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P inejás, hijo de Eläzar, hijo de Aharón HaCohén, revirtió mi furia sobre los hijos de Israel al celar mi celo dentro de ellos, y no exterminé a los hijos de Israel por mi celo; por ello dile que le darás mi pacto de paz. Y se mantendrá sobre él y la simiente que venga después de él, un pacto de sacerdocio eterno, recompensa por haber celado a su Dios, y expiar así las faltas de los hijos de Israel” (28, 11).
He aquí la descripción de un verdadero héroe. Pinejás, motivado por el celo del nombre de Dios, consigue hacerse de coraje y fuerza, y a través de una acción brava y contundente, logra detener una epidemia que mermaba a la población judía en el campamento.
Dice rabí Simjá Zisel de Kelem, ZT”L: “El texto de la Torá repite aquello que escribió unas líneas atrás. Es conocido por todos que muchas leyes sumamente severas como de keritut (muerte espiritual) se aprenden apenas por medio de alguna insinuación en la Torá. ¿Cómo entonces reiteró el texto al referirse a la acción de Pinejás? No obstante, la intención de Dios era divulgar dentro de Israel cuán preciado es a sus ojos el atributo de la valentía y la bravura, pues si no hubiese sido por la osadía de Pinejás, el pueblo hubiera sido exterminado.
Figura en los siguientes pesukim: ‘Y el nombre del individuo ejecutado… Zimrí Ben Salú, jerarca de la casta de los de Shimön’. Sobre esto menciona el Rambán, ZT”L: ‘Para darnos a conocer que Pinejás realmente era merecedor de este gran trofeo (ser cohén), mató a un príncipe de Israel y a una princesa gentil, y no tuvo miedo de ellos, ya que sintió ardor por celar el nombre del Eterno, su Dios’. No me cabe la menor duda, dice rabí Simjá, que por esta razón a todos los sabios del pueblo hebreo, incluido Moshé, se les olvidó dicha ley y comenzaron a llorar confundidos: para vigorizar el corazón de Israel y permitir que se fortalecieran en la cualidad de la bravura, tan querida y apreciada por Dios, sobre todo en una situación donde su nombre está siendo deshonrado”. Hasta aquí sus palabras.
Rashí señala que Pinejás era alguien que sufría la burla y el desprecio de toda la congregación. A raíz de que su abuelo materno fuera idólatra, decían que esa acción “salvaje” provenía de esos genes, de un origen violento y cruel. Por este motivo la Torá lo relacionó con su padre Eläzar y su abuelo Aharón, para demostrar ante el público que este acto “impulsivo” en realidad provenía de la parte misericordiosa de sus genes, de los cohanim, pues ellos se dedican en cuerpo y alma a velar por el bien material y espiritual de Israel a través de sus servicios en el Bet Hamikdash, donde todos los días se derramaban ríos de sangre de los sacrificios.
En otras palabras, Pinejás no solamente se enfrentó a un líder de Israel, sino, principalmente, a sí mismo. Luchó contra su aparente baja visión de su persona, pues él era hijo de cohanim, sin realmente serlo. Era de la familia pero no podía acceder a los beneficios que disfrutaban sus parientes. Se encontraba un tanto al margen. De esta manera, su primer enfrentamiento fue contra la visión no positiva de sí mismo, y teniendo esa lucha vencida, consecuentemente ejecutó la ley de la Torá, como debe ser.
“¿Quién es realmente bravo? El que consigue doblegar sus bajos instintos”. El instinto más bajo que tiene la persona, en mayor o menor cantidad, es el de la baja autoestima. Cuando alguien no aprecia de forma real y verdadera lo que es, las cualidades humanas que porta, la importancia que tiene por el simple hecho de pertenecer al pueblo judío, entonces cualquier tipo de ideas y deseos lo pueden controlar. Cuando caigamos en cuenta de que tenemos una importancia intrínseca y que Dios está interesado en nosotros y en nuestras mitzvot (por ello nos entregó su Torá), entonces no habrá nada ni nadie que nos impida cumplir cualquier tipo de mitzvá, por difícil o cara que sea. Esto es “celar el nombre de Dios” de forma real, verdadera y constante.
Esta es nuestra principal labor durante nuestros 120 años de vida: convertirnos en verdaderos héroes de nuestra familia, cercanos y de nosotros mismos.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda