La disminución de la favorabilidad de la opinión pública estadounidense hacia Israel ha coincidido con un aumento de la violencia antisemita, particularmente en las grandes metrópolis, promovida por grupos islamo-izquierdistas
Adam Milstein*
Recientemente hemos leído innumerables artículos que advierten sobre el cercano fin de la “era dorada” judía en Estados Unidos. El número cada vez menor de estadounidenses que se identifican como judíos (hoy en día alrededor de 4,5 millones, la mitad de todos los estadounidenses de ascendencia judía), el fallecimiento de la generación del Holocausto y el desvanecimiento de la memoria del propio Holocausto, la polarización ideológica y el antiliberalismo son solo algunas de las razones que se mencionan.
A lo largo de la historia judía, a través de siglos y continentes, el pueblo judío tuvo muchos períodos de prosperidad. El más conocido fue el Siglo de Oro en España, desde mediados del siglo XII hasta finales del XIV. Bajo el gobierno del califato musulmán omeya, “Al-Andalus”, la España moderna, se convirtió en un refugio para la cultura judía en el que se concentraban el arte, la literatura, la filosofía y la teología. Este período de paz terminó abruptamente en 1492, cuando todos los judíos de España y Portugal fueron repentina y forzosamente expulsados o convertidos al cristianismo.
Cientos de años después, desde alrededor de 1950 hasta comienzos del siglo XXI, la vida judía experimentó otra Edad de Oro, esta vez en Estados Unidos e Israel. Durante la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, muchos sobrevivientes, así como judíos expulsados de los países árabes, emigraron a Israel y Norteamérica, y las condiciones en Estados Unidos mejoraron dramáticamente para los judíos estadounidenses. El antisemitismo disminuyó rápidamente, y la comunidad judía se convirtió en uno de los grupos de inmigrantes más exitosos.
El establecimiento del Estado de Israel en 1948, y sus victorias militares sobre fuerzas árabes más grandes en 1949, 1956, 1967 y 1973, fomentaron una oleada de orgullo entre los judíos estadounidenses. Desde la antigüedad hasta la creación del Estado judío, los judíos fueron en gran parte “gente del libro”, comerciantes y eruditos. La creación de Israel los unificó en un solo pueblo fuerte, con una patria y con un ejército comprometido con la defensa del pueblo judío en todo el mundo. Por primera vez en siglos, los judíos de todo el globo ya no eran víctimas sino arquitectos de su propio refugio seguro, al que podían huir en caso de crisis.
Desde el establecimiento del Estado judío hasta principios de este siglo, el sionismo reemplazó la observancia religiosa entre los judíos estadounidenses seculares como elemento central de sus propias identidades judías. Eso comenzó a cambiar alrededor del año 2000, cuando los palestinos lanzaron una campaña de terror contra los judíos en Israel conocida como Segunda Intifada. El apoyo al Estado judío comenzó a decaer en los márgenes de la comunidad judía estadounidense.
El “nuevo antisemitismo”, también conocido como antisionismo u odio a Israel como sustituto aceptable del odio clásico a los judíos, inicialmente ganó aceptación en las universidades y en los círculos intelectuales de izquierda. Desde entonces ha hecho metástasis en gran parte del ala progresista del Partido Demócrata. Hoy, varias congresistas estadounidenses afirman que los estadounidenses judíos tienen doble lealtad nacional. Estas líderes electas llaman al boicot, la desinversión y las sanciones de Israel (BDS) con una vehemencia que reservan únicamente para el Estado de los judíos.
Así, mientras los judíos estadounidenses están rompiendo su alianza con Israel, la segunda edad de oro judía está llegando a su fin, y rápidamente. El antisemitismo está aumentando. Las comunidades judías estadounidenses están divididas, desvinculadas y cada vez tienen menos miembros. En su mayor parte esto no ha sido impulsado por una disminución de las condiciones materiales, sino más bien por un cambio en la forma en que los judíos estadounidenses piensan sobre su identidad judía y sus relaciones con la patria del pueblo judío.
La disminución de la favorabilidad de la opinión pública estadounidense hacia Israel ha coincidido con un aumento de la violencia antisemita, particularmente en las grandes metrópolis, promovida por grupos islamo-izquierdistas. En la ciudad de Nueva York, más de la mitad de los crímenes de odio de 2019 se dirigieron contra judíos. Durante el último gran conflicto entre Israel y los palestinos, en mayo de 2021, los grupos terroristas Hamás y Yijad Islámica lanzaron más de 4000 cohetes y morteros contra civiles israelíes. Al mismo tiempo, fuimos testigos de escenas sorprendentes y sin precedentes en Nueva York, Los Ángeles y otras ciudades estadounidenses: judíos atacados por turbas de activistas antiisraelíes. Esta oleada de odio también incluyó acoso, vandalismo y abuso en línea.
Ahora que muchos judíos en Estados Unidos temen caminar por las calles con sus kipot o usar otros artículos que los identifiquen como judíos o sionistas, o incluso hablar hebreo en público, nos estamos deslizando en la dirección de nuestros hermanos judíos europeos, con miedo y bajo asedio, requiriendo más y más capas de seguridad
Ahora que muchos judíos en Estados Unidos temen caminar por las calles con sus kipot o usar otros artículos que los identifiquen como judíos o sionistas, o incluso hablar hebreo en público, nos estamos deslizando en la dirección de nuestros hermanos judíos europeos, con miedo y bajo asedio, requiriendo más y más capas de seguridad.
Mientras tanto, muchos judíos estadounidenses sirven voluntariamente como idiotas útiles para grupos que nos desprecian, dividen a nuestra comunidad y debilitan nuestra determinación, con el pretexto de la crítica legítima de las políticas del gobierno israelí.
Si bien, sin duda, enfrentamos graves desafíos como judíos estadounidenses, no debemos rendirnos. Hasta ahora, debido a la falta de información y el miedo al rechazo y la persecución, muchos judíos en EEUU han sido cómplices, a medida que el antisionismo se trasforma en el nuevo antisemitismo. Ahora es el momento de ponerse de pie, luchar con todas nuestras fuerzas restantes, y hacer que los antisemitas rindan cuentas.
Debemos formar alianzas con grupos que comparten los mismos valores judeocristianos de libertad y democracia, inspirar a la juventud judía para que se sienta orgullosa de su pueblo y de la patria judía, y devolver a Israel al centro de nuestra vida judía en la diáspora.
Debemos abrazar el sionismo como parte integral de nuestra identidad judía. Debemos participar en esfuerzos renovados para fortalecer la patria del pueblo judío, pedirle a Israel que empodere y defienda a las comunidades judías en todo el mundo, y evaluar la fuerza que posee nuestra comunidad.
Debemos exigir colectivamente el rechazo de todas las formas de antisemitismo, incluido —y especialmente— el antisionismo.
*Inversionista filántropo israelí-estadounidense.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.