En estos trabajos publicados por Ana Jerozolimski, directora del portal Semanario Hebreo Jai, se plantean opiniones encontradas de dos expertos en seguridad de Israel sobre la posible extensión de la soberanía a los asentamientos judíos en Cisjordania y al Valle del Jordán, propuesta incluida en el “Acuerdo del Siglo” del presidente Trump y prometidos por el primer ministro Netanyahu durante su campaña electoral. Este material ofrece interesantes perspectivas sobre las posibles consecuencias de tan trascendental medida
Ana Jerozolimski
Dani Yatom, ex jefe del Mossad, se opone
Hace muchos años, a mediados de los 80 del siglo pasado, lo entrevistamos por primera vez cuando era Brigadier General y se desempeñaba como el jefe de la Brigada de Tzáhal en el Valle del Jordán, la número 162. Su conciencia sobre la importancia de dicha zona para la seguridad de Israel no ha desaparecido. Pero no considera que el declarado plan del gobierno de imponer la soberanía israelí en el Valle del Jordán y/o otras partes de Judea y Samaria, aporte ni a la seguridad ni a la paz en la región.
Yatom no analiza la situación meramente desde una perspectiva política. Al respecto cabe señalar que fue diputado por el partido laborista entre 1996 y 1998, y luego Jefe de Despacho y Jefe del Equipo Político y de Seguridad del entonces Primer Ministro laborista Ehud Barak. Sostiene que su análisis deriva no solo de sus ideas políticas sino de su conocimiento a fondo de la realidad en el terreno y de los temas serios con los que hay que lidiar, que él mismo atendió en sus diferentes cargos, siempre desde la óptica de la seguridad. Fue el Secretario Militar del Primer Ministro Itzjak Rabin electo en 1992. Lidió con ellos en el plano interno e internacional. Entre 1999 y 2001 fue jefe del Mossad.
Nos dirigimos a Dani Yatom para pedir su opinión sobre la situación actual, sobre los planes del gobierno —que aún no está claro que el primer ministro realmente se disponga a concretar— y su visión sobre los desafíos con los que Israel tiene que lidiar. Este es un resumen de la entrevista.
Dani Yatom, al centro, entre el entonces primer ministro israelí Ehud Barak y el presidente Bill Clinton durante la cumbre de Camp David del año 2000.
(Foto: cortesía de la Casa Blanca)
P. ¿Por qué se opone a la declaración de la soberanía en los territorios en disputa?
R. Porque no logro ver ninguna ventaja en un paso unilateral de ese tipo, pero sí veo muchas desventajas. Y no me refiero solo a la posibilidad que la Autoridad Palestina corte sus vínculos con Israel, lo cual ya ha empezado a hacer, sino a que se desmorone.
P. ¿Y que entonces Israel tenga que hacerse cargo de todo?
R. No solo eso. En el vacío que se puede crear en el terreno podría entrar Hamás, y eso podría alentar a extremistas inclusive del exterior, incluyendo milicias chiítas, a intentar entrar en Jordania, a Siria, para desde allí lanzar atentados contra Israel.
Pero lo más grave sería que a raíz de la caída de la Autoridad Palestina, que considero puede ocurrir, comience una lucha armada generalizada en la que participen muchos elementos , incluyendo las propias fuerzas armadas palestinas, e Israel se vería obligado a tomar el control de todo el territorio, de toda Judea y Samaria. Esto significaría hacerse cargo de otros casi 3 millones de palestinos.
P. Lo cual entiendo que para usted sería problemático por distintas razones.
R: Así es. Ante todo, eso pondría en peligro la identidad judía y democrática de Israel. Si se agregan casi 3 millones de palestinos al territorio bajo control directo de Israel, sea solo como habitantes o como ciudadanos, se altera dramáticamente el equilibrio.
También obligaría a Israel, que ya está en crisis, a gastar más de 50 mil millones de shékel por año para atender las necesidades de la población palestina, desde el alcantarillado hasta el abastecimiento de agua, carreteras, la educación, todo. Hay que entender que los palestinos no se van a evaporar. Están acá. Y la carga económica y de seguridad en una situación así, sobre Israel, crecería significativamente. También pondría en peligro la paz con Jordania y quizás también con Egipto.
