Yusuf, un niño árabe de 10 años residente en Kafr Akab, localidad ubicada al norte de Jerusalén, iba a tomar el ascensor de su edificio. Al abrirse la puerta Yusuf dio un paso al frente, pero el ascensor no estaba allí; cayó cinco pisos y se estrelló contra el fondo de concreto.
Un vecino lo encontró media hora más tarde. Fue trasladado inmediatamente a la clínica más cercana de Kupat Jolim (servicio médico publico), pero por la gravedad de su estado hubo que trasladarlo al Centro Médico Hadassa en Ein Kerem, Jerusalén. Tenía una terrible fractura frontal de la cabeza y grietas en la
base del cráneo, perdía fluidos cerebrales, su maxilar inferior estaba destrozado y tenía fracturas en brazos y piernas.
El médico principal que lo atendió fue el neurocirujano Samuel Moscovici, originario de nuestra kehilá. Junto a un equipo de 40 personas entre facultativos de diversas especialidades, enfermeros y técnicos, trabajó toda la noche en la operación de emergencia para salvar la vida del niño. Entre los equipos que
utilizaron se contó un microscopio muy avanzado que el hospital acababa de recibir como donación de la organización Hadassa de Francia.
Yusuf se salvó, y tras ulteriores operaciones se está recuperando satisfactoriamente. Ya juega con su táblet y su teléfono.
Samuel Moscovici egresó el Colegio Moral y Luces “Herzl Bialik” en 1998, y se graduó de médico cirujano en la UCV en 2004; dos años después hizo aliá. Cumplió su residencia y especialización en Neurocirugía en el Centro Médico Hadassa, tras lo cual realizó un curso de dos años en Australia. De 38 años de edad, está casado y tiene tres hijos.
En una breve entrevista vía correo electrónico, Moscovici comenta: “Siempre estoy en contacto con la comunidad. Hace dos meses asistí al reencuentro de mi promoción y fue especial ver a la gente con la que crecí. Siento un gran amor por mi país, Venezuela, y por mi comunidad; y siempre estaré agradecido a la kehilá de Venezuela, de la cual soy parte aunque no vivo allí”.
El neurocirujano ha tenido varias experiencias con casos graves. En 2014 fue uno de los especialistas que atendieron a los heridos del atentado terrorista de la sinagoga Har Nof, en Jerusalén, en el que unos palestinos atacaron con armas de fuego y hachas a las personas que estaban rezando. Meses más tarde, por su propia iniciativa, envió un artículo a Nuevo Mundo Israelita narrando el caso; allí afirmaba: “Las personas que resultan heridas en los atentados aparecen mencionadas en los medios simplemente como ‘los heridos’, y tanto para el lector como para el mundo prácticamente no existen. (…) Es importante que la gente sepa que ‘los heridos’ siguen sufriendo por meses y años”.
En cuanto a Yusuf, aún no puede hablar ni sonreír, pero según los médicos, un mes después del accidente su recuperación ha sido magnífica. Su padre es trabajador de sanidad, pero actualmente está desempleado; su madre es ama de casa, y ha aprendido cómo se dice “milagro” en hebreo. Son afortunados de vivir en Israel, donde se atiende con las técnicas más avanzadas y con igual prioridad a cualquier paciente, sin importar quién sea y sin costo alguno, contando con la labor de profesionales de gran sensibilidad como Samuel Moscovici. Termina así su entrevista: “Cuando necesité ayuda, la comunidad siempre nos tendió la mano a mí y a mi familia. Mi correo electrónico y teléfono están y estarán siempre disponibles para preguntas y cualquier ayuda de mi profesión, en especial para cualquier persona de nuestra comunidad”.
S.R.
Para este artículo se utilizó información de The Jerusalem Post y fotos de Semanario Hebreo Jai.