Editorial de The Jerusalem Post
Lo hacen porque, a sus ojos, la ADL representa a los judíos. Y eso debe darnos todas las razones que necesitamos para apoyarla
Avi Mayer*
En agosto de 2020, una coalición de 100 organizaciones progresistas lanzó una campaña con la etiqueta #DropTheADL (“Eliminen a la ADL”). «Le escribimos para pedirle que reconsidere a la Liga Antidifamación (ADL) como socio en el trabajo de justicia social», escribieron esos grupos en una carta abierta titulada «La ADL no es un aliado».
Ese grupo judío estadounidense de derechos civiles y que supervisa el antisemitismo, alegaron, “tiene una historia y un patrón permanente de atacar a los movimientos de justicia social liderados por comunidades de color, personas queer, inmigrantes, musulmanes, árabes y otros grupos marginados, mientras se alinea con la policía”, líderes de derecha y perpetradores de violencia estatal. Lo más preocupante es que a menudo ha llevado a cabo esos ataques bajo el lema de los derechos civiles. Esta historia, en gran medida no publicada, ha salido cada vez más a la luz a medida que los activistas trabajan para darle sentido al papel de la ADL contra el movimiento Black Lives Matter, organizaciones por los derechos de los palestinos y la congresista Ilhan Omar, entre otros”, acusaban los autores.
En particular, muchos de los miembros de esa coalición —entre los que se incluían grupos como Musulmanes Estadounidenses por Palestina, Jewish Voice for Peace y Black Lives Matter— han sido acusados repetidamente de antisemitismo, y varios han sido catalogados por los Emiratos Árabes Unidos como organizaciones terroristas, debido a sus vínculos con los Hermanos Musulmanes y su rama terrorista, Hamás.
Jonathan Greenblatt y Elon Musk (Fotos: Reuters)
En ese momento, el director ejecutivo de ADL, Jonathan Greenblatt, dijo que la campaña #DropTheADL “utiliza insinuaciones y falsedades para difamar a nuestra organización y afirmar que de alguna manera no somos una organización de derechos civiles. Una falsedad obvia, refutada por más de un siglo de activismo”, señaló.
Adelantemos tres años, hasta la semana pasada.
Elon Musk, posiblemente una de las personas más visibles e influyentes del mundo, ha estado amplificando una campaña de figuras y grupos de extrema derecha para eliminar la ADL de la plataforma de redes sociales que posee, al tiempo que lleva a cabo su propia diatriba obsesiva contra la organización.
Musk ha tenido durante mucho tiempo lo que podría describirse como una vendetta contra la ADL, que parece surgir de sus críticas a su decisión de restablecer la cuenta del expresidente Donald Trump en Twitter, ahora conocida como X. Su tono ha alternado entre lo juguetón y lo siniestro, pero la idea general ha sido que la ADL está reprimiendo la libertad de expresión y difamándolo.
Cuando Musk comparó al multimillonario judío y donante de izquierda George Soros con un villano de cómic y escribió que «quiere erosionar el tejido mismo de la civilización» y «odia a la humanidad» en mayo de este año, Greenblatt lo acusó de envalentonar a los extremistas de las teorías de conspiración antisemitas. «ADL debería simplemente eliminar la ‘A’ [de anti]», respondió Musk.
El martes pasado, Greenblatt se reunió con la directora ejecutiva de X, Linda Yaccarino, para discutir las preocupaciones de la ADL sobre el discurso de odio en la plataforma. «Aprecio que se haya acercado y espero que el servicio mejore», tuiteó al día siguiente. «ADL estará alerta y les dará crédito a ella y a Elon Musk si la situación mejora… y se reservará el derecho de denunciarlos hasta que mejore».
Musk ha estado compartiendo artículos que atacan a la ADL tanto desde la derecha como desde la izquierda, y dándole «me gusta» a videos que ridiculizan su trabajo para combatir el discurso de odio en línea
En cuestión de horas, la etiqueta #BanTheADL (“Prohiban la ADL”) apareció en la plataforma, y rápidamente la hizo circular una variedad de neonazis y supremacistas blancos. Al día siguiente, se había convertido en el tema de mayor tendencia en la plataforma.
En lugar de cerrar la conversación, Musk la amplificó.
“La táctica favorita de la ADL es chantajear financieramente a las empresas de redes sociales para que eliminen la libertad de expresión de sus plataformas”, tuiteó Keith Woods, un nacionalista blanco irlandés que se ha descrito a sí mismo como “antisemita furioso”. “¿Por qué deberían tener una plataforma en X para pedirle rescate a Elon Musk? Es hora de #BanTheADL».
