Esta tercera entrega sobre los efectos de la pandemia en el mundo se centra en los aspectos económicos y financieros. Para ello hemos consultado a Sary Levy-Carciente, destacada académica de nuestra kehilá, cuyas reflexiones permiten entrever el panorama que afrontará el mundo cuando se normalicen las actividades
Sami Rozenbaum
NMI. El aislamiento social obligatorio en todo el mundo ha generado una “recesión instantánea”. Algunos piensan que será severa y prolongada, mientras que el FMI proyecta un fuerte crecimiento mundial para 2021 de más del 5%. Según la experiencia histórica, ¿cómo vislumbra las consecuencias económicas a corto y mediano plazo de esta pandemia?
S.L. La pandemia que tuvo su epicentro en Wuhan, China, se ha extendido por el planeta entero, y para frenar el contagio entre las personas la estrategia utilizada por la mayoría de los países ha sido la del aislamiento, el confinamiento, lo que ha paralizado la dinámica productiva con nefastas consecuencias socio-económicas.
A la fecha, las proyecciones de caída del producto mundial se sitúan en un 3%, y considero que viviremos un lento proceso de recuperación. Estamos ad portas de la mayor recesión desde la depresión de los años 1930, siendo esta la mayor destrucción de salud, riqueza y bienestar de forma abrupta de los tiempos modernos.
La bolsa de Nueva York, vacía (Foto: Los Angeles Times)
Después de la Primera Guerra Mundial y la “gripe española” de 1918-19 vino la próspera década de 1920. ¿Puede suceder algo similar ahora, considerando además que los países cuentan con políticas para intervenir en la economía que no existían en aquella época?
Si bien la Gripe Española también fue una pandemia de alcance global y que cobró la vida de unos 50 millones de personas, ese momento histórico y el actual muestran sustanciales diferencias. Los felices o dorados años 20 se vivieron en los EEUU, que no habían sido afectados por la Primera Guerra Mundial, y más bien crecieron por la venta de armamento, disfrutaron de un desarrollo de su mercado bursátil y un traslado de hegemonía económica. Esa década, que finaliza con el crack de 1929, sería sucedida por la depresión de los 30, de la que no se saldrá hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, una serie de lecciones históricas de esa y muchas otras crisis orientan las acciones de política del presente. Es por ello que los gobiernos del mundo se aprestan a aprobar abultados paquetes de apoyo a los trabajadores, a las empresas, flexibilizaciones impositivas, adquisiciones masivas de títulos, que alcanzarían un 33% del producto mundial. De igual manera, organismos internacionales evalúan la posibilidad de ofrecer paquetes de ayuda a los países más pobres y duplicar el monto destinado a facilidades financieras; se aboga por una condonación masiva de deuda, así como el incremento de DEG (derechos especiales de giro), como mecanismo de respaldo de las cuantiosas emisiones que se estan realizando.
Este nivel de gasto público no tiene parangón histórico. Un referente de una acción en esta dirección fue el llamado New Deal del presidente Franklin Roosevelt (equivalente a unos $700 millardos actuales), que si bien en el corto plazo pudo evitar la profundización de la crisis no logró impulsar la recuperación a niveles previos de la depresión, mientras que sentó las bases para un engrosado sector público y el endeudamiento de todas las generaciones desde su momento de nacimiento.
La destrucción de millones de empleos no será fácil de revertir, sobre todo para los menos calificados. La cuarentena puede generar también muchas muertes por causa de la miseria. En su opinión, ¿qué debería haberse para enfrentar este dilema?
No todas las sociedades se encuentran en igualdad de condiciones para enfrentar los efectos socio-económicos de esta pandemia. En el proceso hay un ajuste a la baja de los rendimientos de todos los sectores, y los portafolios de inversión presentan un traslado hacia la calidad, por lo que el impacto en los mercados emergentes y no desarrollados será más fuerte que en el mundo desarrollado. Ello nos habla de un incremento de la desigualdad mundial, amén de una baja en el nivel y la calidad de vida en general.
Todo apunta a una modificación importante en los patrones de producción, consumo y de organización social. El mercado laboral desde ya se observa fuertemente afectado, y las estimaciones apuntan a impactar entre el 40% y el 70% de la población mundial. Según la Organización Mundial del Trabajo, se estima que habrá una reducción del empleo de casi el 7% (195 millones de trabajadores a tiempo completo).
Las calles de París, desiertas (Foto: SkyNews)
Junto con la cantidad, la forma de relación y la presencia física en el espacio laboral se van a modificar, posiblemente acelerando tendencias que ya se perfilaban. Aquellas actividades que puedan realizarse de forma remota verán un impulso en esta modalidad, así como también los servicios que se puedan ofrecer a distancia; pero ello no es aplicable a todos los trabajos ni sectores, ni este traslado se generará de forma homogénea en todos los países. Particularmente, en los países de ingresos medios y bajos, los sectores más afectados poseen elevadas proporciones de trabajadores en la informalidad y con características de precariedad.
