Eduardo Kohn*
Dos hechos marcan la realidad de la Autoridad Palestina de los últimos días. Abordemos primero el trascendente tema de la pandemia, ya que es una tragedia universal que tiene atrapado al mundo hace poco más de un año. Y, luego, las presuntas elecciones.
Hay muchos analistas que creen que la vacunación con privilegios y escándalos es propiedad de algunos países latinoamericanos. Error. La Autoridad Palestina ha reclamado a Israel, junto a sus dictaduras amigas, que le enviaran vacunas, a pesar que los Acuerdos de Oslo hacen responsable a Mahmud Abbas y su gente de proveer servicios sanitarios en la margen occidental del Jordán. Rusia y China que tanto defienden a la Autoridad Palestina en resoluciones agraviantes e inocuas en las agencias de ONU, se unieron a los reclamos ilegales de Abbas, pero distribuyeron sus vacunas por otros lados. Hoy, que la situación es muy mala y los contagios aumentan, llegaron algunas vacunas Sputnik a Ramala; Israel fue el primero en enviar vacunas a la administración Abbas hace ya un tiempo, y ¿qué pasó?
Las fingidas y desgastadas bravatas de Mahmud Abbas ya no convencen ni a su pueblo ni a los Estados árabes
(Foto: Huffington Post)
Lo previsible: primero se vacunaron Abbas y su círculo, sus custodios y sus familias y, créanlo o no, los jugadores de fútbol. El discurso de reclamo de vacunas repetía que primero se vacunaría al personal de salud y a las personas mayores. Pero las primeras dosis que llegaron de Israel fueron directamente a las sedes de gobierno, y las 10 mil Sputnik tampoco llegaron al personal médico ni a los ancianos. Mientras, Israel atendió en sus hospitales a dirigentes como Saeb Erekat (quien recordamos falleció el año pasado de coronavirus en Israel), y ahora va a vacunar a casi 200.000 palestinos que trabajan en Israel. Los que realmente necesitan vacunarse primero tendrán que esperar la lentitud de la OMS y su sistema COVAX, diseñado para entregar vacunas a países que definen como “pobres”, y que saben que por ese mecanismo las vacunas llegan mucho después de lo prometido.
La Autoridad Palestina va a insistir ante el Consejo de Derechos Humanos que se condene a Israel por no proveerle de vacunas. No importa que los Acuerdos de Oslo establezcan lo contrario, no importa que cuando las tienen aplican criterios de privilegio y corrupción, no importa que Rusia, China, Venezuela, Cuba y las dictaduras amigas de Abbas aplaudan su iniciativa: el tema es atacar a Israel, mientras los que acompañan con votos no hayan ayudado a los palestinos en nada. Corrupción e hipocresía unidos en un solo toque.
Un grupo defensor de DDHH que trabaja en Ramala ha sido explícito: “Las vacunas han sido distribuidas sin orden médica alguna entre las autoridades y sus familias, y no sabemos por qué 200 dosis se enviaron a la Casa Real de Jordania. También fueron vacunados los jugadores de la selección nacional [palestina] de fútbol, y estudiantes que necesitan viajar al exterior para seguir sus estudios”. Así de sencillo, a pesar de que la propia Autoridad Palestina ha declarado que ya pasó la cifra de 2000 fallecidos desde que comenzó la pandemia, cifra que quizá sea más o menos correcta, pero que en una dictadura no se puede saber cien por ciento.
Después de 15 años en el poder, Abbas decidió llamar a elecciones presidenciales (julio) y parlamentarias (mayo). No es la primera vez en estos tres lustros que bajo fuerte presión Abbas ha llamado a elecciones, y luego las ha cancelado. Pero ahora hay señales fuertes: el 93% de los palestinos habilitados para participar se han inscrito. Señal muy clara de que hay una mayoría que quiere cambiar.
