A nte las bárbaras arremetidas de ISIS, tan promocionadas por ellos mismos, muchos piensan que, dentro del extremismo islámico, es el movimiento que más riesgos encarna. Sin embargo, los métodos utilizados por la teocracia iraní son análogos. La diferencia es que los primeros son sunitas y los segundos son chiítas, y existe una antigua enemistad entre los dos sectores.
ISIS y el gobierno iraní ejercen en paralelo un férreo control sobre la población que subyugan. Pero con respecto a Irán la situación es incluso más grave, pues los ayatolas tienen todo el poder del Estado: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Fuerzas Armadas, administración del patrimonio, Relaciones Exteriores, representación en la ONU, cuidado de sus fronteras, etc. Si bien ISIS intenta tener el poder de un Estado, en definitiva es un grupo terrorista que en determinados lugares tiene ciertas prerrogativas estatales.
ISIS ha desplegado el terror fuera del Medio Oriente y África, donde se ubican sus espacios “naturales”; ha perpetrado ataques, entre otros, en Francia, Dinamarca, Bélgica. En ese aspecto Irán les lleva la delantera: recordamos la destrucción de la embajada de Israel en Argentina, del edificio sede de la AMIA y, más recientemente, el ataque contra un autobús de turistas israelíes en Bulgaria. Según fuentes de seguridad, Irán es el mayor generador de terror, indican que su apoyo a extremistas en Líbano y Siria amenaza con desestabilizar la región. Señalan que “Irán arma a los grupos terroristas que operan en el mundo, englobando a los de Europa y América, y mantiene redes terroristas dormidas para ser activadas en su momento”.
A nivel interno, las técnicas de ambas tendencias son igualmente crueles. En las áreas de Irak y Siria controladas por los yijadistas de ISIS, aplican una versión radical de la sharía e imponen castigos estrictos como decapitaciones, lapidaciones y crucifixiones a quienes contravienen sus normas.
Esas prácticas inhumanas también se realizan en Irán, donde todo acto considerado como una violación de los preceptos religiosos es condenado con penas brutales como el lanzamiento desde lo alto de predios.
Podemos concluir que mientras exista el Islam radical, ya sea sunita o chiíta, no habrá armonía en el Medio Oriente ni seguridad en el mundo.
Beatriz Rittigstein
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