P. Todo esto son los problemas… ¿No ve ninguna ventaja?
R. No. Estaríamos abriendo voluntariamente varios frentes contra nosotros, algo en lo que no debemos tener ningún interés. Debemos fortalecer la paz que ya tenemos con quien la tenemos, no arriesgarla. Y no hay ninguna duda de que una declaración unilateral de soberanía alejaría de modo terminante cualquier posibilidad de llegar en algún momento a un acuerdo con los palestinos, aunque se trate de un acuerdo interino, no completo, que pueda darnos seguridad y permitir el desarrollo de los palestinos.
P. En estos momentos parece totalmente imaginario pensar en un acuerdo. Sabemos que los palestinos han rechazado hasta ahora absolutamente todas las opciones que se les han dado de llegar a acuerdos. Hay quienes dicen —también ex altos oficiales con mucha experiencia en estos temas— que si Israel da este paso, estará trasmitiendo a los palestinos que no les vale la pena seguir rechazando, porque pierden tiempo y no logran nada. Y que si entienden que no les conviene, que el tiempo está en su contra, de hecho se estará aportando a una opción de paz, lo contrario de lo que usted dice.
R. Ese argumento no es serio para nada, porque todos tienen claro que si se cumple el plan la situación empeorará, no mejorará. Y si eso ocurre sufriremos atentados, tendremos víctimas, veremos a Hamás también en Judea y Samaria, y una situación totalmente álgida allí puede encender también a Hezbolá y la Yijad Islámica, e inclusive alentar a los iraníes.
Yo no creo que los palestinos vayan a aprender ninguna lección, sino todo lo contrario. Nuestro problema no es educar a los palestinos y enseñarles que si no van a negociar estarán peor, sino tratar de llegar a la mesa de negociaciones, para avanzar.
P. Es indudable que negociaciones siempre son la vía preferida. Por definición. Pero con los palestinos no ha funcionado. ¿Considera que también Israel ha cometido errores por los cuales no se ha llegado a nada?
R. Siempre hay dos partes, y considero que ambas merecen críticas. Lamentablemente tengo críticas también a mi país, a mi gobierno. Por ejemplo, durante muchos años hemos estado lidiando con Hamás en Gaza sin estrategia alguna. Quizá Netanyahu quiere convencer al mundo de que Gaza es el Estado palestino, y que Judea y Samaria deben estar bajo soberanía israelí.
P. ¿Y respecto a la Autoridad Palestina?
R. Tiene sin duda una gran responsabilidad por la situación, ya que han perdido muchas oportunidades. Yo lo vi personalmente, cuando era jefe del equipo político y de seguridad del Primer Ministro Ehud Barak. Fui uno de los 11 israelíes participantes en la cumbre de Camp David en julio de 2000. Estuve absolutamente todo el tiempo en las negociaciones con los palestinos y los norteamericanos.
P. Recordemos de qué se habló en Camp David, cuál era la propuesta.
R. Se habló de la posibilidad de que Israel impusiera su soberanía en el 10% del territorio, mucho menos del 30% del que se habla hoy. Se habló de la posibilidad de que mantenga el control por un tiempo limitado, por unos años, del Valle del Jordán, y que luego lo entregaría a los palestinos. No se autorizaba lo que los palestinos llaman “el derecho del retorno” de los refugiados. Y se habló de desalojar los asentamientos que no están en los grandes bloques.
P. Y a todo eso, los palestinos dijeron que no.
R. A todo dijeron que no. Eso es muy cierto. Indudablemente, para los palestinos, el mapa de hoy de acuerdo con el plan de Trump es mucho más difícil, ya que habla de soberanía israelí, por ahora, en el 30% del territorio, sin que sea desalojado ni un solo asentamiento.
P. El tiempo no jugó a favor de los palestinos.
R. Así es. Y es interesante, quizás diría extraño, que la derecha y cada vez más habitantes de los asentamientos rechazan el plan de Trump, que es la mejor propuesta presentada hasta ahora por Estados Unidos a Israel.
