Gabe Friedman*
Todas las actitudes, miedos e hipótesis se hicieron realidad la madrugada del 24 de febrero en Ucrania, cuando Rusia lanzó una invasión armada a gran escala por tierra y mar.
Decenas de miles de judíos viven en Ucrania, lo que la convierte en el hogar de una de las comunidades judías más grandes del mundo, con una historia complicada, manchada por la persecución, que está afectando tangiblemente su reacción a este ataque.
He aquí hay un desglose de quiénes son, dónde viven y qué están experimentando.
La Gran Sinagoga Coral de Kiev, construida en 1895
(Foto: Go2UA Ukraine)
Después de semanas de ominosas noticias sobre los planes de Rusia de intentar anexarse partes de Ucrania, un país ex miembro de la Unión Soviética que con el tiempo se ha acercado a la OTAN y a las potencias occidentales —hecho que enfurece al Kremlin—, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció el pasado jueves que había iniciado una “operación militar especial”. Mientras lo hacía ya se escuchaban explosiones en la capital, Kiev, y en varias otras grandes ciudades ucranianas.
Esta es la segunda vez en la última década que Putin invade partes del país: en 2014 Rusia se anexó la región de Crimea, lo que inició meses de lucha entre los dos países. Más de 10.000 soldados rusos y ucranianos murieron. Las primeras señales muestran que este nuevo conflicto podía alcanzar rápidamente una mayor escala.
La mayoría de los analistas califican al actual como el conflicto armado más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos y la mayoría de sus principales aliados condenaron rápidamente la incursión y están aplicando severas sanciones.
El Centro Comunitario Judío de Dnipro, cuyo diseño recuerda una menorá, es considerado el mayor de Europa
(Foto: The Times of Israel)
Esta es una pregunta difícil de responder con claridad, debido a la composición cultural de los judíos ucranianos y su historia. Un estudio demográfico de 2020 sobre los judíos europeos sitúa el número de ucranianos que se identifican como judíos en 43.000. Pero algunas estimaciones de personas con ascendencia judía cuadruplican ese número.
A pesar de siglos de antisemitismo y pogromos que concentraron a las poblaciones judías en Europa del Este, como el “Área de Asentamiento” que incluía a gran parte de la Ucrania moderna y era conocida por sus shtetls (y como el escenario de El Violinista Sobre el Tejado), se estima que más de un millón y medio de judíos vivían en lo que ahora es Ucrania en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Aproximadamente un millón fueron asesinados en el Holocausto.
Un censo de 1989 estimó que cerca de medio millón aún vivía en Ucrania, poco antes de la disolución de la Unión Soviética. Bajo el dominio soviético, los judíos fueron perseguidos, y además se les negaba el derecho a emigrar, estando obligados a ocultar su práctica religiosa en una sociedad plagada de antisemitismo.
Después del colapso de la Unión Soviética, cerca del 80% de esos judíos se marcharon a Israel y otros países. Muchos de los que se quedaron son ancianos y pobres, y otros están desconectados de su herencia judía por las décadas de persecución.
La mayoría de los analistas califican al actual como el conflicto armado más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial
Por ejemplo, una encuesta demográfica de 2020 estimó que además de una población “central” de 43.000 judíos, alrededor de 200.000 ucranianos son técnicamente elegibles para la ciudadanía israelí, lo que significa que tienen ascendencia judía identificable. El Congreso Judío Europeo dice que ese número podría llegar a 400.000.
La mayoría de los judíos de Ucrania viven en las ciudades más grandes del país, pero algunos, especialmente ancianos, residen en ciudades más pequeñas y aldeas empobrecidas dispersas. Por tanto, la lista de personas con herencia judía, algunas proporcionadas por las propias comunidades, no es exhaustiva. Debido a que el ataque de Rusia se desarrolla en todo el país, todas las comunidades judías se enfrentan a la violencia y a las consecuencias de la guerra.
La capital de Ucrania, de cerca de tres millones de habitantes, alberga a unos 110.000 judíos y media docena de sinagogas activas.
