E l nivel de agua en el lago Kineret (o Mar de Galilea) está descendiendo a niveles críticos, y los residentes del área temen que el flujo hacia el río Jordán se reduzca, lo que generaría una situación grave para el turismo y el ecosistema.
“La caída del nivel del Kineret puede verse cada día desde mi ventana”, dice Idan Greenbaum, director del Consejo Regional del Valle del Jordán; esta caída se refleja en la mayor extensión de la playa. El 4 de agosto el nivel del agua era de 213,09 metros bajo el nivel del mar, apenas 9 centímetros por encima de la “línea roja”, pero aún significativamente superior a la “línea negra” de 214,87 metros bajo el nivel del mar. “Esperamos que la situación no llegue al punto en que el flujo hacia el Jordán se detenga por completo, pero nos preocupa que si cae un poco más no habrá agua en Yardenit”, dice Greenbaum, en referencia a un popular sitio de bautismo para los peregrinos cristianos.
Durante los últimos tres años Israel ha padecido una intensa sequía, por lo que se está bombeando la mínima cantidad posible de agua del lago, principal reserva acuífera del país.
El problema mayor para Greenbaum es el plan, por parte de la Autoridad de Aguas y la corporación nacional Mekorot, de construir un nuevo acueducto destinado a duplicar los 50 millones de metros cúbicos de agua que Israel envía desde el Kineret a Jordania, según se acordó con ese país en 2015. Este convenio establece que, a cambio, Israel tendrá acceso a una nueva instalación de agua potable desalinizada que Jordania construirá en Aqaba, en el extremo sur de ambos países (ver el dossier de esta edición).
El Consejo Regional y la Autoridad de Drenaje y Ríos del Kineret no se oponen a este acuerdo, pero sí a la forma de implementarlo. En su opinión, en lugar de construirse un nuevo acueducto, el agua debería desviarse al río Jordán y luego tomarse cerca de Naharayim, unos 10 kilómetros al sur del lago, donde está planeado el Parque de la Paz del río Jordán, un proyecto de 800 hectáreas que sería accesible a visitantes de ambos lados de la frontera sin necesidad de visas.
Sin embargo, las autoridades de Mekorot aducen que esa idea no permitiría que el agua llegara a Jordania con calidad apropiada para el consumo humano, como lo exige el acuerdo; para que sea potable, el agua debe estar confinada en un acueducto.
La polémica continúa, igual que la sequía.
Con información de The Jerusalem Post. Versión y traducción NMI.