Mi querida, admirada e inolvidable Perla:
En estas horas difíciles, tras saber que ya no estás con nosotras en este mundo físico, todavía con lágrimas en los ojos y el corazón compungido, quiero dedicarte este breve mensaje como homenaje a quien fue una gran dama, toda una éshet jail, la matriarca por excelencia de dos de mis mejores burbujas en esta vida: nuestra querida Sinagoga Maguén David y su entrañable kehilá, y el Colegio Sinai, bastión de la educación con Torá, Dérej Éretz y estudios laicos, que con tanto amor, fervor y ahínco forjaste y formaste a través de todos estos años, y que ahora B’H, comenzamos a saborear los dulces frutos de ese gran proyecto, que fue sin duda tu motor, tu anhelo y meta de vida.
Hablar de Perla Z’L es describir a una gran mujer, una gran luchadora, brillante por su impecable formación académica, y forjadora de proyectos tan ambiciosos como lo fue la creación, administración y exitoso desempeño de ese cuarto hijo que, junto con nuestro querido Rajamin Chocrón (larga vida BSD) tuviste y formaste: tu querido Colegio Sinai.
Ese hijo llamado Sinai era tu inquietud más grande, pero también uno de tus mayores logros. Al igual que Maguén David, donde apoyaste incansablemente a tu marido Rajamin (hasta 120 años amén), eras constante y tenaz en cristalizar todas las metas alrededor de ambas instituciones.
Tuve el gran mérito de compartir contigo aciertos y fracasos en el Colegio Sinai, donde te recuerdo sentada con tu cafecito recién colado en el despacho de la Direccion, al lado de mujeres ejemplares como Patricia Benzaquen, Bella Bensicsu, Alicia Wahnich, entre otras, forjando y construyendo con ilusión ese gran proyecto de vida llamado Sinai.
Te llevas al shamáim (cielo) muchos zejuyot, pues cada neshamá (alma) a la que lograste impregnar e iluminar con Torá, mitzvot y maasim tovim (buenas obras) hablarán de la gran persona que fuiste en vida. Cada alumno encaminado en Torá y mitzvot es vuestro mérito y vuestro hijo espiritual.
Junto con nuestro querido Rajamin lograste muchos objetivos, y eres sin lugar a dudas la gran matriarca del Colegio Sinai y de la Sinagoga Maguén David, dos familias ejemplares en la historia de nuestra kehilá de Venezuela. Apoyo incondicional de tu marido, contra viento y marea, lograste tus objetivos.
Criollita de pura cepa; fuiste una excelente esposa, madre, abuela y bisabuela, teniendo como resultado a tus hermosos y dulces frutos alrededor de tu mesa, como reza el salmo.
Cada Shabat, cada seudá, cada oriza en tu compañía era un regalo de la Providencia. Eres y serás un ejemplo a seguir de hija, hermana, esposa, madre, abuela y bisabuela, y sobre todo de ser humano extraordinario, dotada y bendecida con cualidades resaltantes y admirables. Imposible olvidarte y dejar pasar por alto tanto bien que dejaste en tu paso por este mundo terrenal. No me queda sino agradecer a Hashem haber aprendido de ti, y haber tenido el zejut de ganarme tu cariño como siempre me lo profesabas.
Ahora goza en el shamáim, en ese lugar privilegiado para las tzadikot (sabias y justas) como tú, al lado de nuestro Creador, y aboga por toda tu familia y por toda la kehilá de Venezuela que tanto te quiso y te admiró, entre ellos yo, una humilde servidora que aprendió y tratará de seguir tu ejemplo de humildad, amor, inteligencia, y sobre todo de mujer yehudí íntegra, como lo fuiste en vida.
¡Baruj Dayán Haemet!
Con sincero cariño y admiración, tu siempre amiga
Rachel Benchimol