Iona Blickstein, quien se desempeñara como rabino de la Unión Israelita de Caracas entre 1994 y 2012, falleció el pasado 10 de julio en la ciudad de Panamá. Reproducimos a continuación una entrevista realizada al rabino Blickstein en enero de 2012, pocos días antes de su despedida del país
Sami Rozenbaum
“Creo que dejo una huella”
Luego de prestar 18 años de servicio (“Jai”) en la Unión Israelita de Caracas, durante los cuales ha desarrollado sus múltiples facetas como guía espiritual, conferencista, escritor y creador de contenidos en internet, el rabino Iona Blickstein se dirige a nuevos derroteros. En esta entrevista expresa lo que ha significado para él su largo itinerario en nuestra kehilá.
¿Cuáles son sus raíces vitales?
Nací en Rosario de Santa Fe, Argentina, donde cursé la yeshivá y el liceo, y posteriormente me otorgaron una beca para las yeshivot Hebrón y Merkaz Harav (del rabino Kook) en Jerusalén, donde cursé cuatro años, tras los cuales regresé a Argentina. En Buenos Aires recibí mi primer título de rabino.
Posteriormente hice aliá, y empecé como maestro de “frontera”, es decir, en una pequeña ciudad en desarrollo que ahora es grande, Yavne, donde está la tumba del rabán Gamliel. Allí vivía en una pequeña habitación en el mismo colegio. Daba clases hasta la una de la tarde, después iba con los jóvenes, y también estudiaba. Allí me casé, precisamente con la hija del rabino.
Después fui maestro en una yeshivá, y en 1965 me trasladé a Francia como shelíaj de aliá. Luego entré en el ejército, en una compañía de tanques en el desierto de Sinaí durante la Guerra de los Seis Días. Posteriormente, en una división de tanques, de infantería, de paracaidismo, llegué a ser vice-Gran Rabino de la Aviación, y más tarde fui promovido a Gran Rabino del Comando Norte. Egresé de Tzáhal como coronel. Es algo lindo para un muchacho sureño, ¿no?…
A los latinoamericanos no les gusta mucho el ejército, pero a mí me gustaba. Primero, es maravilloso estar con la gente, con los soldados; aprendí a ser tanquista, me lancé tres veces en paracaídas… Porque cuando uno está con una comunidad joven tiene que saber de qué hablan esos jóvenes. Me tocó sacar muchachos heridos de los tanques. Mandaba cartas a los soldados heridos.
En 1972 fui shelíaj y rabino de una comunidad en Argentina, así como inspector de kashrut. Más tarde me invitaron a Panamá, donde fui rabino durante cinco años, después de lo cual estuve en la Isla de Margarita, durante un año, y de ahí me vine a Caracas. Al principio me llamaron de una sinagoga sefardí, Keter Torá, pero eso no se materializó.
¿Cómo encontró a esta comunidad después de sus experiencias en Israel, Argentina y Panamá?
Sentí una comunidad cálida, respetuosa de las tradiciones, que me recibió muy bien. Participé en todo, conocí a la gente; ya desde el principio había amistad, un trato maravilloso. He sido guía espiritual, es esencial la buena palabra, el apoyo, escuchar a la gente.
¿Cuál ha sido su papel más importante?
Creo que lo más importante es organizar a la gente, dictar shiurim (charlas), estar con los jóvenes y no tan jóvenes, con niños, saber cómo hablarles para trasmitir el mensaje.
He hecho un trabajo paralelo a la asistencia social, he ido a hospitales como el de El Llanito y el Universitario, y todas las semanas al Clínicas Caracas. Mi oficina siempre ha estado abierta; mucha gente pasa por aquí.
Tuve la suerte y las ganas de escribir libros, van 24 en total, tres de ellos en hebreo y uno en francés. Y claro, durante todos estos años he escrito artículos para Nuevo Mundo Israelita.
