Son of Saul (El hijo de Saúl), filme independiente que fue financiado por el gobierno de Hungría y la ONG Claims Conference, ha sido nominado para el premio Oscar de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Estados Unidos, cuatro días después de recibir el galardón como Mejor Película en Lengua Extranjera en los Globos de Oro, premio que otorga la Asociación de la Prensa Extranjera acreditada en Hollywood.
E stas distinciones resultan muy significativas, pues tienen lugar en vísperas del Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, instituido por la ONU para el 27 de enero, aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. Meses atrás, la película obtuvo también el Grand Prix (segundo lugar) del Festival de Cannes 2015; asimismo, fue muy bien recibida en los festivales de cine de Toronto (Canadá), Telluride (Colorado) y Nueva York.
Son of Saul es la primera película del director húngaro László Nemes (38), quien también fue su co-guionista. La historia se ubica en Auschwitz en 1944, y el personaje principal es un miembro de los Sonderkommando (“unidades especiales”), denominación que se daba a los grupos de prisioneros judíos obligados a trabajar en las cámaras de gas y los crematorios. Su labor consistía en “preparar” a los judíos que iban a ser gaseados, por ejemplo cortando el cabello a las mujeres (el cual se enviaba a Alemania para su utilización); luego sacaban los cadáveres de las cámaras de gas, les extraían los dientes de oro, y trasferían los cuerpos a los crematorios o fosas comunes. Otros grupos Sonderkommando se encargaban de distribuir y preparar las posesiones de las víctimas para enviarlas al Reich. Tras algunas semanas o meses de este terrible trabajo, ellos mismos eran ejecutados y reemplazados con nuevos prisioneros. Son of Saul narra la historia de un día de trabajo de un sonderkommando húngaro que, cuando ve el cuerpo de un niño que le recuerda mucho a su hijo, emprende un intento desesperado para darle apropiada sepultura con la ayuda de un rabino. Aunque se trata de una ficción, la película se basa en hechos reales, como la toma de fotografías clandestinas de lo que sucedía en Auschwitz por parte de un Sonderkommando, y la rebelión de un grupo de ellos el 7 de octubre de 1944, cuando hicieron estallar el Crematorio IV. Para escribir el guión, Nemes trabajó con la novelista francesa Clara Royer, tras estudiar una serie de testimonios de sobrevivientes que habían sido miembros del Sonderkommando.
El filme explora un aspecto particularmente horrendo del Holocausto que hasta ahora había sido poco tratado en la literatura o el cine. Los integrantes de los Sonderkommando han sido despreciados por muchos, sin considerar el dilema que enfrentaban como seres humanos.
La familia de Nemes perdió a muchos de sus miembros en Auschwitz. El director afirma que siempre se había sentido frustrado por la manera en que Hollywood muestra el Holocausto, con su insistencia en encontrar héroes e historias inspiradoras, como el caso de La Lista de Schindler de Steven Spielberg. Explica que quería hacer algo distinto, introducirse en la ambigüedad: “Definitivamente, tratamos de ampliar la gramática del cine”, dice. “No asumimos el lenguaje existente”. Durante casi toda la duración del filme la cámara mantiene un primer plano del rostro del personaje principal, Saul Auslander, mientras este recorre el campo de exterminio tratando de lograr su propósito. No se emplea música. Por su parte el protagonista, Géza Rohrig, de 48 años, no es actor profesional, sino un poeta y profesor de Estudios Judaicos de origen húngaro, a quien Nemes conoció mientras estudiaba en la Escuela de Cine de la Universidad de Nueva York. Tras visitar Auschwitz en la década de 1980, Rohrig escribió un libro de poemas. Comenta que los sonderkommando eran víctimas, no perpetradores, que además eran los únicos judíos en los campos de exterminio que entendían perfectamente que se dirigían a una muerte segura, y que en su actuación trató de reflejar este hecho. “Tenía que ser un muerto viviente, un zombi robótico; pero por otro lado no debía volverme aburrido, así que debía compensar con la persistencia, la intensidad”.
Rohrig ensayaba durante horas hasta que se hacían las tomas, de tres o cuatro minutos, con una cámara ubicada a 50 centímetros de su rostro. “Tenía que estar super enfocado, porque cada mínimo cambio tenía importancia. Como en la superficie del agua, incluso si soplas se notará”.
Un crítico de cine de The New York Times, Manohla Dargis, opina que Son of Saul tiene un enfoque muy estrecho, pero Nemes acota que su objetivo era precisamente constreñir el enfoque para capturar la vastedad de la Shoá, porque la historia “se desarrolla mucho más en la imaginación que en la pantalla. Cuando usted muestra la Shoá frontalmente, solo reduce su perspectiva. Así que al hacerla más pequeña, en realidad la hace mucho más grande”.
Son of Saul y Nemes recibieron elogios de Claude Lanzmann, autor del famoso documental de 1985 Shoah, quien había reprochado a La Lista de Schindler al declarar que “el Holocausto es irrepresentable” en el cine. Lanzmann, hoy de 90 años, alabó a Son of Saul como “un filme muy novedoso, muy original, inusual. Es una película que ofrece una sensación muy real de cómo era estar en los Sonderkommando. No es, para nada, melodramática. Está hecha con una gran modestia”.
El filme fue financiado conjuntamente por el Fondo Nacional de Cine de Hungría y el Claims Conference, entidad sin fines de lucro cuya misión es ayudar a preservar y difundir la memoria de la Shoá.
La película ha sido bien recibida por la crítica en Hungría, donde hasta mediados de diciembre había sido vista por unas 100.000 personas, cifra récord en ese país para una producción independiente. Pero los críticos están sorprendidos por el silencio de las autoridades húngaras, a pesar del importante apoyo financiero que el filme recibió por parte del Estado; algunos lo atribuyen a la reticencia del país para encarar su complicidad en la deportación de más de 400.000 de sus ciudadanos judíos a Auschwitz, en la primavera de 1944. El propio Nemes dice que esperaba un público más numeroso: “En Hungría 100.000 boletos es mucho para una película local, ¿pero por qué no medio millón o un millón, tomando en cuenta que Auschwitz es el mayor cementerio de Hungría?”.
Pero en términos generales, aunque esperaba que Son of Saul tendría impacto, Nemes no pudo predecir que lograría tanto éxito. “Espero que se quede en el público, que se vuelva personal. La gente tiene que proyectarse a sí misma en este filme”. Agrega que hacer la película lo ayudó a reconectarse con su herencia judía. El 26 de enero, víspera del Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, Son of Saul se proyectará en una presentación especial en Berlín, con la participación de László Nemes y Géza Röhrig.
Una reseña de The Washington Post señala que Son of Saul “redefine el género del drama del Holocausto, infundiéndole una nueva urgencia, energía visual y sentido moral”. Como destaca una nota de prensa del Claims Conference, esta producción será una importante herramienta de educación sobre el capítulo más oscuro de la historia humana.