La principal razón detrás del ascenso al poder de los partidos de extrema derecha en las recientes elecciones generales en Israel es que muchos israelíes creen que Israel no tiene un socio para la paz del lado palestino
Bassam Tawil*
La principal razón detrás del ascenso al poder de los partidos de extrema derecha en las recientes elecciones generales en Israel es que muchos israelíes creen que Israel no tiene un socio para la paz del lado palestino. Esto, además de la creciente sensación de angustia entre los israelíes como resultado de la violencia y el terrorismo palestinos, que experimentaron un aumento significativo en 2022.
La creencia generalizada en Israel de que la Autoridad Palestina y su líder, Mahmud Abbas, no son socios para la paz, no carece de fundamento. Además, la consternación está justificada.
Abbas, de 87 años, admitió públicamente que rechazó la oportunidad de un acuerdo de dos Estados con Israel en 2008. El acuerdo, propuesto por el entonces primer ministro israelí Ehud Olmert, le habría dado a Abbas casi todo el territorio que querían los palestinos en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén oriental.
Tras la aparente cordialidad y generosas ofertas recibidas en la cumbre de Camp David en el año 2000 con el presidente Bill Clinton y el primer ministro Ehud Barak, Arafat regresó a Ramala para convocar poco después la “segunda intifada”. Barak comentaría más tarde: “Arafat no negoció de buena fe; de hecho, no negoció en absoluto”
(Foto: Wikimedia Commons)
El predecesor de Abbas, Yasser Arafat, también rechazó una generosa oferta que recibió en 2000 de otro primer ministro israelí, Ehud Barak. La propuesta israelí incluía el establecimiento de un Estado palestino desmilitarizado en aproximadamente el 92% de Cisjordania y el 100% de la Franja de Gaza, así como convertir el este de Jerusalén en la capital de un Estado palestino. «Él [Arafat] no negoció de buena fe; de hecho, no negoció en absoluto», diría más tarde Barak.
Unos meses después de que Arafat rechazara la oferta en la cumbre de Camp David, celebrada bajo los auspicios del entonces presidente estadounidense Bill Clinton, los palestinos lanzaron la Segunda Intifada, que incluyó una ola de atentados suicidas y otros ataques terroristas en los que más de mil israelíes fueron asesinados y muchos más resultaron heridos. La guerra terrorista palestina marcó el comienzo de una tendencia que hizo que los israelíes perdieran la fe en que los palestinos cumplieran sus compromisos firmados. Entonces, muchos israelíes comenzaron a girar hacia la derecha.
La tendencia creció después de la retirada total de Israel, sin pedir ninguna acción recíproca a los palestinos, de la Franja de Gaza en 2005. En lugar de dar la bienvenida a la medida israelí, los palestinos respondieron con más terrorismo. «¿Los israelíes se retiraron totalmente porque les estábamos disparando?», pensaron. «¡Genial! ¡Entonces sigamos disparándoles!».
La Franja de Gaza, hogar de unos dos millones de palestinos, se ha convertido desde entonces en una gran base para grupos terroristas respaldados por Irán, como Hamás y la Yijad Islámica Palestina. Las esperanzas israelíes de que la «desconexión» de la Franja de Gaza traería paz y seguridad se desvanecieron rápidamente.
Abbas, mientras tanto, ha hecho poco para recuperar la confianza del público israelí. De hecho, ha hecho casi todo para confirmar las dudas de los israelíes: que a los palestinos no les interesa hacer la paz con Israel.
La continua glorificación de los terroristas por parte de Abbas, su programa de «pago por matar» que recompensa generosamente a las familias de los terroristas encarcelados y muertos, su cruel incitación y sus esfuerzos por aislar a Israel en el ámbito internacional, así como su fracaso en reprimir el terrorismo en las áreas bajo su control, han reforzado la creencia del público israelí de que los palestinos están más interesados en asesinar judíos que en tener paz con ellos.
Las acciones (y la inacción) de Abbas violan directamente el «proceso de paz» de los Acuerdos de Oslo de 1993 entre Israel y la OLP.
El año pasado, Abbas no desarmó ni arrestó a cientos de terroristas que operaban libremente en áreas de Cisjordania bajo el control de la Autoridad Palestina. En consecuencia, los terroristas intensificaron sus ataques contra soldados y civiles israelíes.
La guerra terrorista palestina marcó el comienzo de una tendencia que hizo que los israelíes perdieran la fe en que los palestinos cumplieran sus compromisos firmados. Entonces, muchos israelíes comenzaron a girar hacia la derecha
Asesinar judíos es una violación grave y peligrosa del «proceso de paz». Los Acuerdos de Oslo (Artículo XV) establecen que los palestinos deben «tomar todas las medidas necesarias para prevenir actos de terrorismo, crimen y hostilidades». En cambio, ciudades palestinas como Nablus (Shjem) y Yenín, que están totalmente controladas por las fuerzas de seguridad de Abbas, se han convertido en el último año en centros del terrorismo.
