La jovencita de 12 años, que sufría síndrome de estrés postraumático debido al conflicto, recibió permiso para visitar el país con su padre. “Desafortunadamente hay niños en Gaza que piensan que en Israel viven monstruos”
Enfrentada a las guerras recurrentes y conflictos militares interminables, una residente de la Franja de Gaza de 12 años desarrolló trastorno de estrés postraumático. La condición de la niña empeoró al punto que temía hacer las actividades diarias y buscaba permanecer siempre físicamente junto a sus padres.
Recientemente, la niña, cuyo nombre permanece en reserva y se identifica aquí solo por la primera letra de su nombre en hebreo, Guimel, recibió un permiso excepcional para visitar Israel con su padre, en lo que se ha denominado una «visita de resiliencia».
Guimel recibió la autorización del Cuartel General de Coordinación y Enlace, en el cruce de Erez entre Gaza e Israel, un proceso facilitado por el portal de noticias Ynet y el diario Yedioth Aharonoth.
“Me gustan los campos verdes”: Guimel contrastó los prejuicios aprendidos con la realidad
(Foto: Twitter)
“Sus miedos la dominaban”, contó el padre de Guimel, quien cruza regularmente a Israel para trabajar. “Cada vez que venía a Israel ella temía que me pasara algo. Le decía una y otra vez que no había de qué preocuparse, que voy a Israel para ganarnos la vida”.
Él esperaba que ver a Israel y conocer israelíes pudiera ayudar a calmar sus temores. “Desafortunadamente, hay niños en Gaza que piensan que en Israel viven monstruos que solo quieren matar árabes”, agrega.
Una vez fuera de Gaza, Guimel apenas soltó la cámara de su teléfono. “Qué hermosa vista”, le dijo a su padre. “Me gustan los campos verdes”.
Guimel visitó varias ciudades de Israel, incluidas Jerusalén, Yafo, Ashkelon y Tel Aviv. Se reunió con otros niños del kibbutz Nir Am, cerca de la Franja, donde ella y su padre se quedaron durante su visita de cuatro días.
A pesar de la barrera del idioma, Guimel y Shoham, una residente del kibutz que también tiene 12 años, lograron comunicarse usando las aplicaciones de traducción de sus teléfonos, y hablaron sobre temas que fueron desde las redes sociales y la música hasta la escuela y las vacaciones de verano.
Shoham se sorprendió y preocupó al enterarse de que Guimel no cuenta con un refugio antiaéreo en su casa como ella.
Las dos intercambiaron sus cuentas de Instagram al final de su reunión. Shoham, quien se había torcido la pierna poco antes, tenía dificultades para caminar. “Apóyate en mí, te ayudaré”, le dijo Guimel, y salieron afuera. “Desearía que vinieras de nuevo y tuviéramos más tiempo juntas”, le dijo Shoham.
Diálogo entre niños israelíes y palestinos en el Centro Roots (“Raíces”) en Judea y Samaria
(Foto: Roots)
Guimel y su padre también celebraron una reunión más grande con niños de Nir Am. “Vivo en Gaza, ¿quién me tiene miedo?” preguntó el padre de Guimel al principio, una pregunta a la que todos los niños presentes levantaron la mano. Después de una sesión de preguntas y respuestas, el hombre volvió a preguntar a los niños si le tenían miedo. Esta vez, ninguno de ellos dijo que sí.
Guimel también visitó un zoológico de mascotas administrado por el Centro Hossen («Resiliencia») en la ciudad de Sderot, adyacente a Gaza. A lo largo de los años, Sderot ha sido una de las ciudades más afectadas por los ataques con cohetes de los terroristas en la Franja. El centro utiliza varios medios, incluyendo el cuidado de animales, para ayudar a las personas a lidiar con el trauma sicológico.
Guimel estuvo acompañada por Ibrahim al-Etauna, director del Centro Beduino de Resiliencia del Néguev. “Me dio la impresión de que ahora entiende que la realidad no es en blanco y negro, pero la idea de la guerra todavía la asusta. En cualquier caso, ella dice que ahora estará menos preocupada cuando su padre venga a trabajar en Israel”, contó sobre una conversación privada que él y la niña tuvieron después de la visita.
Al final, Guimel comentó que deseaba poder quedarse más tiempo. “Queremos vivir como buenos vecinos, con amor y cooperación”, dijo su padre. “Espero que algún día todo termine y los niños de Gaza e Israel puedan vivir como buenos vecinos. Si fuera por los niños ya habría paz y todo estaría bien. Espero que mi hija pueda visitar Israel nuevamente”.
En cuanto a Guimel, sus temores por el conflicto ciertamente no se evaporarán, pero sus puntos de vista sin duda han cambiado. “Pensé que en Israel todos vestían uniformes militares y empuñaban armas, pero los judíos fueron muy amables”, expresó.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.