Diciembre normalmente es una época de festejo, de unión familiar, salida con los amigos, compra de regalos para adornar el arbolito que irradia alegría en los hogares venezolanos. Pero el 21 de diciembre de 2008 se decretó una expropiación que tomó por sorpresa a la familia Cohen y a gran parte del país.
En esa oportunidad, hace ya casi 15 años, se derrumbó el sueño de cientos de pequeños empresarios que habían puesto la esperanza en un centro comercial a construirse en la parroquia Candelaria, con el sello de excelencia que caracteriza a la familia Cohen.
De nada sirvió un referéndum popular realizado por los residentes de esa populosa parroquia, que abrumadoramente apoyaba la construcción de dicho centro comercial, como las enormes ventajas para todos los habitantes de la zona en seguridad, pago de servicios públicos, compras de todo tipo de productos e insumos en un ambiente seguro y agradable, actividades recreativas, etc.,amén del impacto que representarían para la Alcaldía del Municipio Libertador los ingresos importantísimos por concepto de impuestos, derivados de las licencias de uso comercial que cada uno de los 339 locales debía tramitar y pagar mensualmente.
La ubicación era muy apropiada, ya que la obra converge con la Avenida Andrés Bello, la Avenida Urdaneta, la Avenida México, las parroquias San Bernardino, La Candelaria entre otras zonas aledañas, como la Avenida Universidad.
El hecho cierto es que rectificar es de sabios, y el pasado año la Procuraduría General de Nación devolvió formalmente la titularidad del referido centro comercial a los ingenieros Alfredo y Roberto Cohen, en representación de la empresa vinculada a ese proyecto, en un acto en dicha sede.
A partir de ese momento y a pesar del tiempo trascurrido, esos pequeños comerciantes volvieron a ilusionarse con ese proyecto que tanto les había costado, y que el domingo pasado se hizo realidad con la inauguración oficial del Sambil La Candelaria.
Como es costumbre, esa memorable inauguración se produce un 28 de mayo, fecha icónica porque ese día de 1927 vino al mundo en Jerusalén, Israel, el patriarca de la familia, Don Salomón Cohén Levy Z’L, quien dedicó gran parte de su vida al sector inmobiliario, dando grandes facilidades de pago a miles de familias que adquirían viviendas en sectores populares como justamente La Candelaria.
Salomón nunca permitió que se demandara a ninguna familia por falta de pago, y lo digo con conocimiento de causa, por ser abogado de la firma por décadas.
Así las cosas, en 2018 Salomón paso a otro plano, pero dejó construido esta vez no un complejo de edificios, no un centro comercial, dejó cimentada una extraordinaria familia que lidera su esposa Dita Cohén, en unión estrecha con sus seis hijos: Carlos, Fanny, Thalma, Roberto, Alfredo y Ricardo, así como la camada de nietos y bisnietos que han llevado el testigo de la calidad aunado a la ética empresarial a su más alto nivel.
El pasado domingo 28, a las 7:00 am de ese día tan importante para la ciudad, se inició con la primera carrera “Sambil une a Caracas” de 11,5 kilómetros, cuyo recorrido fue del Sambil La Candelaria al Sambil Chacao y retorno al Sambil La Candelaria, una nueva y exigente ruta que nos hizo esforzarnos al máximo.
Por la noche fue el brindis, donde se dieron cita gran cantidad de amigos y allegados a la familia Cohén y que contó con la presencia de personalidades como el embajador de España Ramón Santos Martínez y su señora esposa, diplomáticos de las embajadas de Alemania e Italia, el presidente el Banco Mercantil Nelson Acosta, empresarios de la talla de Lorenzo Mendoza, Horacio Velutini, Eduardo Simón Nucete, Sady Chocrón, José Benatar y Jacobo Cohén, entre otros.
Esta apertura es un logro colectivo que llena de orgullo a todos los involucrados en un hermoso proyecto que ha creado más de 4000 empleos directos y otros tantos miles indirectos, que ha iluminado una zona neurálgica de la ciudad haciéndola más segura, más activa y más productiva, porque si hay algo que necesitamos con urgencia es producir, porque tú no puedes repartir lo que no produces y no puedes repartir lo que es de otros, ya que en esas circunstancias en poco tiempo ya no tendrás nada que repartir y los que producían no lo harán más.
Por lo pronto, esta historia ha tenido un final feliz como se merece Venezuela, un país que pese a todas las dificultades sigue hermoso y con los brazos abiertos, así como siempre los tuvo Don Salomón Cohen Levy Z’L para con todos los que por dicha tuvimos el privilegio de cruzarnos en su camino.