Purim, que tiene lugar el 14 del mes de Adar, es una de las festividades más alegres del año judío. De hecho, se considera que todo el mes de Adar está impregnado de esa alegría, y en este año “bisiesto” es doble. Por ello se dice Mishenijnás Adar Marbím Vesimjá: “Aquel que entra en Adar, aumenta su alegría”. He aquí un resumen ilustrado de lo que significa Purim, y cómo se celebra.
Redacción NMI
El nombre de esta festividad viene del hebreo pur, “sorteo” (en plural, purim). La historia, narrada en la Meguilat Esther, dice que los judíos estuvieron a punto de ser exterminados en el antiguo imperio persa; el autor intelectual de esta masacre, el virrey Amán, realizó un sorteo para determinar en qué fecha esto tendría lugar, pero finalmente fracasó en su intento.
Según la Meguilá, los acontecimientos sucedieron durante el reino del emperador persa Ajashverosh o Asuero, identificado usualmente con Jerjes. Jerjes reinó entre los años 486 y 465 antes de la era común, durante el período llamado aqueménida. El lugar preciso de los hechos es la ciudad de Shushán (Susa), en el actual Irán.
La Meguilá narra que, durante una larga festividad, Ajashverosh se enfureció con su reina Vashti por no haberle obedecido, y la apartó del cargo. Entonces convocó a todas las jóvenes hermosas del imperio para seleccionar una nueva reina; escogió a Esther, sobrina de Mordejai, quien no le dijo que era judía. Poco después Mordejai descubrió y evitó un plan para asesinar al rey, por lo que este le quedó muy agradecido.
Pero el virrey, Amán, odiaba a Mordejai porque este no se prosternaba ante él, debido a que la religión judía lo prohíbe. Entonces convenció al emperador de que la minoría judía de su reino no le era fiel, y por ende había que exterminarla.
Esther se presentó ante el rey sin permiso, le dijo que ella era judía y acusó a Amán. Entonces Ajashverosh ordenó colgar a Amán, justo el día en que según el sorteo (purim) se masacraría a todos los judíos: el 14 de Adar.
Al igual que Janucá, la historia de Purim no aparece en el Tanáj (“Antiguo Testamento”). La fuente de la historia es Meguilat Esther, breve libro que está escrito tradicionalmente sobre un pergamino enrollado, como la Torá.
El ayuno de Esther (13 de Adar)
En la víspera de Purim se observa un ayuno, para conmemorar los tres días de oraciones y ayuno que cumplieron Esther y todo el pueblo judío, esperando un milagro que los salvara. Es el 13 de Adar, que este año corresponde al 23 de marzo, desde el alba hasta la salida de las estrellas.
Shushán Purim (15 de Adar)
Se recuerda el hecho de que en el antiguo Shushán se celebraba Purim en esa fecha en lugar del 14 de Adar. Así, en las ciudades amuralladas, como Jerusalén, Purim se celebra el 15 de Adar en lugar del 14. En el resto del mundo, Shushán Purim es también un día de alegría y celebración.
Hay varias maneras de hacer tzedaká (benevolencia, justicia); la más común es entregar alimentos a los más necesitados.
Se trata de cestas con productos alimenticios (que contengan al menos dos alimentos que requieran berajot diferentes), que se obsequian a un mínimo de dos personas. Esto puede hacerse a través de un intermediario, y debe tener lugar entre la mañana y el atardecer del 14 de Adar.
Los adultos deben escuchar Meguilat Esther el 14 de Adar, que este año va desde el 23 de marzo por la noche hasta el 24 de marzo antes de atardecer (consulte los horarios de las distintas sinagogas).
Es una comida festiva, que puede tener lugar en el hogar o en la sinagoga.
El alimento típico de Purim son los Oznei Amán (“orejas de Amán”), dulces rellenos de forma triangular. Los asquenazíes suelen comer kreplaj, unos crèpes pequeños rellenos de carne.
En Purim se disfraza a los niños, costumbre que al parecer se originó en Italia en el siglo XV (los judíos sefardíes la adoptaron recién en el siglo XIX). En Israel se suele decorar las calles con motivos alegres y hacer desfiles llamados adloyada, que en hebreo significa “hasta que no se sabe”; el nombre proviene de la indicación del Talmud de que en Purim hay que celebrar “hasta que no se sepa la diferencia entre “bendito sea Mordejai” y “maldición a Amán”. Estos desfiles se originaron en Tel Aviv a principios del siglo XX.
También es típico que los niños hagan ruido con una matraca (rashán o gragger), juguete usualmente hecho de madera. El rashán se usa sobre todo cada vez que se pronuncia el nombre de Amán.
P urim es un día de gran elevación espiritual, por lo cual los rezos tienen una fuerza muy especial. El nombre Purim se asemeja a Yom Hakipurim, el día más sagrado del año. Pero mientras que en Kipur nos acercamos a Hashem a través del ayuno, la espiritualidad y de alejarnos de nuestras necesidades básicas, en Purim nos acercamos mediante un gran banquete, el agradecimiento, la alegría y el amor a Hashem.
Ingredientes para la masa:
Ingredientes para el relleno (de nueces):
Aparte:
Preparación de la masa:
Precalentar el horno a 350º F. Mezclar todos los ingredientes de la masa con dos cuchillos, cortando en forma de tijera o con la ayuda de un procesador de alimentos, hasta obtener una masa uniforme y suave. Dejar reposar mientras se prepara el relleno.
Preparación del relleno:
Picar las nueves en pedacitos pequeños y dejar aparte. En una ollita, colocar el agua con el azúcar y cocinar unos 8 minutos, hasta obtener un almíbar grueso. Apagar el fuego y agregar las nueces y el jugo de limón.
