Ana Jerozolimski*
Comencemos por aclarar lo que puede sonar meramente a políticamente correcto, pero es muy cierto. En términos generales, nadie sale ganando de una guerra. Hay muertos, heridos, daños materiales, traumas y cuantiosas pérdidas económicas.
Sin entrar en demasiados detalles al respecto, contaremos que en Israel 70 personas tuvieron que ser atendidas por servicios de emergencia, algunas con lesiones físicas y otras por hallarse en estado de conmoción, aunque afortunadamente esta vez, a diferencia de la escalada anterior en el mes de mayo, no hubo muertos. En aquella oportunidad, la escalada terminó con cinco civiles muertos.
Medio Israel estuvo paralizado el martes 12 de noviembre por un prematuro anuncio del Frente de Retaguardia, indicando que en Tel Aviv y Gush Dan —la zona metropolitana de la gran ciudad— no se debía ir al trabajo a menos que se tratara de un puesto imprescindible. En el sur no se pudo trabajar con normalidad hasta este viernes, y por cierto no hubo clases.
Todo eso implica daño a la economía. Y ni qué hablar del costo de la Cúpula de Hierro. Es imprescindible para salvar vidas, y eso también sale muy caro: cada misil disparado para interceptar un cohete en el aire cuesta 50.000 dólares.
Techo destruido en una casa de Sderot la semana pasada. Los cohetes que lanzan los terroristas palestinos desde Gaza dejaron hace tiempo de ser “caseros”. Se trata de poderosos proyectiles que causan graves destrozos.
(Foto: AP)
Pero más allá de este comentario general sobre lo nocivo que es siempre un enfrentamiento bélico, es oportuno analizar los resultados militares y estratégicos, políticos, de esta escalada, algunos de los cuales podrán evaluarse debidamente únicamente con el trascurso del tiempo. Nos limitaremos a algunas apreciaciones:
- Israel lanzó un muy exitoso operativo, al lograr matar a una de las principales figuras del Yijad Islámico, responsable de todos o casi todos los ataques contra territorio israelí el último año, tanto con cohetes como intentos de infiltración, disparos de francotiradores y demás. Sorprendió con ello a la organización y le asestó un duro golpe, reforzado al parecer con otro operativo —que se estima fue obra de Israel aunque no ha sido reivindicado—, al intentar ultimar en Damasco a otro alto miembro del Tijad Islámico, clave en la relación con Irán. Con ello Israel no solo dejó en claro el alto nivel de su información de inteligencia, sino su capacidad tecnológica. Trasmitir a los terroristas que Israel siempre los puede ubicar y que no teme tomar la iniciativa para llegar a ellos, es un elemento importante en la lucha contra el terrorismo. Pero si con ello realmente se ha comenzado a recuperar el perdido poder de disuasión de Israel que amedrente a los terroristas, sería prematuro asegurarlo. Fue un paso en la dirección correcta, pero solo el tiempo lo dirá.
- Hace tiempo que analistas y también altas fuentes militares dicen que no solo Israel no tiene interés en una guerra de gran envergadura, sino tampoco Hamás. Eso quedó claro en esta escalada. Hamás no intervino, no disparó ni un solo cohete contra Israel, por más que condenó y prometió “no dejar solos” a los “hermanos” del Yijad Islámico. Ello se vio en Israel como un elemento sumamente positivo, no solamente porque enfrentarse solamente al Yijad Islámico es por cierto más fácil que a una fuerza conjunta que incluya a Hamás. Eso, más que nada, mostró que Hamás prefiere ahora la calma por sus propios intereses, preservar su control en Gaza, para lo cual necesita mejorar la economía y la estabilidad general. Pero cabe aclarar que esto no significa que Hamás haya dejado de ser una organización terrorista, ni que piense reconocer a Israel y su derecho a existir. Se trata únicamente de sus intereses para perpetuarse en el poder.
- Pero este hecho tiene también otro significado. Es la otra cara de la moneda, que no vaticina nada bueno. Ahora, tal como ha expresado con mucha razón el corresponsal especializado en asuntos palestinos en el canal 11 de la televisión israelí y la radio pública Kan, Gal Berger, habrá que tomar en cuenta a dos dueños de casa en la Franja de Gaza. Yijad Islámico sigue siendo mucho más pequeño y menos poderoso que Hamás, pero por otro lado no tiene ninguna agenda que no sea la terrorista, financiada además por Irán, que también imparte órdenes y agita. Y esta vuelta, Yijad estuvo solo contra Israel, fue quien decidió cuándo empezar a disparar cohetes y cuándo detenerlos. Desde ahora, nada podrá concretarse en Gaza sin su aprobación.
- Nadie duda que en sus ataques al Yijad Islámico en respuesta a la lluvia de cohetes sobre territorio israelí, Tzáhal utilizó solo una ínfima parte de su poderío militar. Pero 450 cohetes disparados por el Yijad Islámico en dos días paralizaron medio país. ¿Qué habría pasado si hubiese sido una guerra contra Hamás y Yijad conjuntamente, lo cual aún puede ocurrir en algún momento? Y ni hablar de una guerra contra Hezbolá o el propio Irán. O en dos frentes. Militarmente, Israel puede enfrentarse a grandes desafíos. Y la población es resiliente. ¿Pero se logra hallar el equilibrio necesario entre cuidar a la población y no dar a entender a los terroristas que logran casi cerrar el país?
Hay mucho más que analizar. Estas son unas primeras reflexiones.
*Directora de Semanario Hebreo Jai. Versión NMI.