Musk expresó su aprobación por el sentimiento de Woods dándole “me gusta” al tuit, y luego compartió el de otro activista que elogiaba la campaña #BanTheADL. “¿Quizá deberíamos realizar una encuesta sobre esto?”, escribió Musk.
En los días posteriores, mientras la plataforma se inundaba de posts con mensajes manifiestamente antisemitas y el hashtag #BanTheADL, Musk ha estado compartiendo artículos que atacan a la ADL tanto desde la derecha como desde la izquierda, y dándole «me gusta» a videos que ridiculizan su trabajo para combatir el discurso de odio en línea.
El 5 de septiembre, amenazó con emprender acciones legales.
«Para limpiar el nombre de nuestra plataforma en materia de antisemitismo, parece que no tenemos más remedio que presentar una demanda por difamación contra la Liga Antidifamación», tuiteó. «¡Oh, qué ironía!»
Entre #BanTheADL y #DropTheADL, la Liga Antidifamación está bajo ataque tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda. La pregunta es por qué… y por qué ahora.
Como uno de los grupos contra el odio más antiguos de Estados Unidos y una de las organizaciones judías más destacadas del mundo, la ADL ha estado durante mucho tiempo a la vanguardia de los esfuerzos para combatir el antisemitismo y otras formas de odio, así como para defender a los judíos y otras minorías en todo el mundo. Fundada en 1913 tras la polémica —e injusta— condena de Leo Frank, superintendente judío de una fábrica, por el asesinato de una de sus empleadas cristianas, la ADL se ha posicionado como líder en los esfuerzos contra los difusores del odio y la intolerancia en Estados Unidos, desde Henry Ford a Kanye West.
Durante décadas, la ADL fue sinónimo de su antiguo director, Abe Foxman, un apasionado orador. En 2015, Foxman renunció y fue reemplazado por Jonathan Greenblatt, un exitoso empresario y ejecutivo de negocios que anteriormente había trabajado en las administraciones de Clinton y Obama.
Mientras que algunos han acusado a la organización de haber virado hacia la izquierda en los últimos años (Musk dijo esta semana que ha sido “secuestrada por un virus woke”), otros la acusan de proteger indebidamente a Israel y criticar a sus detractores con la excusa de los derechos civiles.
La verdad es que la identificación de la ADL con la comunidad judía y su tendencia a arrojar luz sobre verdades incómodas hacen de la organización un blanco fácil para quienes quieren atacar a los judíos pero evitan decirlo en voz alta. «En realidad, esto no se trata de la ADL», dijo Greenblatt. «Como suele ocurrir, somos simplemente un sustituto de los judíos o los sionistas».
“No se trata de prohibir la ADL per se”, afirma Greenblatt, “aunque intentar quitarle poder y desarmar a la ADL en este momento de creciente antisemitismo es algo deliberado y malvado. Se trata realmente de prohibir la capacidad de los judíos de defenderse, tratar de que nos acobardemos para intimidarnos, para asustarnos”
“No se trata de prohibir la ADL per se”, agregó, “aunque intentar quitarle poder y desarmar a la ADL en este momento de creciente antisemitismo es algo deliberado y malvado. Se trata realmente de prohibir la capacidad de los judíos de defenderse, tratar de que nos acobardemos para intimidarnos, para asustarnos”, señala. Y tiene razón.
El hecho de que los ataques a la ADL provengan tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda ilustra perfectamente la naturaleza bipolar del antisemitismo contemporáneo. Considerado durante mucho tiempo territorio de la extrema derecha, el odio a los judíos es hoy también rampante en muchos rincones de la izquierda “progresista”, donde Israel y el sionismo son despreciados con un fervor incomparable. Como quizá la organización judía más visible de Estados Unidos, que es a la vez atrevida y eficaz en su defensa de la comunidad judía, la ADL sirve como blanco conveniente para el fuego que se ha desatado contra ella desde ambos extremos del mapa político.
La ADL es un tótem, un símbolo. Así como para los antisemitas Israel es el judío en forma nacional, y George Soros y el difunto Sheldon Adelson son la encarnación del judío en forma humana, la ADL es el judío en forma de organización: demasiado poderosa, demasiado ruidosa, demasiado poco dispuesta a aceptar los abusos sin reaccionar.
Si bien ninguna organización es perfecta, y la ADL ha cometido errores a lo largo de los años, el hecho de que esté siendo blanco de dos campañas paralelas provenientes de las dos fuentes principales del antisemitismo moderno, que comparten el mismo objetivo de silenciar y marginar a los judíos, debería ser el mayor indicio de que la organización está haciendo algo bien.
Atacan a la ADL porque, a sus ojos, la ADL representa a los judíos. Y eso debe darnos todas las razones que necesitamos para apoyarla.
*Editor jefe de The Jerusalem Post.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.