Rabino Eitan Weisman
Todos tenemos ego. Con él nacemos, podemos definirlo sin profundizar demasiado como la manera de observar el mundo desde nuestro punto de vista. “Ego” significa “yo” en latín; todo lo que nos pasa lo analizamos a través de lo que gira alrededor nuestro.
Hasta aquí todo está bien. El problema surge cuando dejamos que nuestro ego controle nuestra vida y no podemos dominar nuestras reacciones frente lo que nos acontece.
Pongamos un ejemplo: una persona nos falta el respeto y nos sentimos heridos y humillados; esto es normal, así nos creó Dios, pero ¿cómo reaccionamos? ¿Nos enojamos y atacamos, o por el contrario controlamos el ego y entendemos que las palabras de fulano no cambian para nada la percepción que tenemos de nosotros mismos? Muy probablemente, de la segunda manera manejaremos mejor la situación.
De las personas a las que el ego controla en vez de que ellos controlen al ego, dijo Rabí Elazar Hakapar en el tratado Avot (4,21): Hakiná, vehataavá vehakavod motziín et haadam min haolam, “La envidia, el deseo y la búsqueda de honores sacan al hombre del mundo”. Con estas palabras, el rabino nos quiere decir que las personas con un ego grande que no pueden dominar, en realidad están sufriendo, están perdiendo: pierden los amigos, pierden los trabajos y hasta pueden perder a su familia. A nadie le gusta vivir o ser amigo de una persona con un ego no controlado, que siempre piensa que tiene la razón, que cree que nunca se equivoca y por ende jamás admite sus errores, no acepta ni una crítica y nunca pide perdón; en definitiva, es muy difícil compartir con este tipo de personas, y por eso al final ellas terminan perdiendo.
En el Cantar de los Cantares, Am Israel es comparado a un ciervo; según una interpretación, el ciervo es un animal con grandes y bellos cuernos que muestra con orgullo, pero en el momento en que un tigre lo persigue para devorarlo y huye para refugiarse en el bosque y así salvar su vida, lo primero que hace de manera instintiva es golpear sus cuernos contra los troncos de los árboles, para arrancárselos y no quedar enganchado en las ramas, y así no ser atrapado por el tigre. El ciervo sacrifica sus cuernos que son su orgullo, para poder salvarse.
Nuestro ego es como los cuernos del ciervo. Muchas veces debemos arrancarlos para “salvar nuestra vida”, o sacrificarlos por una causa que valga la pena.
Nuestros sabios dicen que cuando se persigue el kavod, léase el honor, este se escapa, debido a que la gente no soporta a esa clase de personas, y aunque frente a ellas simulen darles ese honor, a sus espaldas los desprecian. En la Biblia conseguimos muchos ejemplos de esto último: personajes como Kóraj y Yerovam Ben Nevat terminaron perdiendo su vida, física o espiritual, debido a su gran ego y a la búsqueda del honor.
Cuentan que un grupo de cazadores trataba de atrapar a un tipo muy peculiar de monos en la jungla. La tarea era muy difícil, ya que ese tipo de monos eran pequeños, ágiles, rápidos y muy inteligentes. Al final, uno de los cazadores tuvo una idea: conocía un tipo de nueces que a esos monos les encantaba; tomó varios frascos con boquillas muy delgadas en las que solo cabía una de las manos del mono y las llenó con esas nueces. Cuando los monos las vieron y no había nadie cerca que los pudiera atrapar, bajaron de los árboles y metieron sus manos en los frascos para sacar las nueces. Pero estas no salían si mantenían agarrada una nuez. Mientras lo intentaban los cazadores se acercaron, y por no querer soltar las nueces terminaron siendo fácilmente capturados.
¿Y nosotros, no nos comportamos a veces como esos monos? No cedemos dejando que predomine nuestro ego, y terminamos perdiendo; nosotros mismos somos los causantes de nuestro daño.
Egozim son nueces en hebreo. Haciendo un juego de palabras, hay que saber soltar los egozim para no terminar siendo tontos, como los monos que perdieron su libertad por no querer soltarlos. No tener control de nuestro ego es perder calidad de vida y mucho más.
Existen cinco reglas que pueden servirnos como un autoexamen para revisar si somos poseedores de un ego positivo:
Si eres una de esas personas, gozarás de armonía con tu familia, amigos y las personas que están a tu alrededor. Sabemos que no es fácil, ¡pero vale la pena intentarlo!