El año 5778 ha sido profundamente luctuoso para nuestra comunidad; registramos la desaparición física de figuras señeras de nuestro devenir como Hillo Ostfeld, Salomón Cohen y ahora David Yisrael. NMI ofrece un sentido homenaje a quien dedicó todos sus esfuerzos a evitar que el terrible período de la Shoá se desvaneciera en el olvido
Recuerdo con cariño (y algo de temblor) las enseñanzas de idish de nuestra querida morá Fania Lapscher. Año tras año regresábamos a Los Tres Grandes (Di Drei Groise) de la literatura idish: Shalom Aleijem, Shalom Asch y Méndele Mojer Sfarim.
Este recuerdo me lo disparó la reciente pérdida de tres grandes de nuestra comunidad: Hillo Ostfeld, Salomón Cohen y David Yisrael. Cada uno a su manera, cada uno con su estilo particular, son íconos y referencias obligadas en el quehacer diario de familia, comunidad, Venezuela e Israel. Nuestro cariño, respeto, recuerdo y agradecimiento para ellos.
Cada uno tiene su historia, pero nos permitimos hermanarlos en el privilegio de haber podido interactuar con ellos y sus familias desde siempre. Amigo de abuelos, padres e hijos, compartimos alegrías y tristezas íntimas juntos. Nos sentimos siempre apoyados y queridos en los proyectos de negocio de antaño, y recientemente los proyectos comunitarios del Séder de Yom Hashoá.
Generosos con su tiempo, sus consejos y relaciones. Generosos con los miles y cuidadosos con los céntimos, siempre trasmitiendo en forma práctica los valores de trabajo, ahorro, familia y comunidad. Generosos con los encumbrados y con los menos encumbrados, su relación personal no se modificaba por los títulos; salía de adentro de sí mismos, valorando a cada uno por lo que era.
Numerosas anécdotas nos muestran su temple. Sus biografías detallan sus aventuras. Fueron vidas largas y llenas de logros y reconocimientos. Cada uno de ellos fue creativo, innovador y constante en sus actividades y en su contribución comunitaria.
Ninguno de ellos lo tuvo fácil. Salieron de abajo, bien abajo, y trabajaron duro hasta el final. Lograron redefinir varias veces las palabras “imposible” e “increíble”. De la nada lo obtuvieron todo. Teniéndolo todo, enfrentaron la impotencia de pérdidas familiares innenarrables y situaciones familiares muy dolorosas. Imagino que Dios necesita sus “Job” en cada generación.
No lo hicieron solos, junto a ellos estaba siempre su mujer. Cada una de ellas, con valor y méritos propios, se encargaron de potenciar sus fortalezas y complementar sus falencias. Ellas quedan de pie junto a sus hijos, nietos y bisnietos, en clanes diseminados por el mundo pero unidos por esa tradición familiar que lograron imponer. ¡Que sus buenas acciones preserven el buen nombre y recuerdo de cada uno de nuestros Tres Grandes!
Hillo, Salomón y David, ¡Kol Hakavod! Mil gracias por sus gentilezas, sus consejos y sus regaños. Que sus vidas nos sirvan de inspiración para hacerlo bien y mejor. Klara, Dita y Dorita, gracias por su cariño. A mis amigos, los hijos y nietos de los clanes, que sigamos construyendo buenos recuerdos juntos. Sigamos honrando su memoria con buenas acciones en su nombre.
Shalom U’berajá
Es difícil expresar el sentir ante la pérdida de un mentsch, un ser extraordinario como lo fue don David Yisrael Z’L, un ejemplo a seguir por todas la generaciones venideras.
Hombre trabajador, baluarte de la kehilá, corazón generoso y abierto a su comunidad. No había proyecto en pro del beneficio de su comunidad al que don David dijera “no”.
Don David siempre supo inculcar en su familia, amigos y empleados, el sentido de familia, de honradez, de trabajo.
Realizando su misión de vida, fundó, junto a otros sobrevivientes de la Shoá, el Comité Venezolano de Yad Vashem – Sobrevivientes del Holocausto, Institución en la que tuve el honor de trabajar, y donde junto a Trudy Spira Z’L, Hillo Ostfeld Z’L, Annie Reinfeld Z’L, Harry Osers Z’L, Paquita Sitzer y otros, dejó el legado sagrado de “nunca olvidar”, de divulgar siempre, de rendir homenaje a aquellos seis millones de mártires exterminados en la Shoá.
No hay palabras para expresar el sentir, don David. Gracias por su ejemplo, gracias por las lecciones impartidas, gracias por su amor y dedicación, gracias por su legado, que nosotros, la segunda generación, seguiremos con el mismo empuje, amor, y dedicación que usted con su maravilloso equipo nos inculcó.
Descanse en paz, gran hombre. Que Dios lo tenga en su santa gloria y le dé la paz y tranquilidad que usted tanto merece. Llegue a sus familiares nuestra más sincera palabra de consuelo.
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Un recuerdo para el profesor Harry Osers,en una clase de Geometria Descriptiva dictada por el Dr.Osers un compañero se presento con una insignia,una svastica,en una chaqueta que portaba,el profesor Osers le pregunto si conocia el significado de la misma,por supuesto ni el compañero ni nosotros conociamos realmente lo que implicaba esa insignia,solo sabiamos que era algo aleman,eramos unos niños de 17 años de edad,el Dr.Osers se levanto la manga de la camisa y nos mostro unos numeros tatuados en su antebrazo y luego en breves palabras nos explico su significado,el compañero le pidio perdon y le dijo en alta voz que quemaria aquel simbolo al llegar a su casa,todos estabamos avergonzados y conmovidos.ocurrio en 1973 en la UCV.