Arabia Saudita podría cumplir un papel para plantear diplomáticamente las preocupaciones de Israel a Irán
Seth Frantzman*
El restablecimiento de relaciones entre Arabia Saudita e Irán tiene el potencial de remodelar la región. Pero también tiene el potencial de mantener procesos que han existido durante una década.
Un cambio en el papel de Estados Unidos en la región, de luchar contra el terrorismo después del 11 de septiembre a contrarrestar a sus rivales como China y Rusia, ha significado que la zona también está redefiniendo sus lazos con Washington y Beijing.
La inminente crisis nuclear iraní evidencia la relevancia de estos nuevos vínculos. Además, los nuevos lazos entre Arabia Saudita e Irán podrían reducir el conflicto en el Líbano, Yemen, Iraq y Siria. ¿Hay ganadores y perdedores claros, o el resultado será más matizado? Hay que hacerse tres preguntas.
De izquierda a derecha: Musaad bin Mohamed al-Aiban, asesor de Seguridad Nacional de Arabia Saudita; Wang Yi, jefe de la diplomacia china; y Ali Shamjani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, durante la firma del acuerdo en Beijing
(Foto: Reuters)
Gran parte de la discusión sobre los nuevos lazos entre Irán y Arabia Saudita se ha centrado en la percepción de una pérdida de influencia de Estados Unidos. Este argumento postula que China pudo incursionar en el Medio Oriente y negociar entre Irán y Arabia Saudita, a expensas de los intereses y la influencia de EEUU.
La realidad es más compleja. Los lazos entre Estados Unidos y Arabia Saudita se remontan a un siglo entero; durante gran parte de la Guerra Fría, Arabia Saudita fue clave de las relaciones de EEUU en la región, y además era estable. Mientras que otros países como Irán cambiaron de régimen e Iraq se volvió contra Estados Unidos e invadió Kuwait en 1990, Arabia Saudita se mantuvo como un pilar.
Estados Unidos también trabajó con Riad durante el conflicto en Afganistán, cuando Washington era aliado de Pakistán y armaba a los muyahidines. Los lazos con Arabia Saudita cambiaron un poco a lo largo de los años, especialmente con la preocupación de que Riad continuara permitiendo la ideología extremista.
Sin embargo, los saudíes cambiaron sus políticas lentamente después del 11 de septiembre; el ascenso de Mohamed bin Salman ha reformado las percepciones de Riad y lo ha colocado en un curso más independiente en política exterior. Esto es típico de otros países que tienen vínculos históricos con los EEUU; otros ejemplos son Turquía y Catar.
Cada país hace sus propias políticas, y es difícil leer el acercamiento de Arabia Saudita a Irán como un golpe a EEUU, pues muchos han visto que las otras políticas de Riad se alejaron de la órbita estadounidense en los últimos años. Por ejemplo, después del ataque iraní a Abqaiq en 2019, Washington no apoyó una respuesta saudita. Ha habido llamados en Occidente para dejar de armar a Arabia Saudita durante la guerra en Yemen. Además, la decisión de Riad de romper los lazos con Catar en 2017 fue vista como controvertida.
Esto significa que la última decisión de Arabia Saudita de renovar los lazos con Irán puede no estar relacionada con la política estadounidense. Estados Unidos no exigió que Arabia Saudita rompiera relaciones con Irán en primer lugar. EEUU tiene una alianza estratégica con Catar, que a su vez tiene vínculos estrechos con Irán, al igual que Turquía, que es miembro de la OTAN. Arabia Saudita simplemente está haciendo lo que han hecho otros socios estadounidenses.
El año pasado, Irán y China implementaron un acuerdo de 25 años para mejorar sus relaciones. China no solo ha ampliado sus lazos con Irán. En diciembre de 2022, Beijing también se comprometió en un plan de cinco años con seis países del Golfo; Xi Jinping también se reunió con los líderes del Golfo en 2022, en una cumbre organizada por Arabia Saudita.
