo
Afortunadamente, mientras esto sucedía, el Ministro de Defensa de Israel Yoav Gallant ya había iniciado su visita a Washington en representación de Israel. Sus palabras son el mensaje exacto que hay que trasmitir: “Vine aquí a destacar la importancia de fortalecer a las Fuerzas de Defensa de Israel y empoderar al Estado de Israel”, declaró. “En mi primer encuentro, que será con el Asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan, destacaré la importancia de destruir a Hamás y devolver a los secuestrados a casa. Operaremos contra Hamás en todos lados, incluyendo sitios en los que aún no hemos estado. Identificaremos una alternativa a Hamás, de modo que las Fuerzas de Defensa de Israel puedan completar su misión”.
Gallant agregó: “No tenemos el derecho moral a detener la guerra mientras aún haya rehenes en Gaza. Si no logramos una victoria decisiva en Gaza, ello puede acercarnos a una guerra en el norte”.
Un mensaje terminante y firme que no debilita la postura israelí, pero tampoco antagoniza a su principal aliado.
*Internacionalista, directora de Semanario Hebreo (Montevideo) y semanariohebreojai.com.
Fuente: semanariohebreojai.com.
Versión NMI.