En Mishlei (Proverbios) 18:21 dice: Mávet vejayím beyad halashón, La muerte y la vida dependen de la lengua (la palabra).
¿Qué hace que la palabra tenga tan significativa influencia?
En parashat Sheláj se encuentra un ejemplo de lashón hará. No obstante, se dirige contra la Tierra de Israel, no contra personas. Moshé envía al líder de cada tribu a Éretz Israel, con el objeto de que a su retorno informen a la nación hebrea sobre cómo era la Tierra Prometida. Diez de los doce enviados se refieren a Tierra Santa como Éretz ojélet yoshvéha, una tierra que engulle a sus habitantes. Estos líderes de las tribus fueron castigados; no solo ellos, también el pueblo que prestó atención a ese informe, que lamentó haber abandonado la “tranquilidad” que les proporcionaba Egipto. El decreto divino estableció que todos aquellos que contaban con veinte años o más para ese momento no ingresarían a Éretz Israel; se mantendrían en el desierto por cuarenta años, hasta que toda esa generación falleciese.
Si tal fue el castigo por referirse negativamente a la Tierra de Israel, ¿acaso no es más grave difamar a una persona?
Lamentablemente, uno de los errores que más se comete es hablar mal sobre los semejantes; ocurre desde la aparición del ser humano. Según el Midrash, el lashón hará fue el detonante del primer pecado cometido por la humanidad, la ingestión del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Según esa fuente, la serpiente le dijo a Adam y a su mujer Javá “Dios los odia, y de allí la prohibición de comer del fruto del árbol prohibido”. El conflicto entre Yosef y sus hermanos fue motivado por el lashón hará, y eventualmente hizo que Yaakov y toda su familia emigraran a Egipto. Moshé Rabéinu, analizando la motivación de la esclavitud de sus hermanos los Benéi Israel, llegó a la conclusión de que la maledicencia fue la causante de tal situación.
Muy probablemente, al no existir en una primera instancia daño físico por hablar mal del prójimo, el ser humano se siente en libertad de tomar la iniciativa para semejante acción. Es por ello que resulta muy importante analizar lo que ocurre en la porción de la Torá de esta semana, y entender las graves consecuencias del lashón hará.
Una manera de evitar tan grave actuación es tener siempre presente que, tal como se pone cuidado en los alimentos que se ingieren, se debe poner el mismo cuidado en las palabras que se emiten. El instrumento de la entrada de los alimentos y salida de las palabras es la boca; es a ella a quien se debe prestar especial atención.
Metafóricamente lo explicó un sabio: Dios dotó al hombre de dos barreras para dificultar la emisión de difamaciones: los dientes y los labios. Dos barreras, para pensarlo dos veces antes de emitir lashón hará. Es peligroso para quien habla y para quienes se ven involucrados.