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D ías después del ataque terrorista más mortífero en mucho tiempo en Egipto –que costó la vida de más de 300 personas–, el presidente Abdel Fatah al-Sisi ordenó al ejército “asegurar y estabilizar el Sinaí en los próximos tres meses. Pueden usar toda la fuerza bruta necesaria”.
En el ataque del 24 de noviembre, varios explosivos detonaron en la mezquita de Al-Rawda, en la ciudad de Bir El-Abd ubicada al norte de la Península del Sinaí. De inmediato, unos 30 hombres enmascarados dispararon al azar contra los fieles que trataban de escapar, y después incluso contra las ambulancias que llegaron a atender a los heridos. Según testigos, los atacantes revisaban metódicamente a las víctimas y disparaban a quienes aún estaban vivos. En total murieron 305 personas.
Al-Sisi ha lanzado una operación militar a gran escala que incluye bombardeos aéreos contra las presuntas guaridas de los terroristas. Aunque ningún grupo se ha atribuido la responsabilidad, el ataque tiene la marca de Wilayat Sinai, la “franquicia” de ISIS más activa fuera de Siria e Iraq.
Según el Instituto Tahrir para Política del Medio Oriente, Wilayat Sinai ha llevado a cabo más de 800 ataques desde que proclamó su fidelidad al Estado Islámico en noviembre de 2014. Tras la destitución del presidente islamista Mohamed Morsi en julio de 2013, cerca de mil funcionarios de seguridad egipcios han sido asesinados en unos 1700 ataques en el Sinaí, con más de 200 muertos solo este año.
El gobierno de al-Sisi ha logrado que las tribus beduinas del Sinaí cooperen con sus operaciones contra ISIS, por lo que se presume que la masacre de la mezquita de Al-Rawda es un acto de venganza. Según el diario Al-Ahram, la Unión de las Tribus del Sinaí emitió un comunicado en el que prometió vengar a su vez a las víctimas de la mezquita.
La inteligencia israelí, y el propio al-Sisi, han advertido que la derrota militar de ISIS en Siria e Iraq hará que muchos de sus operativos se trasladen al Sinaí para unirse a Wilayat Sinai que, a pesar de que solo cuenta con unos mil integrantes, ha sido responsable de muchos atentados mortales contra fuerzas de seguridad, así como contra los cristianos egipcios.
Israel tiene una frontera de 240 kilómetros con el Sinaí. El Cairo y Jerusalén han estado cooperando estrechamente para enfrentar las amenazas terroristas en la zona.
Según documentos secretos que acaba de revelar la BBC, el ex presidente egipcio Hosni Mubarak aceptó reubicar a palestinos en su país en 1983, a solicitud de Estados Unidos, como parte de un amplio acuerdo de paz en el Medio Oriente.
Mubarak habría compartido esa información con la entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher, después de reunirse con el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan en febrero de 1983. Esto sucedía menos de un año después de que Tzáhal invadiera el sur del Líbano para expulsar a las fuerzas de la Organización para la Liberación de Palestina, que llevaban a cabo frecuentes ataques contra Israel desde esos territorios.
Mubarak, quien estuvo seis años en prisión tras ser depuesto en 2011, ha rechazado estas afirmaciones en Facebook.
Con información de The Jerusalem Post e Israel Hayom