P. Dicen que el mapa, en el terreno, es imposible.
R. Pero más que nada, porque no aceptan la otra parte: que en el 70% del territorio sea creado un Estado palestino independiente. Ningún líder palestino aceptará negociar con base en el plan de Trump. Es mucho más duro para ellos de lo que se les propuso en Camp David.
P. Y que rechazaron.
R. Así es. Y quisiera recordar al respecto que en Camp David se habló también del tema de Jerusalén, que era soluble siguiendo el principio que planteó el entonces presidente Bill Clinton: las zonas judías quedan en Israel, las de población árabe del lado palestino. Para la Ciudad Vieja concebimos un sistema especial. El otro problema, mucho más complejo, es el del retorno de los refugiados. Exigían que los refugiados vuelvan a lo que es hoy Israel, no a un Estado palestino. Mientras insistan al respecto, no habrá paz.
P. Usted conoce al dedillo el Valle del Jordan y sabe de su importancia para Israel.
R. Así es.
P. ¿Entonces?
R. No hace falta declarar soberanía en el 30% del territorio para mejorar la seguridad de Israel. De facto, somos soberanos en los bloques de asentamientos que están muy cerca de la así llamada “línea verde” (límite entre el Israel soberano y Judea y Samaria) y tenemos todo el control en el Valle del Jordán. ¿Para qué sacar el demonio de la botella? Esto no es para fortalecer la seguridad. La única motivación es política, ideológica, a mi criterio mesiánica.
P. Pero también quien discrepa con Netanyahu sabe que él no es mesiánico. Siempre fue bastante pragmático.
R. Es cierto. Puede ser que al final no concrete lo que declaró.
P. Usted estuvo en Camp David en los tiempos de Arafat. Él no aceptó concretar nada, y con su sucesor Abu Mazen [Mahmud Abbas] tampoco se ha podido. ¿Puede tratar de explicarlo? ¿A qué se debe? ¿No quieren realmente un Estado y un acuerdo de paz, o siempre creen que si rechazan vendrá una propuesta mejor?
R. No puedo entrar en la cabeza de Abu Mazen. Sí creo que es probable que parte del liderazgo palestino no está dispuesto a aceptar nuestra existencia. Bien sabemos que hay quienes lo dicen abiertamente: Ham;as, Hezbolá, Irán y otros. No hay dudas sobre el extremismo de no pocos, que quieren tirarnos al mar y consideran que no hay aquí lugar para Israel. Abu Mazen es más pragmático que Arafat, creo yo, pero no se puede saber quién vendrá después, si será más o menos extremista.
P. ¿Pero qué les decían a ustedes en Camp David en las negociaciones? ¿Cómo explicaban cuando rechazaban la propuesta?
R. Que ya habían renunciado a más del 70% de Palestina y que no pueden renunciar también a parte del territorio restante.
P. Pero eso es una mentira histórica. La Palestina histórica no era de ellos. Nunca hubo un Estado palestino. ¿Ustedes se lo decían?
R. Por supuesto. Pero ellos creen que ya han renunciado a mucho. Está claro: si no hay un líder palestino valiente como lo fueron Sadat de Egipto o Hussein de Jordania, y un líder israelí valiente como lo fueron Rabin o Beguin, no habrá paz. Y la base de la solución tendrá que ser en Judea y Samaria, sobre la base de las fronteras del 4 de junio de 1967 con algunos cambios en las fronteras. Y esto debe hacerse de modo que solucione la situación del 80% de la población judía de los asentamientos.
P. Lo cual también es un tema de mucha mayor envergadura hoy que lo que era en Camp David.
R. Por supuesto. En aquel momento eran aproximadamente 100.000. Hoy son más de 400.000 personas.
P. Usted fue un muy alto oficial en Tzáhal, fue jefe del Mossad , y otros como usted ocuparon otros altos cargos en esos mismos marcos u otros similares. Y la variedad de opiniones entre ustedes, ex jefes de seguridad, es grande. ¿Cómo explica que de la misma vivencia hayan salido posturas tan diversas respecto a cómo lidiar con el conflicto con los palestinos?
