Konrad Kwiet*
No se ha escrito mucho sobre los soldados judíos que lucharon en los ejércitos aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Su número se estima en 1,5 millones. Provenían de muchos ámbitos de la vida, y vestían una variedad de uniformes. Todos contribuyeron a la derrota del régimen nazi que destruyó el mundo judío en Europa.
Unos 550.000 judíos sirvieron en las fuerzas armadas de Estados Unidos. Casi 500.000 combatieron en el Ejército Rojo de la Unión Soviética. Más de 60.000 se unieron a las filas del ejército británico, y entre ellos se encontraban numerosos refugiados alemanes, como los Dunera Boys. El resto participó en los ejércitos y tropas de exiliados europeos enviados desde Canadá, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia.
Muchos nunca olvidaron los horrores que encontraron en 1945: presenciar la liberación de los sobrevivientes del Holocausto de los campos de concentración, o al final de sus largas y angustiosas “marchas de la muerte”.
Sus insignias de identificación militar indicaban a menudo su afiliación religiosa. Las abreviaturas variaban; las placas australianas estaban grabadas con las letras «J», «judío», «heb», «hebr» o «hebreo».
Soldados judíos en el ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial
(Foto: PBS)
Miles de soldados judíos cayeron en combate. Fueron enterrados en secciones especiales de cementerios militares sin ningún rito religioso. 200.000 fueron hechos prisioneros y encarcelados en campos de prisioneros de guerra dirigidos por la Wehrmacht, el ejército alemán.
Los soldados judíos capturados del Ejército Rojo, etiquetados como «enemigos mundiales judíos-bolcheviques», fueron asesinados, ya fuera fusilados inmediatamente o en cámaras de gas. Los soldados judíos polacos capturados en el otoño de 1939 fueron dados de baja y se les permitió regresar a casa; sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que fueran encerrados en los guetos e incluidos en la “Solución Final”.
Pero con muy pocas excepciones, las prisiones de guerra judíos de los países occidentales sobrevivieron al Holocausto bajo la custodia de la Wehrmacht. Esto también sucedió con los voluntarios judíos de Palestina y miembros de la Brigada Judía del ejército británico. Una lista en el Museo Judío de Sydney muestra los nombres de 19 prisioneros de guerra judíos australianos, dados de baja al final de la guerra.
La Wehrmacht, que fue cómplice en el exterminio de los judíos, rechazó las demandas constantes de las SS de estigmatizar a los prisioneros de guerra judíos con una estrella amarilla, encarcelarlos en barracones separados o entregarlos a las mismas SS para que los asesinaran. El rescate y supervivencia de este grupo judío fue el resultado de la intervención de las potencias occidentales: los líderes militares y políticos se apresuraron a advertir a los líderes nazis que cualquier violación del derecho internacional, especialmente el asesinato de soldados capturados, tendría consecuencias drásticas para el trato de los soldados y civiles alemanes internados en Inglaterra, Estados Unidos y otros países. Esta amenaza obligó a los generales alemanes a mantener con vida a los prisioneros de guerra judíos.
Sin embargo, no les ofrecieron ningún privilegio. Los prisioneros judíos recibían raciones de hambre. Los judíos practicantes se vieron obligados a comer alimentos no kosher. Sometidos a duros trabajos, eran obligados a hacerlo durante las festividades judías, y se impuso la prohibición de los servicios religiosos y las oraciones.
*Historiador del Museo Judío de Sydney, Australia.
Fuente: https://sydneyjewishmuseum.com.au.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.