P asa el tiempo demasiado veloz, y tras él las distintas festividades que rigen nuestro calendario hasta llegar a Pésaj, la celebración de la libertad, donde paradójicamente nosotras, las mujeres, sentimos una responsabilidad extra reflejada por la limpieza exhaustiva a la que debemos someter a nuestros hogares, así como por los múltiples preparativos para la gran noche de ma nishtaná.
Desde un mes antes, prácticamente echamos abajo la casa para volverla a armar pulcra y brillante, con el fin de celebrar la fiesta de la matzá y del relato de la colosal salida de Egipto.
Son muchas las leyes que se aplican para llegar a tener un Pésaj Kasher Vesaméaj, y en realidad mi intención en este texto no es explicar la halajá que se aplica en la limpieza de Pésaj, sino hacer énfasis en el pago que Dios bendito otorga a cada mujer que cuida minuciosamente los detalles que se establecen en esta fiesta tan especial. También quiero que sepamos, y que quede claro, queridas amigas, que el mérito de esta y de todas las festividades que adornan nuestro calendario es absolutamente nuestro y de nuestra inteligencia, y de saber llevar toda la responsabilidad con alegría dependerá el éxito de las mismas.
Para esto voy a enfatizar algo que leí y que me dio fuerzas para seguir en la lucha del día a día. El primero y más importante de los detalles a saber es que tanto en Purim como en Pésaj el protagonismo de ambas historias recayó en mujeres. En el mes de Adar (mes de Purim) la estrella por excelencia fue la reina Esther, quien con su emuná en Hashem y sus tefilot cambió el rumbo de la historia del pueblo judío. Sin duda, una mujer especial con un sexto sentido que la hizo destacarse y superar los obstáculos, pues su seguridad en Dios la hizo trascender más allá de lo que ella misma podía suponer.
Ahora, arribando al mes de Nisán (mes de los milagros), conmemoramos la redención del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto hacia su libertad como nación, y este hecho se logró gracias al mérito y al rol fundamental de las mujeres, quienes, a pesar de las duras pruebas por las que tuvieron que atravesar durante los años difíciles en Egipto, nunca perdieron su fe y consiguieron a través de su fuerza interna procrear y multiplicar a los hijos de Israel, quienes luego saldrían libres para prepararse como pueblo elegido por Dios para la entrega de la Torá.
Ejemplo de fuerza y de fe fueron Yojebed (la madre de Moshé) y Miriam (su hermana), quienes convencieron a Amram (padre de Moisés) para no sucumbir ante la adversidad y procrear hijos, en este caso a Moshé, nuestro guía y salvador por excelencia, y por supuesto a Aharón Hacohén, el líder espiritual de toda una nación en proceso de redención.
Gracias al daat (entendimiento), a ese sexto sentido especial de la mujer, y a su emuná en Hashem, es que nuestro pueblo subsiste por generaciones, no solo por su papel de madre sino por construir hogares ejemplares que han dado pie a lo que hoy es Am Israel. Por esto vemos y señalamos el papel preponderante y fundamental de la mujer dentro del Judaísmo. El eje central del hogar, quien educa a sus hijos, quien los guía y orienta adecuadamente para escoger el bien somos sin duda nosotras, queridas amigas de mi hermosa kehilá. No solo construimos hogares ejemplares sino que nuestra versatilidad nos empuja a contribuir de una manera u otra en la óptima organización de la sociedad, y en este caso de nuestra comunidad, aportando ideas, ayudando a nuestro prójimo, impulsando proyectos educativos, recreativos y sociales, siempre en busca del bienestar de nuestra familia y del entorno.
Debemos sentirnos inspiradas en las historias de nuestros antepasados, quienes mantuvieron su fe, y saber que ahora, bajo circunstancias diferentes, estas mismas pruebas se repiten de generación en generación.
Una de las ideas centrales del Pasuk que particularmente me estremece es precisamente. “Hi sheamda laabotenu velanu” (“Eso fue lo que nos mantuvo a nuestros padres y a nosotros”).
Además de recordar la historia de Pésaj y sentirla en carne propia, es alentador saber que mientras más esfuerzo hagamos para tener todo en orden y limpio para Pésaj, Dios en su infinita bondad nos premiará con mucha salud, y proporcionalmente al ahínco que pongamos en la labor encomendada, serán reducidos nuestros sufrimientos el resto del año.
Queridas amigas, no desperdiciemos la oportunidad que Hashem nos da de ganar méritos frente a Él, cumpliendo su voluntad y haciendo felices a nuestras familias y a los que tenemos a nuestro alrededor. Esforcémonos alegres y satisfechas, sabiendo que lo mejor estará por venir, BSD.
También quiero recordar, como ya sabemos, que Nisán es el mes de los milagros, y que tal como sucedió en la salida de Egipto, donde fuimos redimidos individualmente y como pueblo, esta misma historia es factible de repetirse siempre que tengamos buena disposición y fe absoluta en lo que el Creador demanda de nosotras.
Ojalá que este mes de Nisán traiga para Am Israel la tan anhelada yeshuá que tanto pedimos en nuestros rezos, para terminar con los sufrimientos y padecimientos de una humanidad cada vez más complicada y difícil de entender, y agobiada ante tantos terribles problemas de salud, económicos, de shalom bait, etc.
Que logremos conseguir nuestra yeshuá particular y con ella atraigamos al Mashíaj para revelar la verdadera presencia de Dios en el mundo.
¡Amén ve amén! ¡Pésaj Kasher Vesaméaj para toda mi querida comunidad!