R. También quienes sirven en Tzáhal, el Servicio de Seguridad Shabak y el Mossad, son seres humanos, cada uno con sus ideas. Algunos de nosotros teníamos nuestras ideas claras ya al iniciar de jóvenes nuestro servicio militar, pero evidentemente no las manifestábamos públicamente.
Pero a ello se agrega el tema de que cuando nos dedicamos al tema de la seguridad nacional, conocemos a fondo las raíces del conflicto y las diferencias de carácter entre las dos sociedades. Quienes estuvimos en la lucha por la seguridad y pasamos guerras, sabemos que hay que hacer lo máximo para evitar nuevas guerras. Estoy seguro de que la enorme mayoría de la ciudadanía israelí que está a favor de declarar la soberanía en Judea y Samara no entiende el significado. Pero nosotros lo hemos aprendido y por eso advertimos. No es que nuestro servicio nos convirtió en gente “de izquierda” sino en realistas. Yo rezo para que esto finalmente se entienda, y estoy convencido de que precisamente desde el punto de vista de seguridad, lo mejor para Israel sería no concretar los planes en cuestión.
Yosi Kuperwasser, ex oficial de Inteligencia de Tzáhal, está a favor
El brigadier general (retirado) Yosi Kuperwasser, ex alto oficial en el Servicio de Inteligencia de Tzáhal, luego director del Ministerio de Asuntos Estratégicos y hoy es investigador en el Jerusalem Center for Public Affairs, opina como experto en la dimensión de seguridad del conflicto israelo-palestino.
Kuperwasser explica por qué está a favor de la soberanía israelí en los territorios en cuestión, y pone varios puntos sobre las íes. No se trata de una entrevista exclusiva, sino de material recabado en una rueda de prensa organizada por el Jerusalem Press Club en la que hemos participado.
Kuperwasser comienza aclarando que es un error hablar de “anexión”: “Esta terminología está equivocada, dado que anexión es algo opuesto al derecho internacional y no es lo que se está planteando. Los países no están autorizados a anexar territorios, aun si han tomado control de los mismos en una guerra de autodefensa. Lo que se plantea sería aplicar la soberanía israelí en un territorio que nos pertenece históricamente y de acuerdo al Derecho Internacional”.
Esta afirmación requiere por cierto una aclaración. Kuperwasser explica: “La ley israelí de 1948 posibilita al gobierno a aplicar su soberanía en áreas que se hallaban bajo el Mandato Británico y que habían sido prometidas a Israel históricamente, reconocidas por la Liga de las Naciones en 1920 y 1922”.
Yosi Kuperwasser.
(Foto: Semanario Hebreo Jai)
“Está claro que habrá una reacción negativa de los sospechosos de siempre. Pero yo no creo que el cielo se desmoronará”, opina Kuperwasser. “Aunque claro que habrá violencia”. Destaca que la reacción palestina de declarar que ya no están comprometidos con el acuerdo de Oslo porque este prohíbe que ninguna de las partes dé pasos unilaterales respecto a las etapas finales, el estatuto definitivo de los territorios, es falaz. “Los palestinos mismos, a lo largo de los años, no solo han hecho todo contra los acuerdos de Oslo —se sumaron a la Corte Penal Internacional, pagaron salarios a terroristas, continúan con el adoctrinamiento y la incitación al odio—, sino que ahora también decidieron que ya no están comprometidos con el acuerdo.