Varios grupos terroristas que operan en esas áreas, incluidos los afiliados a las propias Brigadas de Mártires de al-Aqsa de Abbas y “Guarida del León”, han estado llevando a cabo ataques casi diarios contra soldados y civiles israelíes. Los grupos terroristas se sienten tan seguros bajo el gobierno de Abbas que a menudo realizan mítines paramilitares en las dos ciudades, así como en campos de refugiados y aldeas en Cisjordania, donde se supone que los servicios de seguridad de Abbas deben hacer cumplir la ley y el orden para prevenir el terrorismo y las hostilidades.
Hasta ahora, Abbas no ha ordenado a sus fuerzas de seguridad ni siquiera que limiten a los terroristas que deambulan por las calles de los pueblos y ciudades palestinas. O carece de la voluntad para hacerlo, o teme que su propio pueblo lo señale como un traidor o un «agente sionista». Mientras los terroristas no representen una amenaza directa para los líderes de la Autoridad Palestina, Abbas no tomará ninguna medida contra ellos. Si los terroristas apuntan solo a los judíos, Abbas parece feliz mirando hacia otro lado.
Abbas ha demostrado repetidamente a lo largo de los años que solo ordena a sus fuerzas de seguridad que usen la fuerza cuando los palestinos lo critican por corrupción o protestan contra las políticas represivas de la Autoridad Palestina, especialmente la reciente represión contra opositores políticos, periodistas y activistas de derechos humanos.
El 11 de enero, Abbas volvió a demostrar que su máxima prioridad sigue siendo suprimir cualquier forma de oposición en casa en lugar de impedir que los terroristas asesinen judíos. El incidente tuvo lugar durante una protesta pacífica en Nablus de cientos de palestinos que exigían el fin de la política de detención sin juicio de activistas palestinos por parte de la AP. Los agentes de seguridad de Abbas dispersaron a los manifestantes con gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento. La Autoridad Palestina también agredió físicamente a varios periodistas, y los amenazó para que no informaran sobre las acciones de los agentes de seguridad.
Abbas podría haber utilizado las mismas fuerzas de seguridad para detener a terroristas armados a unos cientos de metros de distancia, en la ciudad vieja de Nablus y el campo de refugiados de Balata. El 11 de enero, los terroristas llevaron a cabo una serie de ataques con disparos contra soldados e instalaciones militares israelíes en el área de Nablus. Las fuerzas de seguridad de Abbas aún no han hecho nada para detenerlos.
Abbas ha demostrado repetidamente a lo largo de los años que solo ordena a sus fuerzas de seguridad que usen la fuerza cuando los palestinos lo critican por corrupción o protestan contra las políticas represivas de la Autoridad Palestina, no contra el terrorismo
El año pasado, Abbas demostró al público israelí que los palestinos están decididos a proseguir la guerra contra Israel en dos frentes: en el terreno a través del terrorismo, y en el ámbito internacional, a través de las Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional, la Corte Internacional de Justicia y otros foros internacionales. Tanto el terrorismo palestino como la guerra diplomática constituyen una violación de los compromisos adquiridos por los palestinos en el llamado «proceso de paz».
En una carta de septiembre de 1993 al primer ministro israelí Itzjak Rabin, Yasser Arafat declaró que «todas las cuestiones pendientes relacionadas con el estatus permanente se resolverán mediante negociaciones» en lugar de acciones unilaterales.
Según comentó Alan Baker, ex embajador de Israel en Canadá que participó en la negociación y redacción de los Acuerdos de Oslo: «Al solicitar a la ONU, a la Corte Penal Internacional y a las organizaciones internacionales que los reconozcan y los acepten como un Estado miembro de pleno derecho, y al unificarse con la organización terrorista Hamás, los palestinos han eludido a sabiendas y deliberadamente sus obligaciones contractuales de conformidad con los Acuerdos de Oslo, en un intento de definir los principales temas fuera de una negociación».
Cuando los israelíes ven a Abbas pagando a las familias de los terroristas que asesinan o hieren a judíos, ¿por qué debería sorprender que muchos israelíes voten por candidatos de «línea dura»? Y cuando los israelíes ven a Abbas y sus asociados incitando a la violencia contra ellos o vilipendiando a Israel y enjuiciando a sus líderes como «criminales de guerra» en los tribunales internacionales, ¿por qué alguien debería sorprenderse de que muchos israelíes vayan a votar por un gobierno que esperan que los proteja?
¿Por qué algún israelí confiaría en Abbas cuando ve a todos los hombres armados y terroristas desenfrenados en las áreas que él controla? Si los palestinos quieren recuperar la confianza del público israelí, podrían comenzar demostrando que se toman en serio la paz con Israel. Podrían dejar de violar los acuerdos que firmaron y comenzar a actuar como socios de paz, no socios de guerra. Podrían cesar sus incesantes medidas y esfuerzos unilaterales para deslegitimar a Israel en la arena internacional.
Hasta que todo eso suceda, los israelíes desilusionados seguirán votando por aquellos que han perdido la confianza en los palestinos, así como cualquier esperanza de que puedan cumplir sus compromisos.
*Bassam Tawil es un analista árabe musulmán residente en el Medio Oriente.
Fuente: Gatestone Institute.
Traducción y versión Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.