La Parashá inicia con la propuesta histórica y eterna de Dios: “Reé anojí notén lifneijém hayóm berajá uklalá”. – Mira, hoy presento ante Uds. la bendición y la maldición.
Uno de los principios más básicos de la filosofía judía es el libre albedrío, la posibilidad de escoger entre dos alternativas.
Toda la justificación de la existencia de recompensas y castigos, se basa en el libre albedrío. De no existir la posibilidad de escoger, no caben los conceptos de recompensa y castigo, a diferencia de los ángeles, el ser humano es digno de una retribución o sanción. Las figuras celestiales, están obligadas a cumplir el mandato Divino, mientras que el ser humano tiene la capacidad de escoger cuales serán sus acciones.
Dios no solo pone delante de nosotros las dos opciones, también nos recomienda el camino adecuado: “Ubajárta bajayím” – Elige la vida. Nos enseña cual es la senda a escoger: “Et haberajá ashér tishmeú el mitzvót Adonái Eloeijém ashér anojí metzavé etjém ayóm”– El camino correcto, el camino de la bendición, es obedecer los mandamientos de Dios.
¿Porque está escrito escuchar las Mitzvót? ¿Acaso es suficiente oírlas?
Sabemos que el judaísmo exige el cumplimiento, la acción. Debería estar escrito ¿“que hagan” o “que cumplan” las Mitzvót?
Podemos explicar que la palabra “escuchar” en este contexto, no se refiere únicamente a oír, también implica: hacer caso, obedecer, cumplir las Mitzvót.
La Torá utiliza dicho vocablo, para permitir que nuestros Sabios, transmitan conocimientos profundos.
La recompensa no se refiere únicamente a las bondades que Dios nos promete por el cumplimiento de sus Mandamientos. El hecho de obedecerlas, es de por sí una recompensa, ya que si entendemos que el cumplimiento de ellas es beneficioso para nuestras vidas, no se requiere de un incentivo adicional para su cumplimiento.
La Torá la utiliza, porque existen individuos cuya comprensión es limitada, por lo que requieren de la promesa de un beneficio por el cumplimiento de las instrucciones Divinas.
Para entender lo mencionado de manera adecuada, basta con comparar lo expuesto a un enfermo que requiere ingerir una medicina para recuperar la salud. ¿Acaso requiere de un incentivo o recompensa por cumplir las instrucciones del médico? En el caso de una criatura, evidentemente si se requiere, no entiende que es por su beneficio, requiere de ese estímulo adicional que le devolverá el bienestar. De manera similar ocurre con el hombre; se requiere de ese incentivo extra, no capta que con solo escuchar y cumplir lo que de él se requiere, es de por sí, una bendición, está obteniendo provecho de ello.
Adicionalmente, dado que el Creador desea nuestro bienestar, promete que si existe la disposición sincera de cumplir con sus instrucciones, Él nos ayudará a lograrlo. Tal es el significado de la bendición por escuchar, saber que se cuenta con la ayuda para lograr el objetivo.
Por lo tanto, no cabe como excusa la dificultad implícita en determinado mandamiento, el Todopoderoso pide de nosotros oír, o lo que es lo mismo tener la voluntad de hacer lo que Él nos ordena, ya que nos ayudará a que la instrucción se ejecute de manera satisfactoria.
¿Acaso hay algo que no pueda lograrse con la ayuda de Dios?