Una de las leyendas anrtisemitas más mortíferas de la Edad Media fue el libelo de sangre, según el cual los judíos asesinaban niños cristianos para utilizar su sangre en la elaboración de la matzá (pan ázimo) de Pésaj.
Pues bien, en pleno año 2020 el artista popular italiano Giovanni Gasparro acaba de publicar en su cuenta de Facebook una pintura que representa una grotesca escena con el título de «El martirio de San Simón de Trento por asesinato ritual judío», que nada tiene que envidiar a las imágenes que se publicaban en el periódico antisemita nazi Der Stuermer: un grupo de judíos, representados de forma estereotipada, torturan a un pequeño niño mientras le extraen la sangre.
El Centro Simon Wiesenthal respondió con un indignado mensaje: “¿Ahora, en vísperas de las festividades de Pésaj y la Pascua cristiana, este artista italiano decide promover a través de su arte el enfermizo, espeluznante y desacreditado libelo de sangre contra el pueblo judío? Nos hemos puesto en contacto con Facebook para exigir que no permita que su poderosa plataforma de redes sociales se utilice para propagar un infundio que causó el asesinato y la mutilación de muchos judíos durante cientos de años”, expresó el rabino Abraham Cooper, director asociado del CSW y director de la Agenda Global de Acción Social. “Instamos a la Iglesia Católica a denunciar a Gasparro por este ultraje. ¡Esto no es arte, es odio!”.
Típica ilustración del libelo de sangre en un manuscrito medieval.
(Wikimedia Commons)
Shimon Samuels, director de Relaciones Internacionales del Centro Simon Wiesenthal, informó en una entrevista en el portal Radio Jai que esa organización envió además un comunicado al cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano. Samuels comentó: “En el año 1989 estuve de vacaciones en Toscana, Italia, y por casualidad noté en un poste, junto a una iglesia, el anuncio de un concurso de poesía internacional. Cuando entré vi un cuadro [que representaba] el libelo de sangre: acuchillaban a un niño para utilizar su sangre en la fabricación de matzá. Escribí al instituto y al presidente de Italia, que auspiciaban esa competencia, y entonces cesó el apoyo del Estado. Dos años más tarde volví a la iglesia y encontré que el concurso había cambiado de tema; era mucho menos controversial, más respetable. Cuento esto para mostrar que sí se puede confrontar [ese tipo de mensajes].
El caso de San Simón de Trento ocurrió en 1475, cuando el niño fue encontrado muerto. La acusación de crimen ritual resultó en la tortura y matanza de toda la comunidad judía local; los líderes de esa kehilá fueron sometidos a un juicio-espectáculo y luego quemados en la hoguera. El episodio también dio lugar a estallidos de violencia antisemita a través de toda Europa.
Samuels indicó que “la fecha de presentación de este cuadro fue el 24 de marzo, día de la fiesta tradicional de San Simón, seguida cada año por una conferencia sobre el tema ‘La invención del culpable y la ocultación de los inocentes’, totalmente dedicada al libelo de sangre”. Como señala Samuels, esta conferencia se abre con un rezo: “Dios, restaurador de la inocencia, por cuyo nombre el bendito Simón fue asesinado con una muy dura muerte por los pérfidos judíos…” “Este lenguaje no es aceptable”, recalcó.
Esto sucede “a pesar de que en el Concilio Vaticano II se prohibió la veneración de Simón de Trento para combatir el antisemitismo en la iglesia, y especialmente en Nostra Aetate, declaración de relación de la Iglesia con las religiones no cristianas para sanar las relaciones entre el cristianismo y judaísmo. Aparentemente, todo esto ha sido rechazado por el artista Gasparro y sus seguidores”.
Resalta Samuels que “el 20 de enero de este año tuvimos una audiencia con el Papa Francisco, y él hizo una declaración apasionada condenando el antisemitismo”. Hemos escrito al secretario de Estado del Vaticano, cardenal Parolin, para que se notifique a todas las iglesias católicas donde se da la bienvenida a Gasparro que este cuadro fomenta un chivo expiatorio en un clima de odio, y así destruye la política del Vaticano. Se requiere una condena muy fuerte y pública”, aseveró.
La buena noticia es que la conferencia planificada sobre el asesinato del infante Simón ha sido cancelada definitivamente.
Sin embargo, Giovanni Gasparro cuenta también con apoyo. En un editorial, el diario L’Quotidiano Italiano de la ciudad de Bari, donde reside Gasparro, alabó la pintura como “objetivamente una obra maestra”, calificó a su autor como “un artista de renombre internacional”, y comentó que la Iglesia Católica ha adquirido sus trabajos anteriormente. Lo peor es que el editorial del diario insiste en la “veracidad histórica” del episodio de libelo de sangre.
La propia Iglesia Católica rechaza el mito
Según Philip Cunningham, director del Instituto de Relaciones Judeo-Católicas de la Universidad Saint Joseph en Filadelfia, el libelo de sangre nunca ha formado parte de las enseñanzas de la Iglesia Católica, a diferencia de la vieja acusación de “deicidio” que ya fue descartada.
“La acusación de la [supuesta] matanza de niños cristianos nunca ha sido doctrina de la Iglesia, y fue rechazada por varios pontífices durante la Edad Media”. Uno de quienes negaron cualquier base teológica para semejante mito fue Gregorio X (1271-76), quien afirmó: “Falsamente afirman esos cristianos que los judíos secreta y furtivamente se llevaron a esos niños y los mataron, y que sacrificaron su sangre y corazón; puesto que sus leyes al respecto prohíben precisa y expresamente que los judíos sacrifiquen, coman o beban sangre. Esto ha sido demostrado numerosas veces en nuestras cortes por judíos convertidos a la fe cristiana. Sin embargo, muchos judíos son detenidos injustamente por causa de esas acusaciones”.
No obstante, el papa Sixto IV declaró tras el episodio de San Simón que la comunidad judía de Trento “merecía ese castigo”, y Gregorio XIII canonizó al niño como “mártir” en el siglo XVI. Tan solo en 1965, año en que el Concilio Vaticano II publicó la histórica declaración Nostra Aetate que rechazó el antisemitismo y reconoció el “pacto del pueblo judío con Dios”, tal canonización fue formalmente revocada por Paulo VI.
Cunningham comenta que, más de medio siglo después, todavía hay algunos que asumen una posición antisemita, y siguen creyendo que “este es un juego suma-cero, en el que si los católicos tienen razón, entonces los judíos deben estar equivocados”.
Leyendas como el libelo de sangre tenían frecuentemente simples motivos económicos, agrega Cunningham. Las deudas que se debían a los judíos podían invalidarse al perseguir a toda la comunidad local, mientras que los pueblos y aldeas donde algún habitante era canonizado podían recibir lucrativas peregrinaciones en años posteriores.
Con información de ADL, Radio Jai,
Centro Simón Wiesenthal y The Algemeiner.