PARTE 1
«Pésaj 5782: la esencia del milagro», por el rabino Isaac Cohen
Rabino Eitan Weisman*
En la noche del Séder, Leil Haséder, se inicia la sección de la Hagadá denominada Maguid, con Ha Lajmá Anyá. Ese párrafo, el que por cierto se encuentra escrito en el idioma arameo, finaliza así: Hashatá Hajá Leshaná Habaá Beará DeIsrael, Hashatá Avdéi, Leshaná Habaá Benéi Jorín (“Este año estamos aquí, el año venidero en la tierra de Israel. Este año somos esclavos, el año próximo seremos libres”). El Séder culmina con la afirmación Leshaná Habaá Birushaláyim, “El próximo año en Jerusalén”.
Hay que recordar que el primer Séder en la historia de la nación hebrea se efectuó en las casas de los hijos de Israel después de que ofrendaran el sacrificio de Pésaj; ello ocurrió después del mediodía del 14 de Nisán. El eje del Séder consistía originalmente en ingerir el Korbán Pésaj, acompañado de matzá y maror. Desde que el Beit Hamikdash fue destruido, no se efectúa el sacrificio pascual. Como bien sabemos, el Templo fue demolido por los romanos en el año 70 de la era común; el motivo de tamaña desgracia fue Sinat Jinam, odio gratuito. Afirman nuestros sabios que el Templo no ha sido reconstruido a lo largo de estos últimos 2000 años, porque aún no hemos corregido esta gravísima falta.
¿Por qué entonces no mencionamos en el Séder nada referente Sinat Jinam, para hacernos reflexionar sobre el motivo por el cual no podemos cumplir con el Séder a cabalidad? ¿Por qué no recapacitamos sobre la unión y la hermandad, para lograr que el próximo año el Séder lo podamos celebrar en Jerusalén en la misma forma en que se hacía antaño?
El Ben Ish Jai, el eminente Rabino Yosef Jaim de Bagdad (1834-1909), afirmó en sus textos que se encuentran referencias con respecto a esto en la Hagadá. En la muy conocida sección Ma Nishtaná enunciamos en una de sus estrofas: Shebejól Haleilót Èin Ánu Matbilín Afilu Páam Eját, Haláila Hazé Shetéi Peamím (“En todas las noches no remojamos la comida ni una sola vez, ¿por qué esta noche lo hacemos dos veces?”).
La primera vez que encontramos el verbo “remojar” en la Torá ocurre cuando los hermanos de Yosef, motivados por su odio hacia él, lo vendieron como esclavo a Egipto. Para ocultar el hecho, y para que su padre Yaakov pensara que Yosef había sido devorado por bestias, “tomaron la túnica de Yosef, degollaron un macho cabrío y remojaron su túnica en la sangre”. Es el ejemplo prototipo del odio entre hermanos: tanto repudiaban a Yosef que lo vendieron como esclavo.
La segunda vez que se aparece este verbo es cuando Dios le indica a Moisés cuál será la preparación requerida por parte de los israelitas en Egipto, para la noche en que la décima plaga, la muerte de los primogénitos, acontecerá: debían ofrendar el sacrificio de Pésaj, y adicionalmente les ordenó: “Tomen un manojo de hisopos, remojado con la sangre en el recipiente, y toquen el dintel y los dos marcos de las puertas con la sangre..”. En esta ocasión se menciona la expresión “remojado” en los instantes previos a la salida de Egipto. No por casualidad, se menciona también un manojo de hisopos; se trata de un símbolo de unidad de grupo.
Explica el Ben Ish Jai que, al igual que el descenso a Egipto fue producto del odio entre hermanos, así la salida de Egipto y la redención del pueblo pueden ocurrir únicamente como consecuencia del amor y la unidad. Ello lo insinuamos en la Hagadá, al recitar en Ma Nishtaná, “en esta noche remojamos la comida dos veces”.
Pésaj, según nuestra tradición, es Jag Hagueulá, la festividad de la redención. Sin embargo, mientras aún subsista el odio entre nosotros, los miembros de Am Israel, la redención no puede ocurrir
El Rabino Eljanán Vaserman HY’D se refirió a la falsa acusación más frecuentemente utilizada contra el pueblo hebreo, la supuesta utilización de sangre para elaborar matzot. ¿Acaso el pueblo de Israel puede ingerir sangre? El rabino Vaserman sugiere que se trata de un castigo que viene a recordarnos la sangre en la cual fue remojada la túnica de Yosef.
Pésaj, según nuestra tradición, es Jag Hagueulá, la festividad de la redención. Sin embargo, mientras aún subsista el odio entre nosotros, los miembros de Am Israel, la redención no puede ocurrir. A lo mejor es por ello, precisamente, que en la temporada cercana a Pésaj ocurrieron la mayoría de las difamaciones contra el pueblo judío.
Por lo tanto, debemos recordar el manojo de hisopos en Egipto. Antes que nada, debemos cultivar la humildad. Sabemos que las rivalidades surgen de la búsqueda del honor, y también por arrogancia. Donde hay humildad hay perdón y amor. Si manifestamos las virtudes de la humildad y el amor, podremos llegar a alcanzar la unidad.
Esta es la condición de la redención. Para que ocurra la libertad se requiere de unión.
Este es el mejor período para tratar de alcanzar la unión y la libertad.
*Rabino de la Unión Israelita de Caracas.