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“E nvía para ti hombres que espíen la tierra de Cnaän, la que yo doy a los hijos de Israel; un hombre será por cada tribu paternal, enviarás cada líder de ellos” (Bamidbar 13,2).
Israel se prepara para regresar a la tierra paternal, y solicitan enviar representantes para verificarla, para comprobar la bendición que reposa sobre ella y elaborar planes de conquista, según el tipo de habitantes.
Dios dice a Moshé: “Envía para ti…”. Rashí: “Yo les he dicho que la tierra es próspera, no hay necesidad de comprobar las bondades que hay en ella; si deseas, manda una comitiva a tu consideración”. Esta iniciativa fue generada, aparentemente, porque Israel tuvo ciertas dudas respecto a la realidad de la Tierra Santa. ¿Por qué?
Explica el Sefat Emet: “La tierra de Israel es comparada a la trasmisión oral de la Torá, la cual requiere de mucho esfuerzo para entenderla y hacerla parte de uno. Todo depende de la voluntad y determinación que tenga la persona que se acerca a estudiarla e internalizarla.
Lo mismo sucede con la Tierra de Israel: todo converge en las ganas que tenga cada persona de conquistarla y hacerla parte de uno. Como está escrito: ‘Y será conquistada la tierra frente a Dios’ (Bamidbar 32, 22). Es decir, en primera instancia deberá ser ‘conquistada’ por ustedes, por su propia voluntad, y después Dios estará de acuerdo con ustedes y les ayudará y apoyará para materializar la empresa. Cuando al final de esta historia los hijos de Israel rechazaron ingresar en ella, dañaron el concepto de ‘voluntad’ preliminar para entrar a la tierra, y consecuentemente no tuvieron el mérito de habitar en ella”.
No es tarea fácil alcanzar el grado de voluntad requerido para reconquistar nuestra amada tierra de Israel, pues ella tiene la capacidad de rechazar a quien no sea apto para habitarla, como claramente está señalado en la Torá, ya que la voluntad de la que se habla aquí está estrechamente unida al deseo de cumplir las mitzvot correspondientes a ella, estudiar y rezar respirando un aire de santidad que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo.
Si en nuestra mente está la idea de subir a Israel por sus bonitos paisajes, por la comida, por lo avanzado de la tecnología, por su folklore, etc., estamos errando el objetivo, y ese cariño mermará cuando se hastíe de la comida, de los paisajes, y el carácter del israelí le haga dar un paso atrás.
El verdadero patriotismo por nuestra amada tierra comienza en las sinagogas y casas de estudio, en cuánto apreciamos las mitzvot que nos dio el Creador del universo, y el verdadero deseo de cumplirlas cuanto antes en su sagrada morada.
Cuando nos recuerdan la palabra Israel, a cada uno de nosotros nos palpita el corazón con más fuerza. Démosle dirección correcta a esta pasión.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda