Rabino Isaac Cohén*
Rosh Hashaná es Yom HaDin, Día del Juicio. ¿A quién no le preocupa comparecer a juicio? Cualquiera se angustia. Sin embargo, enseñaba Rabí Jiá (Yerushalmi Rosh Hashaná 1:3) que el pueblo de Israel acude a juicio, a Yom HaDin, con ánimo alegre, bien vestido, y come y bebe con gusto. ¿Por qué? Porque el pueblo de Israel ama la justicia. Pero, eso sí: la justicia auténtica y sin compromisos, ajena a las presiones, a las modas y a los caprichos. La justica que nace de la boca de Dios, inspirada en las palabras de la Torá.
Leemos en Devarim (16:20): Tzédek, tzédek tirdof (“Justicia, Justicia perseguirás”). Sin duda, la vocación por la justicia es la cualidad que define al pueblo judío. Justicia dos veces, para subrayar su importancia, y justicia que debe perseguirse y buscarse de manera activa. La justicia no puede abandonarse a la dejadez y a la indolencia, se construye día a día. La justicia no es justicia si se ejerce de manera unilateral; siempre habrá de ser el producto de una interacción de una parte con la otra. La confrontación de dos versiones. También por tal motivo justicia dos veces: la justicia entre Dios y el hombre, entre el hombre y su prójimo, y entre el propio y el extraño. Además, la justicia del rigor que sanciona las faltas, y la justicia de la bondad que subsana las desigualdades. Aquella justicia que viene definida en hebreo con la palabra Tzedaká, término que no resulta posible traducir de manera satisfactoria.
También, por eso, tenemos dos días de Rosh Hashaná. Uno para la difícil reflexión acerca de aquellas cosas en las que hemos fallado, el otro para la esperanzadora confianza en la infinita misericordia de Dios. En los agitados tiempos en los que vivimos nos sentimos abrumados por tanta controversia, tanto debate y tanta polémica incesante, agria y estéril. Por mi parte me atrevo a decirles, sin ánimo de quitarle la razón a nadie, que Medinat Israel no se trata de la guerra o la paz, ni de lo torpemente llamado “religioso” o “no religioso”, ni de la política que oscila solo en apariencia hacia un extremo o hacia el otro, ni de la proverbial prosperidad financiera o los apuros económicos de una clase media cada día más agobiada por la inflación y los impuestos. Medinat Israel es Tzédek, tzédek tirdof. Un ejemplo de justicia universal impregnada de comprensión, tolerancia y bondad.
Leemos en Yerushalmi Babá Metzia (2:5) que dos hombres se presentaron ante el tribunal. Uno le había comprado un terreno al otro. Poco después el comprador encontró un tesoro escondido en el terreno que había adquirido. Entonces, el comprador le dijo al antiguo dueño del terreno: “Toma, el tesoro es tuyo”. El otro le respondió: “Para nada, tú compraste el terreno y por lo tanto el tesoro te pertenece”. Tal era la naturaleza del pleito que mantenían, y tal es la auténtica naturaleza del pueblo judío. Lo justo, y jamás lo conveniente, es la prioridad.
Cualquiera de nosotros, si fuésemos juzgados con severidad, podríamos ser contados entre los culpables, Dios en su infinita misericordia no lo permita. Por el contrario, cualquiera de nosotros por medio de la Teshuvá puede ocupar un lugar que no es de inferior importancia al lugar que ocupa el Tzadik
El camino de Israel nada tiene que ver con la intransigencia y la crueldad. Para decirlo en una sola palabra, Medinat Israel, y todo Am Israel, es simplemente Torá. La llave de lo cierto y de lo bueno. La llave de la justicia. Es algo que de ningún modo puede ser negado, sin Torá no hay Israel. Precisamente, Rosh Hashaná se trata del Emet y del Jésed, de la verdad y de la bondad.
La verdad es confrontar quienes verdaderamente somos, sin disimulos y sin excusas. La bondad es la constante posibilidad del arrepentimiento que nos brinda Dios. Leemos en Rosh Hashaná (16) que tres libros son abiertos en esta fecha. Cualquiera de nosotros, si fuésemos juzgados con severidad, podríamos ser contados entre los culpables, Dios en su infinita misericordia no lo permita. Por el contrario, cualquiera de nosotros por medio de la Teshuvá puede ocupar un lugar que no es de inferior importancia al lugar que ocupa el Tzadik. Todo lo que decreta Dios es para bien.
Tal como enseñaba Rabí Najum (Taanit 21): Gam Zo, “también esto”. Los designios de Dios superan ampliamente la capacidad de cálculo y de análisis del ser humano. Por eso debemos confiar, no perder la esperanza y, más aún, ser optimistas ante este año que se inicia. No olvidemos que está escrito (Devarim 26:18): “VaHashem Heemirejá Hayom Lihiyot Lo Leam Segulá (“Y Dios te ha hecho distinguir el día de hoy para ser para Él pueblo atesorado”). Explica el Sforno que Hayom (“el día de hoy”) se refiere a la creación del mundo, es decir a Rosh Hashaná, y que la palabra Segulá hace referencia a la especial relación que mantiene Dios con el pueblo de Israel.
Que el Todopoderoso libere a los cautivos, proteja a los soldados y traiga la paz a Medinat Israel. Que el Todopoderoso conceda tranquilidad, seguridad y prosperidad a nuestra querida y distinguida kehilá. Y digamos todos Amén, y también Shaná Tová.
*Rabino principal de la Asociación Israelita de Venezuela.