“Estas son las cuentas del mishkán (tabernáculo)…” (Shemot 38, 21). Dice el midrash Rabá: “Entró Moshé a donde se encontraba Betzalél, y vio que sobraba material del tabernáculo. Le dijo Moshé a Dios: Amo del mundo, hicimos todas las labores del santuario y restó. ¿Qué hacemos con el excedente? Le dijo: Ve y haz con ello un santuario para las Tablas de la Alianza”.
Comenta Jidushé HaRim: “Este midrash es sorprendente, ya que nunca escuchamos que hayan hecho el santuario —o parte de él—, sus instrumentos y accesorios de lo que sobró del material traído para su construcción. Por lo tanto, es posible decir que la intención de este midrash es que Moshé preguntara: Ya finalizamos el trabajo del santuario, ¿y el pueblo continúa trayendo dádivas? Sobre esto el Todopoderoso respondió: Este entusiasmo es señal de que sus donativos fueron hechos con intensiones puras y con auténtica pasión interna. Ellas mismas son testimonio de que mi presencia reposará en este santuario (dándole así el sentido necesario por el que fue creado)”.
Esta idea engloba nuestra labor en el ámbito comunitario. Toda participación que tenga que ver con optimizar nuestra vida judía deberá contener los ingredientes antes mencionados: entusiasmo y pasión. De manera que el concepto de hacer lo necesario no sea suficiente, pues limitar nuestra entrega a la sagrada tarea comunitaria, restaría corazón e intenciones puras y verdaderas, y haría de ello un simple trabajo de asalariados, pues sin corazón, no hay vida.
Esto es lo que nos propone la creación del recinto más sagrado que logramos tener en nuestra historia, el mikdash, corazón del pueblo de Israel.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda