Rabino Isaac Cohen
L a Hagadá de Pésaj fundamentalmente trata de cuatro aspectos: la salida de Egipto en tiempos de Moshé Rabeinu (el primer Pésaj); la salida de Egipto que nos enseñaron nuestros padres durante el séder (pasado); la salida de Egipto tal como la entendemos actualmente (presente); y la salida de Egipto que les enseñaremos a nuestros hijos (futuro). El propósito del séder, en toda época o circunstancia, es prepararnos para la redención definitiva, la gueulá que vendrá cuando concluya el cuarto exilio (el de edóm) que es el galut actual.
Son también cuatro las copas de vino del séder, e igualmente la Hagadá nos habla de cuatro hijos (“Kenégued Arbaá Baním Diberá Torá”) que son el sabio, el desobediente, el simple y el que todavía no sabe preguntar; y antes de hablar de estos cuatro hijos, la Hagadá bendice a Dios cuatro veces: “Baruj Hamakóm, Baruj Hu, Baruj Shenatán Torá Leamó Israel, Baruj Hu”.
¿Qué significa esto? ¿Por qué tanta repetición e insistencia? Bendito el lugar (Baruj Hamakóm) es Dios Todopoderoso creador del universo, Dios es el lugar, es decir que él mismo es el mundo (Dios en su dimensión impersonal). Bendito él (Baruj Hu) es Dios creador del hombre a quien le presenta su obra (Dios en su dimensión personal). Bendito quien le dio la Torá a su pueblo Israel (Baruj Shenatán Torá Leamó Israel) es Dios que hace partícipe al hombre de su creación. Otra vez bendito él (Baruj Hu) es Dios que comparte con el hombre como aquel que asiste a su hijo, o al prójimo. Cada una de estas cuatro dimensiones de Dios se asocia con cada uno de los cuatro hijos del séder. Por eso, la Hagadá no se limita a enumerarlos, sino que específicamente recalca que son cuatro (arbaá banim).
El sabio es Baruj Hamakóm, pues a través de los sabios (jajamim) Dios revela su esencia al hombre, el sabio es el “lugar” donde se hace patente el conocimiento acerca de Dios.
El desobediente es el primer Baruj Hu, y uno se pregunta ¿un hijo rashá desobediente equivale a bendito él, a bendito sea Dios? Pues sí, porque el rebelde, el que recela y pone en tela de juicio las enseñanzas, también forma parte del Am Israel y es depositario de la chispa divina, él también hace falta en nuestro camino a la redención.
El simple es Baruj Shenatán Torá Leamó Israel, pues la Torá no es exclusiva de los sabios sino que está hecha para el tam, el hombre común y corriente, para que a través de su estudio y cumplimiento se supere y se eleve espiritualmente.
El cuarto hijo, el que todavía no sabe preguntar, es el segundo Baruj Hu, y ahora uno se pregunta ¿ Baruj Hu por aquel que permanece en silencio y nada aporta? Pues sí, el que no sabe preguntar, el que no se ha expresado ni ha dicho lo que piensa, también es necesario y forma parte del Am Israel. Con su presencia callada en el séder nos da muestras de su identidad judía y de su emuná.
Pero algo muy importante: es sabido que cada vez que la Mishná y la Guemará nos especifican un número, en este caso los cuatro hijos, significa que si bien ahora se discute acerca de ese número, existe abierta la posibilidad de otro número. Lo que viene a enseñarnos que si la Hagadá recalca que son cuatro los hijos de los que se hablan en el texto, es que sin duda existe otro, un quinto hijo, que no es mencionado. Este quinto hijo es el que no se encuentra presente en la mesa del séder. ¿Quién es?
Simplemente el que “no está”. Entonces, ¿la Hagadá no tiene palabras para él? Claro que sí, las cinco palabras que aparentan estar de más. Bien pudiera decirse Baruj Hamakóm Shenatán Leamó Israel y nos “sobrarían” cinco palabras que son Baruj Hu, Baruj y otra vez Baruj Hu. Estas cinco palabras son para el quinto hijo llamado “no está”, y a través de las cuales es triplemente bendecido. ¿Cómo, tres veces bendito es el hijo que ni siquiera está presente en la mesa del séder? Otra vez, claro que sí, él por ahora está alejado y por eso mismo necesita más que ningún otro de nuestras berajot. Para él es la quinta copa que se sirve en el halel (la de Eliyahu Hanaví) y para él es que se abren las puertas de nuestro hogar, para que regrese de la mano del profeta Eliyahu, y así nuestra alegría sea completa. Le haremos un sitio (makóm) al lado de sus cuatro hermanos. También eso significa Baruj Hamakóm, bendito el lugar que Dios Todopoderoso ha reservado para ese quinto hijo cuyo regreso dará inicio a la gueulá definitiva, pues él también es parte de los Benéi Israel, y su presencia entre nosotros es indispensable. Es Dios quien está pendiente de él, lo protege y espera por su regreso para que se hagan así posibles las bellas palabras del profeta Malají (3:24): “Y hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres”.
Que Dios Todopoderoso bendiga y proteja a esta querida y hermosa kehilá, para que nunca decaiga entre nosotros el optimismo y la emuná. Asimismo que la paz y la tranquilidad reinen en la tierra de Israel.
Que este Pésaj 5776 sea motivo de amor familiar y de amor comunitario, motivo de integración y de unidad, y sobre todo de reencuentro. Para que hagamos posible, trabajando juntos, que el quinto hijo –el hijo ausente– regrese y ocupe así el makóm (lugar) que Hakadosh Baruj Hu (Baruj Hamakóm) en su infinita misericordia le tiene reservado. A todos, mi familia y yo, les deseamos con mucho amor un Pésaj Kasher Vesaméaj.