Para formar las “orejas”:
En una superficie plana y enharinada, estirar la masa dejándola como de 1 cm de espesor; cortar círculos de unos 6 cm de diámetro. Colocar en el centro de cada círculo una cucharadita del relleno. Doblar un lado del círculo hacia el centro, después el otro y el restante, obteniendo una especie de triángulo. Unir bien los lados para que el relleno no se salga al cocinarse. Seguir hasta terminar la masa.
Barnizar las orejas con la yema de huevo mezclada con la cucharada de agua, colocarlas sobre una bandeja y llevar al horno hasta que doren (unos 12 minutos aproximadamente).
Sacar del horno, dejar enfriar y espolvorear con el azúcar de nevar.
Receta de Ronit Yecutieli de Wainberg, tomada de: Susana Arwas (2007). Altar de una diáspora. La mesa judía en Venezuela. Caracas. Museo Sefardí de Caracas Morris E. Curiel.
Rachel Chocrón de Benchimol
La historia de Purim lleva consigo muchas enseñanzas y reflexiones que podemos aplicar en nuestra realidad actual, pudiendo aprovechar estas fechas no solo para disfrutar en familia de la Seudat Puirm, de la lectura de la Meguilá de Esther, sino también para tomar conciencia de nuestro rol como pueblo y de cuán importantes son nuestras actuaciones como individuos capaces de cambiar y mejorar aun el peor de los escenarios, como ocurrió en Persia en aquella época.
En ese entonces, habiendo estado 70 años en el exilio y fuera de Jerusalén, el pueblo judío había decaído en su nivel espiritual, perdiendo toda conexión con su Creador, tomando una actitud de desunión y desarraigo que llegó hasta tal punto que decidieron aceptar la invitación en aquel momento del rey Ajashverosh, para el banquete del reino que duró días y noches enteros, y que hizo perder en su totalidad la identidad del pueblo. En definitiva, la historia de Purim es un mensaje divino que podemos aplicar incluso en nuestros días.
En ese marco en donde peligraban no solo la integridad física del judío sino su esencia como nación, llegan Esther y Mordejai a suplicar clemencia ante el rey, ocurriendo el milagro de que su comparecencia fuera aceptada por Ajashverosh sin previo aviso; y todo esto gracias a la teshuvá del pueblo que ayunó durante tres días para despertar la misericordia divina, que en definitiva cambió el rumbo del destino que ya se vislumbraba oscuro y nefasto para el pueblo.
Después de que ocurre el milagro y la suerte del pueblo judío literalmente se volteó, Esther pide que Purim se celebre y recuerde de generación en generación con mananot laebionim (regalos para los pobres) y mishloaj manot (regalos para nuestros amigos), en señal de resaltar la solidaridad que debe existir en Am Israel por sobre todas las cosas.
No existe quizá mayor prueba de cariño y de demostrar cuán importante es una persona para nosotros, que obsequiar un presente y hacerle saber nuestra admiración y el cariño que nos une como seres humanos. Este es el objetivo central de Purim, que no solo debemos aplicar en esta época del año como precepto, sino el resto de nuestras vidas como regla dorada. Demostrar nuestro cariño y empatía con el prójimo no solo con regalos materiales sino preocupándonos por sus necesidades, atendiéndolos en momentos de necesidad y alegrándolos cuando hayan celebraciones que compartir.
Purim nos reitera que cuando no hay unión en Am Israel, las cosas se complican para nosotros, y más aún cuando perdemos el norte y nuestra esencia judía, asimilándonos con las costumbres y modos de vida de otros pueblos. Dios siempre llama nuestra atención para que regresemos al camino, haciendo teshuvá de corazón como en aquellos días difíciles en el reinado de Persia.
Tal como lo expresé en mi artículo anterior, incluso en las horas más oscuras de nuestra existencia, cuando hacemos teshuvá de corazón y nos preocupamos por nuestro prójimo en unión perfecta los unos con los otros, Dios pone su mano y nos salva, dándonos siempre una nueva oportunidad que debemos aprovechar al máximo.
Entonces en este Purim analicemos nuestra conducta con el prójimo, limemos asperezas con quien estemos enojados obsequiándole un mishloaj manot, y hagamos matanot laebionim con los menos favorecidos de nuestro entorno.
Que Dios cambie nuestros destinos de manera favorable como en los tiempos del exilio de Persia, manifestándose por medio de milagros en apariencia ocultos, como los sucedidos en Purim, y devuelva la alegría verdadera a esta comunidad mermada y afectada en la actualidad por los problemas que nos aquejan en este hermoso país del cual todos somos parte.
Recordemos que en la unión está la fuerza, y que si somos un todo y nos complementamos el uno con el otro, nada ni nadie podrá dañarnos como nación. Sin duda alguna, la fuerza vendrá de Dios, como reza el tehilim número 121: “Cantico de las ascensiones: Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda vendrá de Dios, hacedor del cielo y la tierra”. De esta manera, Dios hará sus milagros para nosotros al vernos unidos y preocupados los unos por los otros, no importa de qué lado del mundo nos encontremos. Kulanu yahad para que se haga realidad la frase que de por sí caracteriza y distingue a la celebración de Purim. Layehudim hayetá orá vesimhá vesasón vikar (“Losjudios tuvieron luz y regocijo y gozo y honra”).
¡Purim saméaj para mi querida kehilá!
PD: Mi agradecimiento especial para Goldie Slavin, quien me aporta los conocimientos necesarios para poder elaborar mis artículos.
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