Judith Merenfeld-Moscu
Recién llego de nuestro viaje a Israel. Todavía bajo los efectos del cambio de horario, sucumbo a la tentación de verter mis emociones sobre el papel. No quiero que nada se me escape o que mi memoria emocional se distorsione con la rutina del día a día. Esto que vivimos fue sumamente importante, lleno de significado. Un encuentro rico en recuerdos, compañerismo y amor.
En Israel me reencontré con amigos, también con gente que no veía desde que nos graduamos. Encontré compañeros con los cuales nunca fui muy próxima. Sin embargo, al reencontrarnos descubrimos que nos sentíamos cerca. Con una historia común que contar.
Israel fue un reencuentro con nuestra historia individual, como hijos de nuestra comunidad en Venezuela. También fue un reencuentro con nuestra historia colectiva, como herederos del pueblo de Israel y su tradición milenaria.
Encontrarnos en Israel fue una idea mágica. Un proceso complejo nacido en una conversación de sobremesa, la cual se convirtió en hermosa realidad. Llevamos a cabo un proyecto que nadie creía posible. Incluso así lo dijo en su salutación el representante del Keren Hayesod en Israel, quien habiendo llevado adelante misiones en el pasado, veía difícil que esta en particular pudiera cristalizarse.
Y la realidad es que sí se pudo ¡porque había la voluntad de que así fuera! Tengo que nombrar a todos los que hicieron esto posible: Marian Moscu, Jacobo Rubinstein, Leo Corry, Rafi Gruszka, Lucy Roditi, Blima Rajchemberg, Susy Fenyo, Nelson Hariton y Aidita Rimeris. Mil gracias por habernos ofrecido año y medio de sus productivas vidas en un intenso intercambio de ideas y esfuerzo mancomunado.
Y ahora me vuelco a relatar la experiencia, para que los que me leen la vivan con nosotros. La emoción del primer encuentro en el lobby del hotel Mamila en Jerusalén, seguido por una cena en un restaurante aledaño, estuvo enmarcada con las palabras de bienvenida de Jacobo, Leo y Marian, quienes recordaron que los allí presentes somos producto de nuestro Colegio: Moral y Luces Herzl-Bialik, con sus enseñanzas de amor a Israel y solidaridad con nuestra comunidad en Venezuela.
La creatividad de Nelson Hariton se expresó en una película donde no solo dio contexto histórico a nuestra promoción, sino también describió nuestra evolución individual con las fotos que todos enviamos. ¡Fue conmovedor! Esa noche rendimos tributo a todos nuestros compañeros fallecidos, y los recordamos en medio de nuestra alegría.
Tras una visita muy instructiva a los túneles bajo la ciudad antigua de Jerusalén y la muy esperada visita al Kótel, disfrutamos de un tour gastronómico por el mercado Majané Yehudá. Luego siguió un momento por demás culminante: en una explanada, con la ciudad de Jerusalén en el fondo, repetimos la emblemática foto del Maguén David tomada en el Parque del Este 50 años atrás.
Inigualable fue la experiencia de compartir horas en el autobús. Entre chistes y canciones, fuimos a diferentes lugares: el Mar Muerto, Masada y la Universidad de Tel Aviv, donde el profesor e investigador Dan Peer compartió con nosotros avances increíbles en nanomedicina.
Seguimos con una visita a Neve Tzedek, Nahalat Binyamin y Cesárea, incluyendo la visita a un viñedo, Binyamina Winery, donde disfrutamos de una cena acompañada de los mejores vinos israelíes. Allí, Jacobo Rubinstein recitó el El Maalé Rajamim, recordando una vez más a cada uno de nuestros compañeros fallecidos. El momento concluyó escuchando la hermosa voz de Gina Eger quien, por WhatsApp, nos cantó su versión de Cuéntame.
Tengo que reconocer aquí la extraordinaria organización de los representantes del Keren Hayesod, quienes hicieron que todo fluyera. A nuestra guía Meirav Atmor, una persona con un sentir judío y calidad humana excepcional, ¡mil gracias!
Por último, quiero rendir tributo a nuestros profesores. A Mario Nassí, nuestro padrino, quien no cesó de sorprendernos con comentarios interesantes y su profundo cariño hacia nosotros. Los morim Jaffa y Efraím Algom, con su entusiasmo contagioso, y el fabuloso fin de fiesta que ofrecieron nuestros compañeros israelíes: Mauricio Benzaquén al cuatro, Leo Corry y Shirley Stalman con las maracas e Ilan Maman con la charrasca, quienes nos brindaron un momento de música criolla al son del joropo que siempre recordaremos.
No puedo cerrar mi comentario sin agradecer a cada uno de mis compañeros su presencia, física y digital. También quiero incentivar a otras promociones para que hagan lo que nosotros hicimos.Este viaje a Israel fue un reencuentro con nuestras raíces. No hay palabras posibles que puedan describir bien lo que vivimos, ni palabras suficientes para agradecer a Dios, al Universo, a nosotros mismos, habernos dado la oportunidad de experimentarlo. ¡Jazakim u Brujim!
1 Comment
Me emocione hasta las lágrimas, por esta experiencia que tanto aporta a vuestra generación, a la mía y a la de sus hijos
Am Israel jay