Israel tiene la oportunidad de cambiar fundamentalmente la situación en el norte. Nasrala ha descubierto que se comprometió mucho más de lo que esperaba
Shachar Kleiman*
Mientras las Fuerzas de Defensa de Israel se acercan a las etapas finales de sus principales operaciones terrestres contra Hamás en Rafah, Hezbolá está intensificando sus amenazas en un intento de disuadir a Israel de lanzar una acción militar a gran escala en el Líbano.
En su reciente discurso, el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrala, no se anduvo con rodeos. Insinuó la posibilidad de que la organización terrorista ataque Chipre, se jactó de tener una fuerza de 100.000 combatientes, e insistió en que la unidad de élite Radwan todavía es capaz de invadir la Galilea.
Para justificar una posible acción militar contra Chipre, Nasrala afirmó que si Israel utilizara bases o aeropuertos en la nación insular, Hezbolá lo atacaría. Si bien los funcionarios chipriotas negaron tal cooperación, el mensaje pareció dirigido a todo el mundo occidental: Hezbolá estaría dispuesto a convertir una guerra contra Israel en un conflicto regional. Esta parece una respuesta dirigida al enviado del gobierno estadounidense, Amos Hochstein, quien advirtió a los libaneses de una escalada si no avanzaban hacia un acuerdo.
Una columna de humo se levanta sobre las afueras de la aldea libanesa de Aita al-Shaab, fronteriza con Israel, tras un bombardeo de las FDI a instalaciones de Hezbolá
(Foto: AP)
Nasrala puede tener la esperanza de que Estados Unidos y la Unión Europea ejerzan presión diplomática sobre Jerusalén, pero en cualquier caso solo ha servido para recordar al mundo la amenaza que su organización representa para muchos países. Basta mencionar las operaciones de tráfico de drogas de Hezbolá para financiar sus actividades, que se extienden desde el Medio Oriente hasta América del Sur. En tal caso, parece que EEUU podría en realidad apoyar una expansión mesurada de la ofensiva. Desde la perspectiva de Israel, el objetivo en el frente norte es muy claro: alejar a Hezbolá y sus capacidades de la frontera, para permitir que los residentes regresen con seguridad a sus hogares.
Visto en forma superficial, todas las opciones de Israel parecen malas: si bien Hezbolá se ha retirado a unos 8 kilómetros de la frontera, podría regresar algún día sin mucho esfuerzo. El Líbano ha estado controlado durante los últimos dos años por un gobierno interino que, sin un presidente en ejercicio, tendrá dificultades para llegar a un acuerdo diplomático. Israel no puede permitirse el lujo de depender del ejército libanés o de una fuerza internacional para garantizar la seguridad de sus ciudadanos; y por último, una guerra total conllevaría muchos riesgos que el gabinete de seguridad debe considerar cuidadosamente. Solo cabe esperar que prevalezcan las voces más experimentadas sobre la naturaleza de la operación.
Sin embargo, es dudoso que Israel tenga un mejor momento para cambiar fundamentalmente la situación en el norte. Las FDI podrían aprovechar la ventana de oportunidad internacional para destruir los activos estratégicos del grupo terrorista. Como se reveló en 2020, Hezbolá tiene sitios de producción de piezas de precisión para misiles en vecindarios del corazón de Beirut. Una parte central del sistema de defensa aérea se encuentra en el valle de Bekaa, al este del Líbano. La infraestructura de la unidad de drones fue atacada esta semana en la zona de Tiro. Y en el sur del país, la organización ha construido una enorme red de túneles que facilita el movimiento de sus combatientes. Este laberinto también estaba destinado a ocultar rehenes en caso de una invasión al territorio israelí; sin embargo, Hezbolá perdió el elemento sorpresa el 7 de octubre. Es poco probable que un intento de ataque de la fuerza Radwan termine en éxito, por decirlo suavemente. De hecho, en los nueve meses trascurridos desde que comenzó la guerra, Nasrala ha descubierto que ha sido infiltrado por los servicios de inteligencia israelíes mucho más allá de lo que esperaba. Si Israel tiene la capacidad de eliminar a un comandante de división sentado en una casa en el área de Tiro, eso sirve como advertencia para todo el nivel de mando y liderazgo de Hezbolá.
Como se reveló en 2020, Hezbolá tiene sitios de producción de piezas de precisión para misiles en vecindarios del corazón de Beirut. Una parte central del sistema de defensa aérea se encuentra en el valle de Bekaa, al este del Líbano. La infraestructura de la unidad de drones fue atacada esta semana en la zona de Tiro. Y en el sur del país, la organización ha construido una enorme red de túneles que facilita el movimiento de sus combatientes
La semana pasada, un comandante de operaciones regionales de la organización murió mientras conducía su automóvil en una de las aldeas de la zona de Tiro. No es coincidencia que fuentes árabes informaran que Hezbolá ha emitido directrices que prohíben el uso de teléfonos móviles. Más de 430 combatientes de la organización, el equivalente a medio batallón, ya han sido eliminados.
Más allá de esto, muchos libaneses temen la guerra y ven con impotencia cómo una organización islamista radical los arrastra al borde de una destrucción similar a la de Gaza, sin poder hacer nada al respecto. Cada vez lamentan más que el Líbano haya sido secuestrado por Nasrala, y la ira hacia él aumentará en caso de una confrontación más amplia que los perjudique significativamente.
«A pesar de todos los cohetes que tiene Hezbolá, sus capacidades son limitadas», declaró el parlamentario libanés Riad Yazbeq a medios árabes. «Tiene la capacidad de causar bajas y daños en el lado israelí, pero no puede cambiar la realidad. Israel es un país que recibe apoyo de Estados Unidos. Es un país poderoso económica, militar y tecnológicamente, que puede devolver al Líbano a la Edad de Piedra”.
En este contexto, Dan Naor, investigador sobre el Líbano y profesor de la Universidad de Ariel, cree que a Hezbolá «sí le importa la opinión pública libanesa, y esa es también la razón por la que no ha escalado a una guerra total. Creo que Hezbolá está atento y mantiene controlado el enfrentamiento, porque la mayoría de la población del Líbano no quiere la guerra. Necesita maniobrar entre las necesidades iraníes y las necesidades libanesas, y la comunidad chiíta está pagando el precio, pues muchos tienen que abandonar el sur del Líbano».
Con la finalización de las operaciones principales en Rafah y el desvío de la mayoría de los recursos militares hacia el norte, Israel enfrenta una decisión trascendental con respecto a Hezbolá. Además de seguir erradicando a Hamás de Gaza y buscar un acuerdo por los rehenes, nos esperan años difíciles. En estos tiempos necesitamos unidad interna, paciencia y rectitud. A través de ellos, podemos demostrar a nuestros enemigos que estamos aquí para quedarnos.
*Editor y corresponsal del buró árabe de Israel Hayom.
Fuente: Israel Hayom.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.