Foto que acompaña el artículo sobre la muerte de Hassan Nasrala en The New York Times, cuya leyenda dice “Duelo en la Plaza Palestina de Teherán el sábado”
La muerte de Hassan Nasrala y la situación de los rehenes israelíes en Gaza son temas que vuelven a mostrar la cobardía y la indignidad profesional de instituciones noticiosas que alguna vez tuvieron prestigio
Sami Rozenbaum
Uno no pierde la capacidad de asombro al ver cómo algunos medios enfocan una situación en que Israel, un país que es permanentemente atacado desde seis frentes distintos, es representado siempre como el agresor, y a sanguinarios grupos terroristas como organizaciones respetables que representan a sus sufridos pueblos, siempre victimizados. Se trata de una actitud pusilánime, que se esconde tras una supuesta búsqueda de objetividad y ecuanimidad.
Al igual que en fechas recientes, haremos un breve resumen de dos casos emblemáticos.
La forma en que este reconocido diario encabezó el 28 de septiembre la noticia sobre la eliminación del máximo líder de Hezbolá, Hassan Nasrala, dejó atónitos a muchos lectores:
“Hassan Nasrala, líder de Hezbolá, líder y fuerza del Medio Oriente, muere a los 64 años”.
Quien haya leído este título y no tenga la menor idea sobre la realidad política del Medio Oriente (es decir, la inmensa mayoría), se quedará con la impresión de que un importante y admirado estadista falleció en su cama en forma inesperada.
Ante numerosas críticas, el Washington Post modificó levemente el título unas horas después:
“Hassan Nasrala, líder de Hezbolá y fuerza del Medio Oriente, fue asesinado”
El único cambio es que el gran estadista fue muerto, no falleció tranquilamente en su cama.
La autora de la pieza, Liz Sly, en un patético esfuerzo por erigirse en ejemplo de neutralidad y objetividad, describe a Nasrala en el cuerpo del artículo como “un clérigo chiíta que encabezó al grupo militante libanés Hezbolá durante décadas y se convirtió en uno de los líderes más poderosos y divisivos del Medio Oriente, reverenciado por sus seguidores como un salvador y condenado por sus opositores como un terrorista”.
En otras palabras, “depende del contexto”, como habría dicho la rectora de alguna prestigiosa universidad norteamericana.
Más Adelante, Sly comenta: “Tiempos de conflicto y crisis sirvieron para aumentar la influencia del señor Nasrala. En el último año se había convertido en una pieza clave mientras Israel luchaba una guerra total en Gaza, después de una mortal incursión y toma de rehenes por el grupo miliciano Hamás en octubre pasado. Hezbolá lanzó andanadas esporádicas hacia Israel desde bases en el sur del Líbano, manteniendo la región al borde de una posible conflagración mayor”.
Para la periodista, un bombardeo diario con decenas de cohetes, drones y piezas de artillería, que han causado decenas de muertes (incluyendo 12 niños que jugaban fútbol), la destrucción de muchas edificaciones y la calcinación de extensas superficies, son meras “andanadas esporádicas”.
Luego, Sly menciona que “El gobierno de Estados Unidos ha vinculado a Hezbolá con los ataques suicidas de 1983 contra la embajada de EEUU y los cuarteles de la Marina en Beirut, y el secuestro de ciudadanos estadounidenses”. No hace mención alguna a la destrucción de la embajada de Israel en Argentina (que Hezbolá claramente se atribuyó) ni a la de la AMIA.
Después dice que Nasrala “era visto como una figura paterna, una brújula moral y un guía político” entre sus seguidores. También lo califica como “un experimentado orador”.
Otro hecho más reciente que Sly olvidó mencionar fue la catastrófica explosión del depósito de peligrosas sustancias químicas de Hezbolá en el puerto de Beirut, que mató a cientos de personas y destruyó buena parte de la ciudad, ni el hecho de que el arsenal del grupo terrorista, como acaban de demostrar las Fuerzas de Defensa de Israel, se sitúa en hogares de muchos libaneses y, en un caso realmente alarmante, a muy corta distancia del aeropuerto internacional. Deben haberle parecido unos detalles nimios, que era mejor ignorar para no manchar la inmaculada imagen del gran estadista desaparecido.
