Antes de encender su impresora láser, lea esto:
Un láser es un dispositivo que produce un intenso haz de luz unicolor muy puro. Este
haz puede ser lo suficientemente potente como para vaporizar un diamante, y lo
suficientemente preciso para depositar un punto de tinta de 1/600 de pulgada, a través
de la yuxtaposición exacta con decenas de miles de puntos similares, para reproducir
su memorando en 12 puntos Times New Roman (subtítulos en 14 pt. Arial Narrow).
Aún más precisos (y más caros) son los dispositivos que producen un haz lo suficientemente exacto para realizar una cirugía ocular.
Un rayo láser es un rayo de luz óptica. Básicamente la misma luz producida por la linterna que guarda en la guantera de su automóvil. La diferencia es que mientras los átomos en la bombilla de su linterna emiten luz independientemente unos de otros y en muchas longitudes de onda diferentes, un dispositivo láser estimula a un gran número
de átomos a emitir luz en una sola frecuencia, lo que produce un haz de luz de gran potencia y precisión.
Como regla general, a la gente no le gustan las reglas. No nos gusta que nos digan que un alimento suculento para nuestras papilas gustativas no es saludable. No nos gusta que nos digan que algo ansiado por nosotros es perjudicial para otra persona. No nos
gusta que nos digan que un hábito conveniente es perjudicial para nuestro medio ambiente. En otras palabras, no nos gusta que nos digan qué hacer. No nos gustan las
restricciones.
Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto se les dijo que, a las siete semanas, recibirían la Torá. Estaban tan emocionados que literalmente contaban los días. En el Monte Sinaí, sus almas se elevaron en éxtasis cuando escucharon a Dios proclamar
los Diez Mandamientos.
A primera vista, su alegría parece un tanto fuera de lugar. Después de todo, estas eran personas que recién emergían de varias generaciones de esclavitud. Lo último que querrían, podría suponerse, era un conjunto de restricciones en sus vidas.
Básicamente, eso es la Torá. Siete de los Diez Mandamientos rezan “No harás…”, tal como 365 de las 613 mitzvot (las otras 248 señalan “Tú debes…”).
Pero los judíos querían la Torá. El Midrash relata cómo Dios se dirigió a todas las naciones del mundo preguntándoles si la querían. “¿Qué contiene la Torá?”,
preguntaron. “No harás…”, respondió Dios, y obtuvo con un “no gracias” casi antes de
que pudiese terminar la oración. Los judíos, sin embargo, entendieron que no se
trataba de un conjunto de reglas ordinarias. La Torá es un regulador de la existencia diseñado por quien creó la vida y sabe cómo se aplica óptimamente.
En el Sinaí, todas las naciones tuvieron una opción. Toma la Caja A y tendrás una vida
que gasta sus energías de cualquier manera, en cualquier color o frecuencia que te
llame la atención, en cualquier momento. Incluso podrás hacer muchas cosas útiles,
como proyectar formas de animales en la pared de una habitación oscura, o encontrar
esas llaves del auto que dejaste caer en los arbustos. Toma la Caja B y obtendrás una vida que concentra sus energías en el propósito para la que fue creada.
Muchos tomaron la linterna. Am Israel optó por el láser.