¿Cree que el mundo pos-pandemia verá un fortalecimiento de los Estados a costa de la empresa privada, o al revés?
Este es uno de los peligros más graves que tendremos que enfrentar. El miedo a lo desconocido y la incertidumbre son terreno fértil para que se impongan mecanismos de control y restricciones a las libertades individuales. Si bien en momentos de emergencia algunas restricciones pudieran ser consideradas válidas, el reto ciudadano es impedir que ellas se conviertan en la norma y subviertan las conquistas de libertades individuales que se han logrado a lo largo de la historia.
Vale destacar que, en este sentido, ciertos relatos sobre la eficiencia o éxito de algunos mecanismos de control de la pandemia son un elemento a revisar con atención, pues intentan imponer por el discurso una práctica de conculcación de libertades. Al contrario, se devela que justamente por la falta de difusión libre, temprana y trasparente de la información fue que el contagio no logró contenerse y se convirtió en pandemia mundial.
De otro lado, en lo relativo al tratamiento, cura o generación de vacunas, los ojos del mundo se han dirigido a los centros de investigación, universidades y empresas del ramo, que esperamos lleve a valorar el necesario financiamiento de los mismos y el respeto de los derechos de propiedad asociado a lo que es un trabajo científico, profesional, arduo, de indiscutible valor para la sociedad.
Una planta automotriz alemana, paralizada (Foto: SpaNews)
¿Cuáles estima que son los mayores obstáculos para la recuperación económica a partir de este momento en el mundo, y en Venezuela?
Tan pronto se inicie el levantamiento del confinamiento social veremos activarse la actividad económica, pero todo apunta a que tanto las proyecciones de venta de los productores como la confianza de los consumidores serán revisadas a la baja. Esta cautela, por demás racional, ralentiza la recuperación económica, tanto de nivel como en el tiempo. Estas situaciones tienden a generar políticas proteccionistas, que tampoco favorecen sinergias globales de recuperación. Por ende, vencer los temores y promover la cooperación global sobre bases reales es uno de los retos más importantes de 2020 y 2021.
El caso Venezuela se exige una consideración aparte. Vale recordar que entre 2013 y 2019 la economía venezolana se contrajo en alrededor de un 70%, sus reservas están en mínimos históricos, el país está en default de su deuda externa desde 2017, el descontrol fiscal y las restricciones financieras internacionales llevaron a una monetización descontrolada del déficit impulsando un espeluznante proceso hiperinflacionario desde finales de 2017, que se redujo un poco en 2019 a expensas de asfixiar al sector bancario nacional, y que cuando digo que se controló un poco hablo de una inflación en 2019 del 9500% comparada a la de 1.300.000% en 2018. En ese proceso nuestro signo monetario fue pulverizado, y con él la capacidad adquisitiva del venezolano. Precarización del empleo, remuneraciones insuficientes, pobreza, desnutrición, aumento de mortalidad infantil y materna, deterioro de los servicios básicos y migración fueron los signos más notables. Así llegamos a este 2020, teniendo que enfrentar esta terrible pandemia.
Las posibilidades de recuperación de Venezuela exigen inicialmente concretar un cambio político. A partir de ahí es posible dibujar una senda de recuperación multidimensional del país. Muchos de los aspectos que se consideraban viables a finales del 2019, muy posiblemente haya que redefinirlos, pues el entorno internacional ha cambiado sustancialmente (mercado petrolero, financiamiento disponible por parte de organizaciones internacionales, situación de la economía mundial…). Ello obliga a proyectar la economía venezolana apalancada principalmente a partir de la inversión privada, en las diversas vocaciones regionales, y con un sector público abocado a la generación de oportunidades sociales y coordinación de esfuerzos que proyecten al país hacia el futuro. No será sencillo, pero es completamente posible.
En el caso particular de nuestra comunidad, ¿cómo ve las consecuencias de una paralización tan amplia de la actividad económica, social y cultural?
Nuestra comunidad, al igual que el resto de la sociedad venezolana, sentirá el impacto de esta crisis; no solo por el impacto que sus integrantes tendrán desde un punto de visto económico, sino que deberemos revisar la interacción en importantes espacios: el colegio, el centro comunitario, las sinagogas y nuestros espacios culturales. Ello nos obliga a innovar, para que la riqueza que ellos siempre han logrado permanezca, y hacer de esta crisis una oportunidad para proyectarlos aún más. Confío en nuestra creatividad e inventiva para lograrlo.
Sary Levy-Carciente
Economista, doctora en Estudios del Desarrollo, master en Economía Internacional y Especialista en Ciencias Administrativas. Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas en Venezuela. Docente titular de la Universidad Central de Venezuela, donde fue Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Becaria Fullbright del Centro de Estudios en Polímeros (Boston University), y Visiting Scholar del Departamento de Economía de la Universidad de Massachussetts. Responsable del cálculo y análisis del Índice Internacional de Derechos de Propiedad (PRA, Washington, DC). Consultor y asesor económico. Posee múltiples publicaciones y es conferencista invitada en reuniones académicas y profesionales.