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Yehuda Ben Abraham
S ucot es la palabra hebrea para cabañas. Se refiere al festival judío anual de agradecimiento por una abundante cosecha, y que conmemora los cuarenta años pasados en el desierto después de los acontecimientos del monte Sinaí.
Empieza cinco días después de Yom Kipur, es decir, el 15 de Tishrei. La fiesta se observa durante siete días en Israel, y ocho en la diáspora.
También se le conoce como Jag HaAsif (Éxodo 23:16), o simplemente HaJag, “la fiesta” (Reyes I, 8:2). A medida que la liturgia de tiempos rabínicos emergió siglos más tarde, también fue designada como Zman Simjatéinu (el tiempo de nuestra alegría).
Como muchas sociedades, los antiguos hebreos teníamos variedad de festivales agrícolas. Sucot probablemente empezó como una de estas expresiones ceremoniales de agradecimiento a Dios por una buena cosecha. En tiempos bíblicos, Sucot se desarrolló como la celebración de los frutos del verano: “Al final del año, cuando obtengas tu producto de los campos” (Éxodo 23:16).
Llegó a ser una de las tres festividades judías de peregrinación, o Shalosh Regalim. Como en Pésaj y Shavuot, el pueblo llevaba una porción de los primeros frutos de sus cosechas al Templo de Jerusalén, que eran ofrecidos como sacrificio por el cohén gadol (sumo sacerdote).
La fiesta que llegaría a ser Sucot no tenía inicialmente fecha, y no era observada hasta que la cosecha estuviese completa, dependiendo de las condiciones climáticas. Pero en tiempos bíblicos, el libro de Levítico (23:34) declaró: “El día quince del mes séptimo será la Fiesta de los Tabernáculos para Hashem durante siete días”. La fecha, entonces, fue estandarizada.
Y así, como en el caso de muchas celebraciones agrícolas, esta festividad fue investida de un fuerte significado histórico. Igual que Pésaj, que se relaciona con el Éxodo, y Shavuot, que se asocia con la entrega de la Torá, Sucot vino a reflejar la experiencia en el desierto. Los cuarenta años trascurridos antes de entrar en la Tierra Prometida fueron aprehendidos, simbólicamente, en la frágil sucá: “Porque en cabañas hice vivir a los hijos de Israel cuando les saqué de Egipto” (Levítico 23:43).
Después del año 70 e.c., cuando los sacrificios en el Templo ya no fueron posibles, Sucot sufrió la misma metamorfosis que permitió a otros festivales judíos sobrevivir y conservar su poder religioso. Llegó a ser una celebración en la sinagoga y en casa, marcada por rituales y símbolos únicos.
Como hemos visto al principio, sucá significa cabaña y se refiere a la estructura especial erigida durante el festival de Sucot. Simboliza las frágiles cabañas en las que los israelitas vivieron durante sus cuarenta años en el desierto desde el Éxodo de Egipto. También sirve para recordar a los judíos cómo Dios los protegió proveyendo sus necesidades en el desierto y, por extensión, todavía nos protege a nosotros hoy. La sucá, entonces, data de tiempos bíblicos, siendo un antiguo símbolo que ha mantenido su poder y significado religioso durante más de 2500 años.
La ley judía es bastante explícita al explicar el diseño estructural y decorativo de la sucá tradicional. Debe tener tres paredes, mientras que la cuarta puede ser abierta. Puede ser construida de cualquier material, generalmente lona, madera o metal. El techo es temporal, cubierto con ramas sueltas de algo que crezca en la tierra y haya sido cortado del suelo. Según la tradición, esta cubierta del techo debe dar sombra pero debe permitir ver las estrellas por la noche. No hay medidas exactas para una sucá, pero debe acomodar al menos a una persona. Una vez construida, es común decorarla con racimos de frutas colgadas del techo.
Los judíos de todo el mundo obtienen gran placer en hacer un proyecto familiar del construir su sucá, la cual llega a ser una segunda casa para los más tradicionalistas. Asumiendo literalmente el precepto de “morar en cabañas”, comen todas sus comidas e incluso viven en la sucá durante el festival.
Otra costumbre de Sucot supone ampliar la hospitalidad, especialmente a los más necesitados. La tradición nos dice que hay ciertos invitados, los ushpizim, que están presentes en espíritu en cada sucá: Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Aarón y David. Además, muchos judíos invitan a personas de fuera de su familia para disfrutar de una comida festiva en la sucá.
La hospitalidad hacia los extranjeros es un tema recurrente en la literatura judía. Un midrash relata que los judíos fueron protegidos durante su estancia en el desierto debido a la hospitalidad que Abraham mostró hacia los tres extraños que estuvieron en su tienda.
Lulav es la palabra hebrea para designar “rama de palmera”, y cumple un propósito ceremonial único relacionado con la fiesta de Sucot. También es un término genérico que describe un “ramo” de tres secciones con una simple rama de palmera en el centro, dos ramas de sauce (aravá) a la izquierda y tres de mirto (hadas) a la derecha. Como parte de la celebración, Levítico 23:34 ordena: “El primer día tomarás el fruto de un árbol esplendoroso (etrog), ramas de palmera, ramas de mirto y sauce, y te alegrarán ante Adonai”.
Agitar el lulav en todas las direcciones es una afirmación de la omnipresencia de Dios. Según algunos, el lulav representa la letra vav del tetragrámaton (YHVH).
Etrog significa citrón, y se refiere a una fruta especial similar al limón usada en conjunción con el lulav en el ritual de Sucot. Con el paso de los siglos, estas cuatro especies (lulav, etrog, mirto y sauce) llegaron a conocerse como arbá miním.
Además, cada una de las cuatro especies se interpreta como diferentes partes del cuerpo humano, que permanecen juntas para servir a Dios. El sauce es la boca, que dice la oración; el etrog es el corazón, base de la sabiduría y el entendimiento; el lulav es la columna vertebral, símbolo del carácter recto; y el mirto son los ojos, herramientas de aprendizaje e iluminación. Así, tomar al lulav y al etrog juntos es visto como símbolo de la unidad del pueblo judío.
En otra interpretación, las cuatro especies asumen las características de diferentes tipos de seres humanos. El aroma se iguala a los actos correctos, y el sabor al conocimiento. Así el etrog, con sabor y aroma, representa a la persona sabia que desarrolla buenos actos; el mirto, con aroma pero sin sabor, es la persona justa pero ignorante; el lulav, con sabor pero sin aroma, indica a la persona con conocimientos pero que no realiza buenas acciones; y el sauce, sin sabor ni aroma, es el tipo de persona de la que todos nos alejamos.
Nos encontramos con la creatividad e imaginación de los sabios, quienes fueron capaces de incrementar el poder simbólico de los objetos simples de la naturaleza con su sensibilidad y brillantez.
Fuente: anajnu.cl. Versión NMI.