Israel fue el primero en enviar vacunas a la administración Abbas hace ya un tiempo, y ¿qué pasó? Lo previsible: primero se vacunaron Abbas y su círculo, sus custodios y sus familias y, créanlo o no, los jugadores de fútbol
El panorama presente indica que las negociaciones con Israel están congeladas desde 2014, Abbas no quiere sentarse a mesa de conversación alguna, y maneja las relaciones con Israel en forma de hechos bilaterales puntuales que solo favorecen a grupos selectos. La situación económica empujada por la pandemia está cerca del colapso, pero no para los que tienen trabajo en la estructura estatal. La corrupción ya era muy grande y ahora, con la pandemia, es rampante. Abbas es dictatorial, las libertades están vigiladas, y Hamás espera el momento para dar un zarpazo y apoderarse de todo. El Centro Palestino de Investigaciones Políticas hizo una encuesta hace pocas semanas, y el resultado ha sido que el 62% de la población quiere que Abbas renuncie y se vaya, y que obviamente no se presente a las elecciones a sus 86 años de edad.
El relato de Abbas ya no funciona dentro de su movimiento. Quiere recuperar el terreno perdido, pero quienes lo rodean ven lo que él no quiere reconocer: los cambios geopolíticos en la región que han dejado aislada a la Autoridad Palestina. Egipto, Jordania, Emiratos Árabes, Bahrein han demostrado su hartazgo no solo con su relacionamiento con Israel, sino por el comportamiento de Abbas. A mitad del año pasado, Emiratos envió a Ramala un avión cargado con insumos para enfrentar el coronavirus, incluyendo respiradores, pero la Autoridad Palestina lo rechazó porque el avión obviamente había aterrizado en el Aeropuerto Ben Gurión. Asimismo, Israel ha iniciado relaciones con los Estados del Golfo, Sudán y Marruecos, pero Abbas parece no asumirlo.
Si las elecciones se llevaran a cabo, Mohamed Dahlan, candidato de Egipto y Emiratos, quien vive en el exilio en Abu Dhabi, se enfrentará a Abbas y a Marwan Barghouti. Abbas no tiene apoyo hoy, según las encuestas. Barghouti tiene mucho apoyo en al-Fatah, pero está en prisión por múltiples crímenes. Dahlan tendría a gran parte de Fatah en contra. Ese desorden y odios recíprocos son los que dan esperanza a Abbas para quedarse en el poder. Mientras tanto, a los apoyos políticos que Abbas cree que tiene no les importa mucho si habrá o no elecciones en la Autoridad Palestina.
El relato de Abbas ya no funciona dentro de su movimiento. Quiere recuperar el terreno perdido, pero quienes lo rodean ven lo que él no quiere reconocer: los cambios geopolíticos en la región que han dejado aislada a la Autoridad Palestina
Ya son muchos los Estados árabes que han comenzado relaciones diplomáticas y económicas con Israel, y pueden sumarse más. Ya no compran el relato de Abbas, y saben que el enemigo común, Irán, alimenta a Hamás todos los días y está listo para apoderarse de la Autoridad Palestina.
La nueva administración de Estados Unidos tiene muchos frentes, y los internos son muy graves. Su relacionamiento con Irán y con todo el Medio Oriente trascurre con lentitud, y fundamentalmente y por ahora vía declaraciones públicas.
El festival de condenas a Israel de este mes en el Consejo de Derechos Humanos, basado en el item 7,el único item que contiene resoluciones contra un país en particular y nombrado específicamente, seguirá con apoyos de los amigos de Abbas. Su deshonestidad y la corrupción que lo rodea no preocupa a esos votantes, que se esconden en un organismo fallido. Y tampoco les molestaría para nada si Abbas se aferrara al poder y el llamado a elecciones quedara por el camino.
*Doctor de Relaciones Internacionales, director para Latinoamérica de B’nai B’rith.
Fuente: Radio Jai.
Versión NMI.