Nuestra perashá comienza relatando sobre el heroico acto de Pinjás, quien vengó el celo de Di´s al ejecutar al líder de la tribu de Shimön, Zimrí ben Salú, por haberse acostado con la princesa de Midian, Kosby Bat Tzur.
Esta acción lo llevó a obtener el honorable título de Cohén. Y a partir de ese momento él y su descendencia se dedicarían a las labores del Bet HaMikdash, como cualquier otro cohén, proclamando al pueblo de Israel que la cualidad personal que lo llevó a cometer un acto tan violento no provenía de su sed por la sangre, o del deseo de demostrar fuerza y heroísmo, sino por un profundo amor a Di´s, y al pueblo de Israel. Igual que los cohaním, quienes dedican cuerpo y alma en mantener fuerte y firme el nexo entre Di´s e Israel por medio de los sacrificios; la matanza de animales, captación de su sangre, desollarlos y destazarlos, para después aproximarlos al altar.
No obstante, en nuestra perashá está marcado que este título fue un premio que obtuvo al haber actuado de esa manera, y no porque se veían en él las cualidades mencionadas.
¿En dónde se ve en esta recompensa la correspondencia a su acción?
Explica el “Sefat Emet”, ZT”L: “Por cuanto que en realidad dentro del pueblo judío había quienes se avergonzaron por la acción de Zimrí, y se dolieron por ello, como está escrito: “Y ellos lloraban a la puerta de la Tienda de la Reunión”. Fue entonces cuando Pinjás sacó a flote los sentimientos ocultos de todos ellos, actuando de forma contundente y segura en nombre del pueblo de Israel. Y esta misma es la labor que realizan los cohaním. Pues ellos son emisarios de todo el pueblo de Israel, de extraer el servicio de corazón de nosotros de su estado latente a la acción.
Por este motivo, a este venerable acto le corresponde una retribución de la misma magnitud; ser cohén en el más amplio sentido de la palabra”.
En ocasiones, cuando tenemos claridad sobre cierta situación comunitaria, nos corresponde actuar por los demás, bajo el sentido grupal y pensando en los intereses de la mayoría. Puede darse en cualquier exigencia comunitaria, conseguir empleo para quien lo necesite, clases de toráh para damas, centros de estudio para niños y jóvenes, o simplemente acercarse a otros y escucharlos.
Pinjás somos todos. Cada uno de nosotros tiene la fuerza para levantarse y hacer algo por toda la comunidad, en gran o menor medida. Él consiguió elevarse y cambiar de condición, de ser Israel a cohén, de no tener posibilidad alguna de entrar al lugar más sagrado de la tierra en el día más sagrado del año, a poder hacerlo. Lo único que hizo fue sacar de dentro de sí esa fuerza dormida y, guiándose por el camino de lo que es correcto, plasmó en un histórico evento el deseo de Israel de adherirse al Todopoderoso y celar Su Nombre.
Este es el secreto: “Si no quieres que tus ideas mueran, ejecútalas”.
Manos a la obra.
Shabat Shalom