En estos 18 años, ¿ha percibido algún cambio en el tipo de problemas que le viene a plantear la gente?
En los últimos años se ha hecho más común el problema económico; y a veces el problema económico trae problemas familiares. También hay problemas de tipo sicológico; muchas personas necesitan que se les escuche, que se les indique alguna solución, y casi siempre salen reconfortadas.
Se dice que la comunidad se ha hecho más religiosa.
En los sefardíes se ve más, pero en los asquenazíes no creo… Si no fuera por los kadishim (rezos por los fallecidos), no habría casi gente en las sinagogas; y no se puede construir una sinagoga apoyándose solo en los minyanim de los kadishim.
“Uno no se lleva nada de este mundo, solo deja un buen nombre. He dado todo mi corazón al servicio de la comunidad. Estoy contento por las oportunidades que Dios me ha dado”
¿Usted se ve a partir de ahora como rabino de una comunidad, o dedicándose más a escribir?
Quiero seguir escribiendo. He traducido y comentado 12 tratados de Mishná, de los 63 que existen; aspiro a terminarlos todos. Uno de los grandes rabinos dijo que cuando uno se pone una meta, Dios le da la vida para cumplirla.
Seguiré enviando semanalmente por correo electrónico la Parashat Hashavúa. Por otra parte, lo que publico en internet llega a muchas otras comunidades hispanoparlantes del mundo por intermedio de la Unión Mundial de Sinagogas Ortodoxas en Jerusalén.
Tengo hijos en Panamá; en primer lugar me voy allá a ver a mis hijos. Me han ofrecido varias comunidades en Sudamérica, pero no quiero decidirme hasta después de descansar un poquito, tomar un break… Pero puedo dar, y tengo ganas de dar.
¿Qué futuro le ve a esta comunidad?
Creo que hay que hacer más hincapié en el Judaísmo. Hay mucha asimilación, aunque, a diferencia de Estados Unidos, en muchos matrimonios mixtos la pareja se convierte al Judaísmo. Por otro lado, siento que no hay líderes, falta generación de continuidad. Hay bastiones que se han ido del país, y así se debilita la dirigencia. El futuro depende antes que nada del aspecto político.
¿Cuál es su balance?
Considero que he hecho un buen trabajo, y a la vez estoy muy agradecido con la comunidad. Creo que dejo una huella de cariño, de devoción, de servicio. Aunque no voy a estar aquí físicamente, para cualquier cosa que se necesite estaré a la plena disposición. Me parece que ese es el mensaje que puedo dejar.
Uno no se lleva nada de este mundo, solo deja un buen nombre. He dado todo mi corazón al servicio de la comunidad. Estoy contento por las oportunidades que Dios me ha dado.
Experiencia profesional
1962. Maestro en Yavne, Israel
1972. Consejero del Departamento de Inmigración de la Agencia Judía en Argentina.
1975. Rabino de la Brigada de Tanques. Departamento de Rabinos del Ejército de Israel.
1977. Rabino de División de Tanques.
1978. Rabino de los Paracaidistas e Infantería ligera.
1981. Inspector General de shejitá en Rosario, Argentina.
1983. Rabino de la Aviación de Israel.
1984. Rabino Jefe del Comando Norte, en grado de Coronel.
1988. Rabino de la Congregación de Beth-El en Panamá.
1993. Rabino de la Congregación Or Meir, en la Isla de Margarita, Venezuela.
1994. Rabino en la Unión Israelita de Caracas, Venezuela. Miembro del Bet Din de la comunidad. Participación en seminarios universitarios sobre temas judaicos, articulista en la prensa judía.
2005. Nombramiento por parte del Gran Rabinato de Israel de Kashir Lejahen KeRav Ir, que certifica como Rabino de Ciudad.Creación del portal www.torahenfamilia.com (ya desaparecido). Torah en familia fue también el nombre de un folleto semanal que el rabino Blickstein publicaba desde que comenzó a trabajar en nuestra comunidad.