La Autoridad Palestina ha advertido a Israel que habrá estallidos violentos. Sus representantes sostienen que no podrán controlarlo, aunque ellos no piensan chocar directamente con Israel. Kuperwasser no les cree. “La Autoridad Palestina azuzará la violencia, y Hamás por supuesto también lo hará”. Menciona ineludiblemente a Jordania, cuyo monarca, el rey Abdallah, ha advertido que el planeado paso israelí tendrá consecuencias nefastas y provocará un deterioro del acuerdo de paz con Israel. Kuperwasser está convencido de que eso es lo que el rey dice pero no lo que piensa. “Por un lado, los jordanos están felices de que tengamos soberanía en el Valle del Jordán, donde tienen presencia permanente, lo cual es clave para ellos para garantizar su estabilidad. Lo último que los jordanos quieren en este mundo es que los palestinos controlen el Valle del Jordán, pero algo tendrán que hacer, ya que gran parte de su población es palestina”, opina Kuperwasser. “Algo dirán, pero no será algo extremo”. Estima que lo mismo pasará con países árabes que considera cercanos a Estados Unidos, dependientes de su administración y, en algunos casos, también de Israel.
Kuperwasser rechaza el argumento de que este sería un paso negativo en relación a la posibilidad de lograr eventualmente la paz entre Israel y los palestinos. “Nunca he escuchado un argumento más ridículo, dado que hace mucho tiempo que no hay un proceso de paz, y la razón es la actitud de los palestinos”, sostiene. “La primera razón es la narrativa palestina, que rechaza la idea de que el pueblo judío fue soberano en esta tierra, y rechaza que Israel tenga legítimas preocupaciones de seguridad que deben ser atendidas, las cuales incluyen la necesidad de una presencia permanente en el Valle del Jordán”, recalca. Recuerda que el propio primer ministro Itzjak Rabin, quien firmó los acuerdos de Oslo, declaró en la Knesset que Israel debía mantener el control del Valle del Jordán por razones de seguridad. “Está claro que los palestinos no lo aceptarán. Así que si esperamos a que los palestinos lo acepten, estaremos esperando eternamente”.
Kuperwasser agrega: “Este paso le dice por primera vez algo muy firme a los palestinos. Les dice que siempre rechazaron todo, han sido intransigentes durante años y años, y eso siempre hizo que cada vez recibieran una propuesta mejor. Que después de los parámetros de Clinton llegó la propuesta de Ehud Olmert, luego la resolución 2334 del Consejo de Seguridad, y cada vez decían que no a las iniciativas de paz que iban llegando, tras lo cual recibían una propuesta mejor. Pero ahora, por primera vez, alguien le dice la verdad a los palestinos”.
Advierte: “Si insisten en decir no a todo, pagarán el precio. No podemos llegar a un acuerdo con los palestinos sobre el Valle del Jordán, porque la decisión allí deberá ser unilateral. Y si siguen diciendo que no a todo lo que se les sugiere, en cuatro años habrá otro paso que será a expensas vuestras. Así que deben tomar esto en cuenta, porque la situación reinante hasta ahora ya está cambiando. Y si señalamos a los palestinos que se paga un precio por rechazar todo, la probabilidad de que el proceso de paz avance es mucho mayor”.
Yosi Kuperwasser rechaza el argumento de que declarar soberanía israelí en Judea y Samaria echará a andar una bola de nieve cuyo efecto será una amenaza a la identidad de Israel como Estado judío y democrático. “No veo cómo es que eso puede suceder”, asegura. “Israel no impondrá su soberanía, bajo ningún concepto, en territorios densamente poblados por palestinos. Los palestinos tienen lo que ellos llaman Estado y nosotros llamamos Autoridad Palestina, y en la mayoría de dichos territorios están a cargo de su propio destino. Pueden tomar sus propias decisiones, como lo deseen”.
Recuerda que “si desean sumarse a un proceso de paz o no, es su decisión”, que pueden llevar a cabo elecciones. “Nadie les dice qué hacer, controlan su propio destino en sus territorios, depende de ellos”. Y agrega: “Yo no creo que Abu Mazen haga las valijas para mudarse a Jordania. Los palestinos seguirán controlando la tierra que controlan hoy, porque ese es el mayor logro del movimiento nacional palestino y no tienen motivos para renunciar a él”.
Y resume: “Israel continuará siendo el Estado nacional, democrático, del pueblo judío, con igualdad de derechos a toda su población, incluyendo a los musulmanes y otros ciudadanos no judíos de Israel”.
Fuente: Semanario Hebreo Jai. Versión NMI.