Einat Wilf*
Hace muchos años, cuando todavía era miembro de la Knesset por el Partido Laborista, me enviaron en misión al Parlamento Europeo para reunirme con nuestros “compañeros” socialistas (entonces todavía pensaba ingenuamente que la izquierda socialista era aliada del Laborismo israelí).
Tras de una reunión con un alto miembro de Alemania que pasó toda la reunión criticando la maldad israelí, me volví hacia un miembro del personal de la embajada israelí ante la UE y le comenté: «Lo entiendo, está claro, todavía no pueden manejar lo que le hicieron al pueblo judío, por lo que necesitan encontrar una manera de limpiar sus pecados proyectándolos retroactivamente sobre Israel. Así que terminemos con esto, les diremos que los perdonamos a cambio de que nos dejen en paz”.
El sabio funcionario me respondió: “Pero ya sabes lo que sucederá: se guardarán en el bolsillo nuestro perdón y seguirán proyectando sus pecados sobre nosotros. Lo necesitan demasiado como para dejarlo ir”.
Protesta contra el supuesto bombardeo israelí al hospital de Gaza en Quezón, Filipinas
(Foto: Jewish Journal)
Este es el contexto para comprender la completa sumisión de tantos miembros de la izquierda en los medios y la política a la mentira de Hamás de que fue un bombardeo israelí (fue un grupo terrorista de Gaza, la Yijad Islámica) lo que destruyó un hospital en Gaza (no lo hizo, y ni siquiera un poco: fue el estacionamiento) y provocó cientos de muertes inocentes (la cifra no tiene base). Desde hace once días, los pilares de la izquierda global, desde el “Escuadrón” hasta Corbyn y muchos en los medios de comunicación, han tenido que lidiar con el colapso de toda su teología, que colocaba el mal israelí-sionista en el centro de su visión del mundo. Sin esa certeza de su vida política no saben cómo estar en este mundo. Es la única idea que da sentido y orden a quienes son.
Pero el júbilo con que los terroristas de Hamás y los “palestinos comunes y corrientes” (¿recuerdan a los “alemanes comunes y corrientes” de Daniel Goldhagen, también conocidos como Los verdugos voluntarios de Hitler?) procedieron a cometer las mayores atrocidades posibles contra familias y personas de todas las edades, desde bebés hasta abuelos, fue para ellos ante todo una masacre de toda su teología. Ya no saben quiénes son sin el “malvado Israel”. Especialmente, no pueden manejar la aterradora posibilidad de que el mal esté del lado palestino: el pueblo al que han elevado a un estatus santo y sacrificado al estilo de Jesús.
Los pilares de la izquierda global, desde el “Escuadrón” hasta Corbyn y muchos en los medios de comunicación, han tenido que lidiar con el colapso de toda su teología, que colocaba el mal israelí-sionista en el centro de su visión del mundo. Sin esa certeza de su vida política no saben cómo estar en este mundo. Es la única idea que da sentido y orden a quienes son
Y así, la mentira que les entregó Hamás, que incluía todos los elementos que necesitaban (maldad israelí, víctimas palestinas inocentes), les permitió restaurar su teología. Todo estaba bien en el mundo otra vez. Israel/sionismo/judíos fueron devueltos así al lugar que les corresponde en su teología como epítome del mal único.
Esta es la razón por la cual la intensa energía liberada no fue simplemente de lealtad tribal o “sesgo antiisraelí”. Más bien, fue el alivio colectivo de personas cuya entera visión del mundo estuvo en peligro durante once largos días, y que ellos —gracias a la falla del cohete de la Yijad Islámica y las mentiras de Hamás— pudieron finalmente restaurar.
*Escritora, exdiputada laborista de la Knesset, e investigadora sobre el sionismo y el conflicto palestino.
Fuente: Jewish Journal.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
“Lo que hemos aprendido en estos días”
Reflexiones de Pilar Rahola* en “X” (Twitter)
*Periodista y exdiputada catalana.
Fuente: X