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Rabino Principal Isaac Cohen
U n nuevo año está por iniciarse y como siempre nuevas reflexiones nos ocupan, en especial aquellas relacionadas con lo que nos pueda deparar el futuro. Pero tengamos presente que Rosh Hashaná es tiempo no solo para la reflexión, sino también para la plegaria y el esfuerzo.
La plegaria, así debe ser, llena de esperanza y de convicción, y el esfuerzo en procura de nuestra superación espiritual. Es, además, tiempo propicio para preguntarnos acerca del por qué y del para qué de nuestra presencia en este mundo.
De muchas y diferentes maneras es posible dar respuesta a estas antiguas preguntas de corte existencial, pero tras ellas hay dos verdades innegables consagradas por la sabiduría del judaísmo: 1) Dios es Rey del Universo, y cada año en Rosh Hashaná es como si volviese a ser coronado; 2) Nuestra responsabilidad es dedicarnos a ser sus diligentes y leales servidores. Que Dios es Rey de toda la Creación, es el principio general, y que cada uno de nosotros es su servidor, es el principio particular. De la misma forma, todos somos Am Israel (kelal), pero cada uno de nosotros tiene, en tal sentido, una misión específica que cumplir (perat).
Las cuarta y quinta reglas de interpretación de rabí Ishmael están formuladas bajo los enunciados de mikelal uperat - miperat ukelal. Significan que lo general (kelal) determina lo particular (perat), y viceversa. Además de brillantes principios de exégesis del texto de la Torá, constituyen sabias premisas que nos ayudan a comprender mejor el mundo en el que vivimos.
Cuando Am Israel colectivamente cruzó el Yam Suf, para que esto sucediese cada quien hubo de cruzarlo individualmente, sin importar si recibió o no la ayuda de otros para hacerlo. Cuando se afirma que Am Israel salió de Egipto, esto en realidad significa que cientos y cientos de miles de Bené Israel, cada uno de ellos personalmente, lo hicieron.
Sucede que lo global está categóricamente estructurado por la inmensa suma de las particularidades. Lo mismo acontece en Rosh Hashaná en el plano conceptual del Yom Hadín (Día del Juicio). Dios juzga a todas sus criaturas (humanos y animales), es el principio general, pero todos y cada uno de ellos es juzgado por el bagaje de sus propias acciones y de sus méritos específicos, es el principio particular.
Si ante una situación dada aplicamos un análisis para cada una de las particularidades que conforman un conjunto, hallaremos tantas eventualidades posibles como individuos existan. Por supuesto, no sería lo mismo si aplicásemos un análisis colectivo. Ante la inquietud particular signada por la inevitable incertidumbre del futuro, cada quien de manera individual tiene su propia respuesta.
Sin embargo, me siento en la obligación de señalar que la primera opción a considerar es y siempre será Éretz Israel, por muchísimos motivos que ni siquiera es necesario mencionar. Ahora bien, ante la realidad colectiva de la kehilá no tengo más respuesta que la del más sincero optimismo. Con Torá y mitzvot, y erradicando de nuestros corazones el sinat jinam (odio gratuito), toda kehilá perdura y se engrandece. Am Israel es uno solo, como si de un único cuerpo se tratase —que padece y se regocija al unísono—, pero es el comportamiento individual, el esfuerzo y el mérito de cada uno de nosotros, los que al fin y al cabo determinan su grado de elevación espiritual. Y esto es algo de suma relevancia. Nadie es tan importante como para no depender de los demás, y nadie es tan pequeño como para que sus mitzvot no sean tomadas en cuenta.
El Todopoderoso, en su infinita justicia y misericordia, no solo valora cada mitzvá cumplida, sino también el esfuerzo empleado y la intención con la que se lleva a cabo. Incluso, toma en consideración el simple deseo de la persona de hacer una mitzvá, aunque esta luego jamás sea realizada.
La relación entre kelal (lo general) y perat (lo particular) queda maravillosamente evidenciada en el hecho de que cada mitzvá es única e irrepetible, pues las realizan seres humanos igualmente únicos e irrepetibles, con sus exclusivos y peculiares grados de esfuerzo e intención, y sin embargo la suma de todas estas mitzvot individuales forman el gran conjunto por el cual cada año, en Rosh Hashaná, el Am Israel habrá de ser juzgado. De ahí se desprende el alentador mensaje de que sí vale la pena nuestro esfuerzo y que sí son realmente importantes nuestras mitzvot. Es decir, el esfuerzo y las mitzvot de todos y cada uno de nosotros.
Leemos en Avot (6:8) que rabí Yosé Ben Kismá se enfrentó a la disyuntiva de emigrar. Le ofrecieron un hermoso hogar y riquezas, y no obstante declinó la generosa propuesta con las siguientes palabras: “Solo en la casa de la Torá he de vivir”, y pienso que estas sabias palabras habrán de ser un valioso lema para afrontar el porvenir con empeño y serenidad. La comunidad unida es el receptáculo en el que Dios derramará su bendición para este año 5778 que ahora se inicia y en el que, gracias al favor del Todopoderoso, habrá para todos simjá, parnasá y shalom.
Lo mismo deseamos para nuestros queridos hermanos de Medinat Israel y de todas las comunidades establecidas alrededor del mundo. Este deseo es extensivo al país: que sea un año próspero y de mucha luz a sus dirigentes, para que las decisiones que tomen sean a favor de todos sus habitantes, y que sea un año de leche y miel.
Mi familia y yo, con motivo del año que se inicia, enviamos a nuestra querida y distinguida kehilá un cálido y entusiasta ¡Shaná Tová!
2 Comments
Shalom ! Shana Tova 5778 !! con su respeto, tengo una pregunta para usted Rabino ¿soy nieto de un Español,Canario por la parte de mi madre y el apellido que poseo por medio de mi Abuelo es HERRERA investigando este apellido pertenece a los judíos Sefardíes como hago para retomar a mis Raíces Judías ?
Gracias por su mensaje, que haremos llegar al rabino Cohén.