Ana Jerozolimski*
Las fotos las tomamos nosotros en Gaza años atrás.
Recuerdo claramente la Franja de Gaza antes del gobierno de la organización terrorista Hamás. Antes de que sus ataques a Israel, cuya máxima expresión fue la masacre del 7 de octubre, echara todo por la borda.
Shimón Peres, enamorado de la idea de un nuevo Medio Oriente que viva en paz, soñó con Singapur para Gaza. Pero la alternativa era Somalia. Terminó siendo lo peor: una franja palestina gobernada por una organización terrorista que le impuso el horror de la destrucción.
Costa de Gaza y botes de pescadores
Técnicamente, la amplia destrucción de hoy en Gaza no fue causada solo por los bombardeos israelíes. Estos fueron lanzados contra blancos terroristas, ya que Hamás convirtió los espacios civiles en blancos militares. Pero además, Hamás llenó de explosivos una enorme cantidad de edificios y casas, para garantizar que si los soldados entraban allí, las cargas fueran detonadas y los mataran de inmediato. Ese es también un gran factor en la destrucción.
Pero lo central es entender que, de no ser por el horror del 7 de octubre, Gaza no estaría como ahora.
Recordamos los parques, los hoteles y restaurantes en los que nos sentamos muchas veces.
Calle arbolada y restaurante en la ciudad de Gaza
Hasta que Hamás tomó el poder en Gaza, en junio de 2007, íbamos bastante a menudo. Conocíamos de cerca cuán falso era presentar todo como un gran campo de refugiados. Había zonas hermosas, incluyendo la costera, que claro que contrastaba con las muy pobres.
Técnicamente, la amplia destrucción de hoy en Gaza no fue causada solo por los bombardeos israelíes. Estos fueron lanzados contra blancos terroristas, ya que Hamás convirtió los espacios civiles en blancos militares. Pero además, Hamás llenó de explosivos una enorme cantidad de edificios y casas, para garantizar que si los soldados entraban allí, las cargas fueran detonadas y los mataran de inmediato. Ese es también un gran factor en la destrucción.
En los años del proceso de paz, el empuje de construcción era grande. Las esperanzas también. Pero alguien tenía otros planes para Gaza y para la región.
En las calles eran notorias también las señales claras del odio, del apoyo a las armas y a la guerra contra Israel.
Carteles de Hamás glorificando el terrorismo, cuando aún no eran el gobierno de Gaza
En julio de 2005, un mes antes del comienzo de la retirada israelí de Gush Katif, entrevistamos en su casa a Mahmud al-Zahar, uno de los líderes más extremistas de Hamás y uno de sus fundadores. Le preguntamos qué planes tenían para la Franja ahora que no verían soldados israelíes frente a sus narices. Nos miró como pensando que no entendíamos nada, y convencido de que Israel se retiraba porque Hamás había logrado echarlo con sus ataques, nos dijo algo así como “no los dejaremos en paz; los perseguiremos siempre, estén donde estén”.
Y yo pensaba qué mal empezaba la nueva época. Qué mala señal eran esas declaraciones. ¿Qué futuro tendría Gaza con ese enfoque?
Mahmud al-Zahar durante la entrevista
En realidad, aquella entrevista fue una de las pruebas más claras de que para Hamás —y también para otros extremistas— el tema no es tal o cual frontera, ni el gobierno de turno, sino la existencia misma de Israel. Y eso que en aquel momento Hamás no gobernaba. Al retirarse Israel de Gush Katif, la Autoridad Palestina, que ya gobernaba el resto de la Franja, pasó a tener todo en sus manos. Pero dos años más tarde fue expulsada por Hamás de la Franja de Gaza.
Ana Jerozolimski entrevistando a un miliciano encapuchado en las calles de Gaza
Recuerdo el día de la retirada.
En julio de 2005, un mes antes del comienzo de la retirada israelí de Gush Katif, entrevistamos en su casa a Mahmud al-Zahar, uno de los líderes más extremistas de Hamás y uno de sus fundadores. Le preguntamos qué planes tenían para la Franja ahora que no verían soldados israelíes frente a sus narices. Nos miró como pensando que no entendíamos nada, y convencido de que Israel se retiraba porque Hamás había logrado echarlo con sus ataques; nos dijo algo así como “no los dejaremos en paz, los perseguiremos siempre, estén donde estén”.