Este diario no deja de asombrar con el enfoque que da a las noticias del Medio Oriente. El 28 de septiembre tituló:
“Manifestantes están de duelo por la muerte de Nasrala alrededor del mundo”.
Este artículo, sin firma, apareció ilustrado con la imagen de unas mujeres musulmanas llorando la desaparición del líder terrorista en la Plaza Palestina de Teherán, Irán (al menos eso dice la leyenda de la foto).
En un verdadero panegírico por Nasrala, el artículo señala: “Durante sus 32 años al frente de la organización, y con el apoyo de Irán, convirtió a Hezbolá en una fuerza política interna y una de las fuerzas no estatales más fuertemente armadas del mundo. Nasrala se oponía a Israel, al que llamaba “entidad sionista”, y sostenía que debería haber una Palestina con igualdad para musulmanes, judíos y cristianos. Era un orador poderoso, muy querido entre muchos musulmanes chiítas, un grupo históricamente marginado en el mundo árabe, y creó un Estado dentro de un Estado en el Líbano que brindaba servicios sociales”.
Sí. Aunque usted no lo crea, este benevolente líder de masas creía en “una Palestina con igualdad para musulmanes, judíos y cristianos”. Es de suponer que la violencia de Hezbolá hacia los cristianos, los drusos y los propios musulmanes sunitas del Líbano ejemplifican esa Palestina paradisíaca que Nasrala proponía crear. La desafortunada frase ha generado estupefacción en muchos sectores, e incluso fue criticada por el congresista Ritchie Torres, pero al momento de redactarse este comentario permanece inalterada en el portal del New York Times, como un homenaje al periodismo ingenuo.
Para salvar algo de la credibilidad de los anónimos autores del artículo, más adelante se reconoce que “Algunas comunidades también acogieron con agrado la muerte de Nasrala, incluidas aquellas en el Líbano que sentían que utilizó el poder de Hezbolá para tomar a todo el país como rehén de sus propios intereses, o en lugares como Siria, donde los combatientes de Hezbolá habían ayudado a apuntalar el gobierno del presidente Bashar al-Assad cuando se vio amenazado por un levantamiento popular”.
A pesar de esto, el artículo se explaya en la descripción de otras manifestaciones de duelo por Nasrala en todo el mundo, como para conmover a los lectores.
La BBC se niega a calificar a Hamás como “terrorista” en un documental sobre el 7 de octubre
La BBC ha vuelto a provocar controversia, con la reciente emisión de un aclamado documental que narra el devastador ataque de Hamás del 7 de octubre al festival de música israelí Nova.
En el original de Surviving October 7: We Will Dance Again, emitido en Estados Unidos y en todo el mundo, el texto de apertura dice “Las FDI afirman que 3000 terroristas violaron la frontera de 40 millas de largo”. Sin embargo, la palabra “terroristas” no aparece en la versión de la BBC.
El director del documental, Yariv Mozer, explicó el extraño corte en una entrevista con el Hollywood Reporter: “La versión que emitirán no describe a Hamás como terrorista. Fue un precio que estuve dispuesto a pagar para que el público británico pudiera ver estas atrocidades, y decidir si se trata de una organización terrorista o no”.
Citando directrices editoriales de larga data, la BBC argumentó que la película muestra “con implacables detalles la forma en que Hamás se propuso masacrar a la mayor cantidad posible de personas”, y señaló que las descripciones de Hamás como terroristas que hicieron los propios sobrevivientes permanecieron inalteradas en el documental.
Sin embargo, esta “defensa” de la BBC ha generado fuertes críticas, ya que se alinea con un patrón inquietante observado en la cobertura de la emisora británica durante el año pasado. Según la Campaña Contra el Antisemitismo (CAS), la BBC ha evitado sistemáticamente utilizar el término “terrorista” al referirse a Hamás desde el 7 de octubre, a pesar de que su propio gobierno lo ha designado como tal.
“El público británico debería poder esperar algo mejor”, señaló un portavoz de la CAS. “¿A un cineasta que hace una película sobre la masacre de asistentes a un festival de música por parte de una organización genocida antisemita y proscrita se le impide llamarlos terroristas? Esto desafía la razón”.
Fuente: Jewish Breaking News.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.