El alcance de China en el Golfo y con Irán se remonta a años. Esto ocurre mientras EEUU ve a China y Rusia como rivales a los que Washington quiere enfrentar. Cuantas más asociaciones tiene China en el Golfo, más ha advertido EEUU que tales vínculos podrían afectar algún nivel de relaciones con EEUU en temas delicados, como a los países que quieren adquirir cazas F-35.
China claramente ha buscado expandir sus relaciones en la región, y la decisión de Irán y Arabia Saudita de trabajar con China en su normalización muestra que Beijing se convierte en un intermediario diplomático en la región.
Es poco probable que los lazos con Irán necesariamente tengan un impacto negativo en Israel. Arabia Saudita tiene intereses en Yemen y Líbano, así como en Siria e Iraq. En muchos sentidos, los intereses de Arabia Saudita encajan con los de Israel en términos de estabilidad, y de no querer que las milicias o representantes de Irán controlen esos países
Aunque esta es una victoria para China, también era natural que asumiera este paso final. Irán y Arabia Saudita ya sostuvieron conversaciones en Bagdad sobre la reconciliación, que comenzaron en 2021 y continuaron intermitentemente con algunos estancamientos en 2022. En general, el camino era claro.
Arabia Saudita también se había reconciliado con Catar a principios de 2021, y se rumoraba que estaba considerando lazos más estrechos con Israel, un proceso lento que comenzó en 2015. El tren estaba en camino para los lazos entre Arabia Saudita e Irán; todo lo que necesitaba era un pequeño empujón, que China les dio.
El potencial para mejores lazos entre Israel y Arabia Saudita ha sido un tema constante de especulación. Días antes de que se anunciara el acuerdo entre Arabia Saudita e Irán, hubo informes en The Wall Street Journal y The New York Times sobre que Riad buscaba compromisos de seguridad de Washington como parte de algún tipo de mejora de sus relaciones con Israel.
Claramente, Arabia Saudita ha estado trabajando en múltiples vías políticas: China, Rusia, EEUU y potencialmente Israel; todo forma parte del nuevo posicionamiento saudí de una política independiente más compleja.
Es poco probable que los lazos con Irán necesariamente tengan un impacto negativo en Israel. Arabia Saudita tiene intereses en Yemen y Líbano, así como en Siria e Iraq. En muchos sentidos, los intereses de Arabia Saudita encajan con los de Israel en términos de estabilidad, y de no querer que las milicias o representantes de Irán controlen esos países.
El Golfo en general se está moviendo para reconciliarse con Siria, lo que puede reducir el caos en la región. La era de guerra que definió el período posterior a la Primavera Árabe, y la época de conflicto que comenzó hace décadas con el ascenso de los extremistas, parece estar llegando a su fin.
Los cambios en el Golfo son importantes para que esto suceda. Los grupos extremistas han sido expulsados uno por uno de la mayoría de los estados del Golfo, excepto de Catar. Hay menos financiación para estos grupos; al-Qaeda e ISIS han sido mayormente derrotados.
La estabilidad y las relaciones de Estado a Estado son parte de la nueva era. Esto se sustenta en la política de los grandes países, y también en acuerdos en los que Israel ha desempeñado un papel, como la Cumbre de Néguev, el grupo I2U2 (India, Israel, Emiratos y Estados Unidos) y los Acuerdos de Abraham. Los lazos entre Irán y Arabia Saudita pueden verse como parte de ese proceso diplomático más amplio.
En tal sentido, Israel podría no salir perdiendo. Arabia Saudita ahora puede articular sus preocupaciones a Irán a través de la diplomacia, en lugar de estar en desacuerdo. Los países tienden a escuchar más que hablar y relacionarse entre sí, en lugar de presentarse como enemigos. Nuevos lazos podrían reducir las amenazas iraníes.
*Corresponsal y analista principal de asuntos del Medio Oriente de The Jerusalem Post.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.