Roberto Vainrub
Salo era un ser cuya generosidad trascendía límites. Su entrega desinteresada, sin alardes ni publicidad, reflejaba la esencia misma de esa virtud, en secreto (basseter), como prescribe nuestra tradición.
Aunque Salo fue por muchos años nuestro compañero de promoción, Lily y yo lo conocimos en profundidad cuando nuestra adorada hija Claudia se casó con nuestro queridísimo hijo José, su sobrino, quien encontró en él no solo a un tío, sino a un padre abnegado que asumió de forma extraordinaria esa responsabilidad tras la prematura pérdida de su papá.
Marisol, también nuestra querida compañera de clase, el amor de su vida, fue su fiel compañera, su cómplice en tantas cosas. Juntos compartieron la pasión por la música y el canto coral, entre tantos otros intereses que los unían.
Salomón Z’L y Marisol
Inteligente y bondadoso, que en este caso no es un oximoron, Salo irradiaba una sonrisa contagiosa, acompañada de ocurrencias que alegraban a quienes lo rodeaban, incluso cuando él mismo padecía de fuertes dolores que venía arrastrando desde su niñez.
Destacado estudiante y líder comunitario admirado y querido por todos. El pater familias de su familia y también de nuestra comunidad. Un líder positivo, amplio, integrador. Salo expresaba constantemente su gratitud por el apoyo recibido cuando lo necesitó, devolviendo con creces, generosamente, a la comunidad, tanto en tiempo como en recursos.
El Salomón que conocimos fue ejemplo de autosuperación, rebeldía empedernida, con un permanente espíritu emprendedor, orgulloso de ser judío venezolano y soldado al servicio de su comunidad. Su casa en Los Chorros era un refugio para todos, donde la puerta siempre estaba abierta para amigos y desconocidos por igual. Nunca se sabía cuántos de los invitados de sus hijos se quedarían a comer o a dormir, aunque sus hijos Yosi 2 y el Coco no estuvieran. Fue patrocinante de los estudios de muchos de esos amigos, que como mucha otra gente recurrían a él por sus sabios consejos y apoyo incondicional. También esa casa tan particular fue sede permanente de la coral de la Universidad Simón Bolívar, que junto a su esposa, su familia, sus amigos y su comunidad fue otro de sus amores.
Su legado va más allá de la realidad, desafiando la descripción idílica de un personaje de ficción. Nuestro consuegro fue real, y fue mucho más de lo que las palabras pueden expresar.
Que su recuerdo y ejemplo sirvan de consuelo.
4 Comments
Gracias Roberto Vainrub y NMI por honrar y recordar a Salo como merece. Un heroe sin capa para su familia y su comunidad.
Extraordinario ser humano, amigo y hermano. Dios lo bendiga siempre. Su amor trasciende a través del tiempo.
Precioso escrito Roberto, sobre nuestro compañero Salomón zl.
Que su memoria sea bendita y su recuerdo imborrable.
Extraordinaria descripción de nuestro muy querido Salomón, quien fue y desde la dimensión donde ahora se encuentra, seguirá siendo una gran persona. Su recuerdo perdurará para todos los que tuvimos la dicha de conocerlo