Ver más resultados...
E l paso inexorable del tiempo se ha llevado a Hillo Ostfeld. No esperábamos este fatal desenlace tan pronto, ni en estos días. Justo cuando lo necesitábamos para lo de siempre, pero más que en otras oportunidades: un consejo, una decisión, un lobby para alguna causa comunitaria, acompañarnos a ver a alguien o a irlo a ver, una llamada de atención, una felicitación… o recibir un regaño a lugar.
Hillo Ostfeld era conocido y famoso antes de que muchos de nosotros estuviésemos en alguna junta o participáramos en alguna actividad comunitaria. Quienes tuvimos la suerte de estar en alguna de sus juntas aprendimos de su hacer y actuar, de su fondo y su forma. Era un hombre recio, frontal y decidido. Valiente. Optimista y jovial.
A pesar de su estatura comunitaria, era profundamente sencillo. Buen conversador y excelente relator de historias personales y colectivas. De razonamiento convincente, intenso en sus posiciones y defensor de muchas causas justas y nobles. Trabajador incansable. Apasionado. Sincero en todas sus posturas, y con un buen sentido del humor.
Predicaba con el ejemplo, esa es una virtud que se admira y que muchas veces escasea. El primero en dar. Orgulloso de su comunidad, de sus amigos y de todos nosotros. Era el capitán de un equipo multitudinario, del cual siempre se sintió responsable y también apreciado. Todos los recursos de Hillo Ostfeld estaban al servicio de la comunidad. Su casa, sus bienes, sus contactos, sus amigos, sus influencias. Con la pasión que lo caracterizaba defendió a Israel, amó a Venezuela y denunció la barbarie de la Shoá. Allí estaba siempre para estas causas, sin pausa ni tregua.
Todo lo anterior es cierto y me impresionaba siempre. Pero hay algo más que nunca me dejó de cautivar y es un deber mencionarlo. Hillo Ostfeld era alguien con quien se podía discutir, tener posiciones encontradas, ponerse uno bravo con él y él bravo con uno, pero arreglarse.
Predicaba con el ejemplo, esa es una virtud que se admira y que muchas veces escasea
Capaz de tener razón y capaz de dar la razón. A pesar de su estatura como dirigente, su experiencia, su trayectoria, sus logros y en algún momento su edad, siempre oyó, discutió, razonó y, cuando se imponía, era a fuerza precisamente de la razón. El respeto que podíamos sentir por él se reciprocaba con creces, y eso lo hacía aún más respetable.
Cuando la comunidad organizada tomó la decisión de aceptar la mudanza del Colegio Or Jabad a los predios de Hebraica, esta iniciativa, que estuvo algo lenta y complicada, se destrabó y confirmó gracias a la intervención de Hillo Ostfeld. Este es uno de los tantos ejemplos de la intervención oportuna y necesaria de un padre de comunidad, equivalente en proporción a un buen padre de familia. Autoridad ejercida con elegancia.
Dije antes que Hillo Ostfeld era muy respetado. La verdad es que era y será muy querido.
Lo extrañamos… mucho.
- "Hillo, mi mentor comunitario", por Raúl Cohén
- "Hasta siempre, Hillo", por Paulina Gamus
- "Hillo, un mentsch", por Martín Goldberg
- "Hillo Ostfeld, Z’L", por Rabino Pynchas Brener
- "Un gran hombre", por Rabino Isaac Cohén
- "Tu legado queda entre nosotros", por Thalma Cohén de Gruszka
- "Uno de los patriarcas de la kehilá", por Sami Rozenbaum
- "Carta de Janán Olamy, ex embajador de Israel en Venezuela", por Janán Olamy
- "Sin tregua", por Rebeca Perli
- "Hillo Ostfeld, el diplomático", por Milos Alcalay
- "Las horas postreras", por Trudy Ostfeld de Bendayán
- "Carta de la Cátedra de Estudios sobre el Holocausto Hillo Ostfeld (ULA)"
El paso inexorable del tiempo se ha llevado a Hillo Ostfeld. No esperábamos este fatal desenlace tan pronto, ni en estos días.