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David Bittan Obadía
E n momentos en que las lágrimas no permiten contemplar el lado claro de la vida, hay que hacer un alto para rendir merecido homenaje a un venezolano ejemplar, cuya partida no puede pasar inadvertida. Yo me hago eco de los miles que le admiramos y los millones que se beneficiaron de su obra y la de sus antepasados. Me refiero a don René De Sola.
Abraham Levy Benshimol, mi maestro, señaló: “Son pocas las familias judías que pueden remontar su árbol genealógico a la Edad Media. Sus antepasados fueron afectados por la expulsión ordenada por los reyes católicos en 1492”, que llevaron a España al oscurantismo; pero más perdió España, como bien lo comentó el rey Juan Carlos I, pues los judíos siempre aportaron en los lugares a los que llegaron. Para muestra, la familia de don René De Sola y su persona.
Somos de memoria corta, pero los De Sola tienen mucho que ver con nuestra independencia: fue su grupo familiar, hebreos todos, el que dio cobijo a Simón Bolívar en Curazao; también lucharon en los ejércitos libertadores.
Da mucha pena su partida, pero duele más que esa calidad humana, moral y espiritual ya no se produzca, sobre todo en la época del “hombre nuevo” en Venezuela.
A sus 11 años, don René ya publicaba sus primeros artículos y asomaba su compromiso con los ideales democráticos que le fueron irrenunciables. Con 15 años era profesor de Castellano y Aritmética. A pesar de su inclinación por las letras, se recibió como abogado en la UCV, donde hizo su doctorado; como estudiante nunca dejó de luchar por el bien común.
Fue un jurista de excepción y, como profesor, consiguió que la universidad abriera sus espacios al mundo. Se recibió también en La Sorbona como doctor, y recibió un doctorado Honoris Causa de la Universidad de Tel Aviv, Israel.
Fue decano de Derecho, ministro de Justicia, fundador de la PTJ, canciller de la república, presidente de la Corte Suprema de Justicia, embajador destacado en la Unesco y miembro de distintas academias. Don René De Sola fue una de las figuras más sobresalientes de nuestro país.
Cuando en nuestro entorno hay unos que pasan sin aportar, dejando miseria y dolor, la majestad de don René de Sola y su legado es un mensaje de esperanza. A don René: ¡gracias! Y a sus familiares: qué orgullo.Este artículo apareció originalmente en El Universal (Caracas). Versión NMI.
En momentos en que las lágrimas no permiten contemplar el lado claro de la vida, hay que hacer un alto para rendir merecido homenaje a un venezolano ejemplar, cuya partida no puede pasar inadvertida.
1 Comment
Me considero afortunada de haber sido una simple recepcionista en su bufete de Sabana Grande. Una persona ejemplar y respetada y que como todo hombre sabio fue humilde y respetuoso en su trato conmigo. Hoy me enteré de su fallecimiento al querer saber de quien es hijo René de Sola Quintero, nuestro embajador en Ecuador. Dr De Sola descanse en paz. Gracias por su legado.