En realidad, el antes y el después, eso es lo central. El día de la retirada estuve en Gush Katif, cubriendo la salida de la población de los asentamientos, en muchos casos en escenas desgarradoras de soldados, inclusive religiosos, sacando de sus casas a habitantes religiosos como ellos, porque así lo había decidido el gobierno. No hubo ninguna violencia. En muchos casos, soldados y civiles evacuados lloraban juntos.
Soldados desalojan a los residentes de la comunidad israelí de Gush Katif en la Franja de Gaza, 2005
Extremistas de derecha, dirán algunos. No tenían nada qué hacer allí, dirán otros. No entraré aquí en esa discusión. Lo ineludible es recordar ahora la parte en la que claramente tenían razón quienes advertían que esa retirada traería desgracias en cuanto a la seguridad. Y cuando volví a Gaza al día siguiente de la retirada, cuando Gaza ya estaba nuevamente en manos palestinas, lo entendí claramente. No al ver a todos saqueando lo que había quedado en los asentamientos evacuados, lo cual nada me sorprendió, sino al ver los invernaderos ardiendo; invernaderos dejados en su lugar por Israel, con todo el equipo necesario, para que pudieran ser utilizados en provecho de la población de Gaza. Un día duraron… nada más.
Gaza no se convirtió nunca en Singapur. Y mientras estén presentes los terroristas, nunca lo será.
Es ineludible recordar que lo que ocurrió el 7 de octubre del 2023 fue un ataque masivo de bandas armadas islamonazis contra el territorio soberano de Israel. Lo justo y lógico es que los atacantes, y quienes los apoyaron y ayudaron, sean arrasados. El problema eterno es que operan entre civiles, los usan, los educan al odio, y luego los presentan como las víctimas de la guerra en la que Israel se tuvo que defender
Claro que ahora no suena simpático, por decirlo delicadamente, el plan de Trump de hacer allí una Riviera previo desalojo de los palestinos… a menos que su intención sea que la disfruten los propios palestinos. Estimo que no tiene ningún plan, y que algo así no parece que se pueda concretar. Pero si hubiera una varita mágica para quitar de allí a todos los terroristas, a los que los apoyan y a los que educan para el odio y lo fomentan, habría que usarla. Los primeros beneficiados serían los propios palestinos.
Nada que hable de desalojo masivo de población puede recibir apoyo del mundo libre. Por otro lado, es ineludible recordar que lo que ocurrió el 7 de octubre del 2023 fue un ataque masivo de bandas armadas islamonazis contra el territorio soberano de Israel. Lo justo y lógico es que los atacantes, y quienes los apoyaron y ayudaron, sean arrasados. El problema eterno es que operan entre civiles, los usan, los educan al odio, y luego los presentan como las víctimas de la guerra en la que Israel se tuvo que defender.
Nunca deseamos ni muerte ni sufrimiento a la población civil palestina. En absoluto. Pero sí quisiéramos ver a todos los terroristas eliminados o lejos de la tierra de Israel. No sería lógico albergar otro sentimiento.
No creo que Gaza se convierta en la Riviera de la región, así como no llegó a ser Singapur. Todavía hay demasiada influencia y presencia terrorista. Pero si los terroristas llegan a entender qué mal le han hecho a Gaza, si deponen las armas y se van, ni siquiera se hablaría del plan de Trump. Eso sí que sería un buen comienzo, y los primeros que lo deberían festejar serían los palestinos que quieren para sus hijos lo mismo que yo quiero para los míos.
*Internacionalista, directora de Semanario Hebreo (Montevideo) y semanariohebreojai.com.
Fuente y fotos: semanariohebreojai.com.
Versión NMI.
1 Comment
Excelente trabajo que voy a reproducir. Estas imágenes y texto dicen mucho más de lo que uno pueda explicar.