Esta ciudad industrial del este del país, que estuvo cerrada a los civiles no autorizados durante la era comunista debido a sus múltiples complejos militares, cuenta ahora con alrededor de 60.000 judíos, según cifras de la comunidad. Alberga restaurantes kosher, una sinagoga, una mikve y múltiples negocios de propiedad judía. En 2012 se inauguró un gran centro comunitario de 22 pisos, cuyo edificio recuerda una menorá.
Esta ciudad industrial cerca de la frontera con Rusia es una de las más grandes de Ucrania, y unos 45.000 judíos la llaman su hogar, según las propias estadísticas de la comunidad.
Ciudad portuaria del sur. También tiene unos 45.000 judíos según estadísticas de esa kehilá, cuatro sinagogas activas, un museo judío, dos centros comunitarios y no menos de una docena de escuelas o jardines de infancia judíos. También alberga cuatro orfanatos administrados por el movimiento jasídico Jabad Lubavitch.
Esta pequeña ciudad alberga la tumba del rabino del siglo XVIII Najman de Breslav, que atrae a decenas de miles de judíos jasídicos en una peregrinación anual. Pero varios cientos, en su mayoría israelíes, viven allí todo el año.
Esta urbe al occidente de Ucrania, cerca de Polonia, alberga algunas pequeñas comunidades judías de 100 a 200 personas cada una.
Monumento a los judíos asesinados en Odessa por los Einsatzgruppen nazis durante el Holocausto
(Foto: Deutsche Welle)
Dada su traumática historia, los judíos ucranianos se sienten más que un poco asustados ante la posibilidad de una guerra prolongada.
En Odessa, el rabino Shlomo Baksht explicó a un grupo de huérfanos que “hay una guerra pero que no estamos siendo atacados”. Pero luego le comentó a un periodista que si bien algunos de los niños se tranquilizaron con esa explicación, “otros realmente no, y el miedo permanece en sus ojos”.
Un mes antes de estallar la guerra algunos ya estaban preparando las maletas. Pero debido a la naturaleza generalizada de la violencia, que obligó a los aeropuertos ucranianos a cancelar todos los vuelos comerciales, muchos judíos, igual que los no judíos, se han visto obligados a permanecer en sus comunidades.
Para muchos de los ancianos que viven en pobreza, ansiedad y aislamiento, ya empeorados por la pandemia de Covid-19, la situación traerá nuevos desafíos físicos y sicológicos, dice Amos Lev-Ran, funcionario del American Joint Distribution Committee (JDC), que es un importante proveedor de atención a los judíos necesitados en Ucrania. “A medida que las cosas empeoran, esas necesidades se vuelven más apremiantes”, explica Lev-Ran. El JDC ya ha estado aumentando sus contribuciones en los últimos meses, agregando $4,4 millones en ayuda desde noviembre.
Inmigrantes judíos de Ucrania llegan al aeropuerto Ben Gurión, pocos días antes de comenzar la invasión rusa
(Foto: The Times of Israel)
Otros, en su mayoría miembros de una generación más alejada de la era soviética, se han asimilado a la cultura de Ucrania y quieren proteger su patria a toda costa. “He dejado de hacer compras grandes. Ahora quiero comprar armas”, dice Vlodimir Zeev Vaksman, presidente de 40 años de la comunidad Tiferet Masortí de Odessa.
Pero miles de ucranianos también están huyendo a los países cercanos, como Polonia y Hungría.
En el centro de atención está el primer presidente judío de Ucrania, Volodímir Zelensky, un político neófito de 44 años cuyo trabajo antes de ser elegido era como actor en programas cómicos de televisión. Aunque no es religioso, Zelensky ha hecho referencia a su identidad judía y proclamado públicamente su solidaridad con Israel en los últimos años.
A pesar de haber ganado las elecciones de 2019 de manera aplastante —tras haber recibido algunos ataques antisemitas durante la campaña—, los índices de aprobación de Zelensky se desplomaron a medida que su imagen como reformador decidido a abordar el problema de corrupción del país se ha diluido.
