H emos atravesado con éxito, con el favor de Dios, los días tremendos o temibles. El último de ellos es Simjat Torá, la alegría —o la fiesta— de la Torá, en donde se hace énfasis en festejar el hecho de haber recibido este libro sagrado.
Si bien es entendible por qué nuestros sabios ubicaron esta festividad justo en esta época, ya que la recepción de las Tablas de la Ley sucedió justamente en Yom Kipur, en ese día, donde todos ayunamos y nos arrepentimos de nuestros pecados, no es muy propio organizar un festejo. Por ese motivo, nuestros sabios hicieron coincidir Simjat Torá con Sheminí Ätzeret, ya que ese día es naturalmente alegre, cuya idea es organizar un banquete privado con Dios, pináculo de la alegría de Sucot.
Lo que sí hay que entender es ¿por qué se llama también “día temible”? ¿Qué tipo de temor nos debería despertar?
Está escrito en el Tratado de Kidushim (30b): “(Dice Dios) Creé la mala inclinación —yetzer hará— y como antídoto creé la Torá”. En otras palabras, la única manera de liberarse de la influencia del instinto bajo, que puede destruir familias, sociedades y a la misma persona, es a través de la Torá. Ella es la lógica divina puesta en el plano terrenal, la única que puede guiar nuestras vidas y conducirnos al éxito.
Por este motivo, a pesar de que la Torá es parte de nuestras vidas al aplicarla día a día, de todas formas merece festejarla un día en particular, donde la alegría sea desbordada.
De hecho, así como en Rosh Hashaná se determina la prosperidad, salud, éxito y demás condiciones de Israel y de todo el mundo, de la misma manera la alegría que tendrá cada uno de nosotros durante el año se determinará de acuerdo a la alegría que invirtamos en este día.
Ahora es posible contestar a las preguntas formuladas.
Este día es temible porque si no lo aprovechamos, no le sacamos el mayor beneficio posible, y no nos alegramos por tener en nuestras manos algo tan grande y poderoso, eso mismo podría llegar a ser —Dios no lo quiera— una acusación en contra nuestra, de no darle el valor suficiente y no considerar la importancia de lo único que nos puede salvar y proteger de cometer trasgresiones y errores en nuestras vidas.
Esta es la grandeza del último de los días temibles, de reflexión, introspección y retorno a Dios, en el cual marcamos el curso que habremos de seguir a lo largo del año que está comenzando.
Quiera Dios que nos dé los medios necesarios, la motivación y el impulso para aprovecharlo como se merece.
¡Shabat Shalom y Jag Saméaj!
Yair Ben Yehuda