Gabriel Chocrón*
El histórico anuncio de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos tiene un significado fundamental en el nuevo contexto del Medio Oriente.
En primer lugar, en el plano bilateral, el acuerdo es una oportunidad para establecer una cooperación sin precedentes entre dos países líderes en la región. El potencial comercial, turístico, científico e innovador es inmenso, y se podría reflejar en verdaderos beneficios y bienestar para los pueblos.
Pero el acuerdo cobra aún más relevancia al entenderlo dentro del contexto de la realidad regional. Desde hace cerca de 20 años, el mundo árabe ha vivido enfrascado por un lineamiento acordado de no normalizar las relaciones con Israel hasta que no haya un acuerdo de paz con los palestinos. Parecía casi imposible que algún país árabe se atreviera a cruzar esta línea de forma pública, por temor a ser etiquetados de traidores a la causa palestina.
Sin embargo, la realidad en el terreno ya era diferente en los últimos años. En el público árabe muchos miraban a Israel como un ejemplo de prosperidad, un faro de luz en una región marcada por regímenes autoritarios, y soñaban con ser socios del progreso. Israel ya no era considerado un enemigo en grandes sectores de las sociedades árabes.
El edificio de la alcaldía de Tel Aviv se iluminó con la bandera de los Emiratos, la noche en que anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas
(Foto: thestringernews.com/)
En las redes sociales, los ciudadanos de muchos países árabes veían con dolor el progreso del pequeño Israel en los últimos 72 años, mientras lo comparaban con la difícil realidad en la que muchos de ellos viven bajo gobiernos preocupados principalmente por expandir su hegemonía.
El paso dado por los Emiratos Árabes Unidos es un acto valiente, que constituye un primer quiebre en la muralla obstinada de negación a la existencia de Israel. Si bien el camino por recorrer aún es largo y complicado, los rayos de luz en el sueño de paz comienzan a asomarse.
Desde que el acuerdo histórico fue anunciado, otros países del Golfo como Bahréin y Omán ya anunciaron oficialmente su apoyo, e incluso influyentes líderes de otros países de la región se expresaron a favor. Probablemente en las próximas semanas o meses veamos otros países sumándose a estos nuevos vientos de paz en la región.
Pero nada de esto estaría ocurriendo sin los graves errores que los líderes palestinos han hecho a través de los años: negarse a dialogar y obsesionarse con recompensar el terrorismo, mientras viven enfrascados en soluciones irreales y promesas vacías. Quienes realmente traicionaron la causa palestina fueron sus propios líderes.
Dentro de la sociedad palestina hay un movimiento creciente que llama al progreso, a dejar el odio y promover la cooperación. Más de 100.000 palestinos ya trabajan en empresas israelíes, y los proyectos conjuntos en la sociedad civil son cada día más importantes. Pero desde Ramala se niegan a cambiar, y el bienestar de los palestinos queda en segundo plano.
El liderazgo palestino fracasó y algunos países árabes se cansaron de esperar. Los líderes palestinos confiaban que, al igual que en su caso, para los países árabes el miedo a las críticas fuera mayor que la voluntad de avanzar.Pero en el contexto del mundo actual, y con el régimen iraní en el panorama, la cooperacióny el progreso pesan más que el odio irracional.
El Medio Oriente a partir de 2020 ya no estará más dividido entre los países árabes y el único Estado judío de la región. La división será ahora entre aquellos obsesionados con vivir en los prejuicios del pasado y aquellos que piensan en el futuro
La firma de este acuerdo es un mensaje duro contra el liderazgo palestino, pero no un golpe a una verdadera paz israelí-palestina. Por el contrario, los líderes emiratíes destacaron con el anuncio su apoyo a la solución de dos Estados y exhortaron a reanudar las negociaciones entre israelíes y palestinos. Justamente este paso podría ser el golpe sobre la mesa que sirva para revivir el estancado proceso de paz.
El acuerdo histórico entre Israel y Emiratos Árabes Unidos hizo enfurecer principalmente a aquellos que seguían apegados a la idea irreal de acabar con la existencia de Israel, entre ellos el movimiento terrorista Hamás o el régimen de los ayatolás en Irán. El hecho de que una de las grandes potencias de la región construya lazos de paz y progreso con el Estado judío es una señal inequívoca de lo que era obvio, pero que se negaban a reconocer: que Israel está aquí para quedarse.
El Medio Oriente a partir de 2020 ya no estará más dividido entre los países árabes y el único Estado judío de la región. La división será ahora entre aquellos obsesionados con vivir en los prejuicios del pasado y aquellos que piensan en el futuro.
*Venezolano-israelí, politólogo y comunicador social. Cofundador de Conexión Israel y ex portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel en Cisjordania.