Alrededor de 200.000 ucranianos son técnicamente elegibles para la ciudadanía israelí, lo que significa que tienen ascendencia judía identificable. El Congreso Judío Europeo dice que ese número podría llegar a 400.000
Al mismo tiempo, las crecientes tasas de antisemitismo, en ocasiones relacionadas con el ultranacionalismo, se han convertido en un problema durante la última década. Rusia, probablemente aprovechando esto, ha hecho de la desinformación antisemita un componente clave en su guerra digital contra Ucrania y sus esfuerzos para galvanizar el apoyo de los ciudadanos rusos.
Por ejemplo, durante la “revolución de Maidán” de 2014 —una serie de protestas violentas que derrocaron al expresidente ucraniano Viktor Yanukovich, aliado de Putin—, el Kremlin se embarcó en una campaña de desinformación “para dividir a los ucranianos en líneas étnicas y religiosas, y deslegitimarlos pintándolos como nazis y fascistas”, explica el ex corresponsal de la agencia JTA, Sam Sokol. “Los rusos difundieron noticias falsas sobre incidentes antisemitas imaginarios, y supuestamente participaron ellos mismos en provocaciones antisemitas”, señala Sokol, autor del libro La guerra híbrida de Putin y los judíos: antisemitismo, propaganda y desplazamiento de los judíos ucranianos. “En respuesta, los ucranianos lanzaron acusaciones similares contra los rusos. Los judíos fueron utilizados por ambos lados”.
Esa tendencia ha continuado: en su discurso anunciando la guerra, Putin comparó el liderazgo de Ucrania con los nazis, algo que ha hecho repetidamente desde 2014; los líderes ucranianos, a su vez, han seguido haciendo acusaciones similares contra sus rivales rusos. “El objetivo es proteger a las personas que han sido víctimas de acoso y genocidio durante los últimos ocho años, y para ello lucharemos por la desmilitarización y desnazificación de Ucrania”, dijo Putin para justificar la invasión.
Niños judíos refugiados en el sótano de una escuela de Jabad en Kiev, tras iniciarse la invasión rusa
(Foto: Arutz Sheva)
Zelensky, varios de cuyos parientes murieron en el Holocausto, ha respondido a esta retórica. El mismo día que comenzó la invasión, la cuenta oficial de Twitter del gobierno ucraniano compartió una caricatura que mostraba a Adolf Hitler sonriendo y acariciando la mejilla de Putin. “Este no es un ‘meme’, sino la realidad en este momento”, decía la cuenta.
En el aspecto diplomático, Israel ha tratado de equilibrar las estrechas relaciones que mantiene con Ucrania y Rusia a medida que recrudece el conflicto. Se trata de algo complicado, especialmente porque Rusia es aliado cercano de Siria, uno de los principales enemigos de Israel.
Hasta el jueves 24, los líderes israelíes no habían mencionado a Rusia específicamente en sus declaraciones sobre el conflicto. Esto cambió ese día, cuando el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Yair Lapid, condenó enérgicamente la invasión. Pero el primer ministro Naftali Bennett, en una declaración que expresaba su solidaridad con los ucranianos, no llegó a emitir una condena similar.
Las crecientes tasas de antisemitismo, en ocasiones relacionadas con el ultranacionalismo, se han convertido en un problema durante la última década. Rusia, probablemente aprovechando esto, ha hecho de la desinformación antisemita un componente clave en su guerra digital contra Ucrania
Los funcionarios israelíes también han estado preparándose para una mayor inmigración de judíos ucranianos y sus familias a Israel, principalmente a través de la Agencia Judía, el organismo semi-gubernamental que promueve la aliá, pero también de Nativ, otra agencia con una misión similar que se centra exclusivamente en los judíos de la antigua Unión Soviética.
La Agencia Judía se ha visto «inundada» de solicitudes desde el jueves. La Fraternidad Internacional de Cristianos y Judíos, un grupo filantrópico pro-Israel, ayudó a la Agencia a sacar a aproximadamente 100 judíos de Ucrania el fin de semana anterior a la guerra.
*Periodista de la Jewish Telegraphic Agency.
Fuente: The Forward / JTA.
Traducción y versión de Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.